América Latina: A romper el cochinito
Presupuestos nacionales relativamente expansivos para estimular la economía en una época de crisis. La receta que aparentan aplicar varios países de América Latina para 2009 suena perfecta para presentarla en una diapositiva de power point y convencer a todos de que la región tiene una política fiscal contracíclica. Pero no se engañe, todo eso es producto más de la casualidad que de una planificación.
Lo cierto es que el gasto no fue elaborado con la intención de estimular la actividad, sino simplemente porque los gobiernos pensaban que iban a tener más ingresos que los que en realidad tendrán. Cuando la mayoría de las naciones latinoamericanas elaboraba sus presupuestos, en septiembre de 2008, los precios de los commodities y el crecimiento del PIB -la base para calcular el gasto- se preveían más altos que ahora. Pero tras la explosión de la crisis con la caída de Lehman Brothers, la realidad comenzó a enviar un mensaje distinto: los términos de intercambio y la actividad caerían, lo que golpearía los ingresos. Y en ese nuevo escenario, los países que lograron ahorrar en tiempos de vacas gordas pueden aguantar, pero los que tienen el chanchito vacío deberán salir a buscar dinero afuera, lo que no es fácil.
"Los gobiernos latinoamericanos están en una situación muy difícil", dice Claudio Loser, senior fellow de Diálogo Interamericano y ex director del departamento del hemisferio occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI). En condiciones normales, dice, podrían dedicarse a gastar como lo están haciendo Estados Unidos y algunos países europeos. Pero no todos tienen la misma capacidad de incurrir en déficit. Un cálculo del economista indica que la caída de las exportaciones puede ser equivalente a un 2% del PIB de la región, equivalente a entre US$ 60.000 y US$ 70.000 millones. Tres veces el PIB de El Salvador, por ejemplo. Y en ese difícil equilibrio entre un gasto reactivador y poco endeudamiento, lo triste es que los países más preparados no siempre son los que tienen más necesidades.
"La política fiscal latinoamericana es procíclica: por lo general, los gobiernos gastan más en períodos de auge económico y menos en caso de recesión", dice el informe Perspectivas Económicas de América Latina 2009, publicado recientemente por la OCDE. Y 2009 no será la excepción.
Maldito ciclo
Los centroamericanos están entre los que tienen mayores dificultades. Para empezar, han vivido el ciclo opuesto al de la racha de los buenos precios de los commodities de Sudamérica. "Al ser importadores de productos naturales, los términos de intercambio han empeorado durante los últimos cinco años", dice Juan Pablo Jiménez, economista de la Cepal. "Son los que menos disfrutaron de la fiesta, y hoy son los que tienen más dificultades en términos de pobreza, acceso a mercados y liquidez".
Y también sufrirán los que no han acotado sus gastos y no han sabido cuidarse. Ecuador es el ejemplo más claro, y ya está en una moratoria técnica. Venezuela, en tanto, tiene ahorros importantes y elaboró el presupuesto 2009 con supuestos conservadores (US$ 60 para el barril de petróleo). Pero ha elevado su gasto a las nubes en los últimos años, más allá de la capacidad de absorción de la economía. "Chávez va a tener que suspender muchos de los proyectos que prometió ejecutar en el extranjero (léase petrodiplomacia), porque él no va a aumentar los impuestos para cubrir el déficit", dice Douglas Smith, director de estudios para América del Ameritas Standard Chartered Bank. "Y si los precios del petróleo se mantienen en estos niveles, podríamos ver un gradual deterioro del apoyo a Chávez en los próximos dos años", dice John Price, director de business intelligence de la consultora Kroll, en Miami.
En Argentina, en tanto, la economía se está desacelerando y los ingresos fiscales van a disminuir. Es cierto, tras la crisis de 2001 el país mejoró su relación deuda-PIB, pero no tiene reservas "y nadie quiere comprar deuda argentina", dice Smith. Así que va a ser difícil para ellos financiar cualquier iniciativa de expansión fiscal. Su carta bajo la manga es, más allá de lo cuestionable que pueda ser, la incautación de los fondos de pensiones.
Una especie de ahorro a la fuerza, que le permite tener un monto de reservas similar al de Chile -que alcanza los US$ 25.000 millones-, el único país que está aplicando una política fiscal contracíclica planificada y sustentada por años de ahorros.
El país comenzó a principios de esta década con una regla de balance estructural que lo obligaba a definir su gasto público según un cálculo de ingresos de largo plazo. Eso le permitió tener un gasto expansivo cuando el precio del cobre -su principal materia prima de exportación y fuente de los ingresos de la estatal Codelco- llegaba a un mínimo de casi 60 centavos de dólar la libra, pero también le permitió generar grandes ahorros cuando el valor rozaba los US$ 4. Hoy, el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, se jacta de no haber cedido a las presiones de esta época por aumentar el gasto, argumentando que el país debía ahorrar para las épocas de vacas flacas. Y siempre que puede resalta que el país tiene un fondo cercano a los US$ 25.000 millones producto de esa política.
"Chile ha estado guardando recursos, tiene una política fiscal muy cuidadosa y puede aumentar el gasto sin demasiado peligro porque ha manejado las cosas de forma inteligente", dice Claudio Loser. "Es el único que puede adoptar medidas de gasto contracíclico, keynesiano, para tratar de suavizar el impacto de la crisis", dice Price, de Kroll.
Otros han seguido su ejemplo. Colombia y Perú han sido cuidadosos en su política fiscal durante los últimos años. El segundo creó el Fondo de Estabilización Fiscal en 2000. Según el gobierno, debería alcanzar a los US$ 3.500 millones a fines de 2009, cuando prevén usarlo para no incurrir en ajustes procíclicos. "Perú está en una situación en la cual no necesita endeudarse", han dicho sus autoridades.
Brasil, por su lado, ha mostrado una política más centrada en poner límites al gasto que en establecer reglas contracíclicas, la que, al menos, le ha permitido mantener las cuentas a raya, lo que fue fundamental en el logro del investment grade.
Recientemente anunció una reducción del impuesto a la renta que significa una renuncia fiscal de casi US$ 2.000 millones, los que se espera sean transferidos al cosnumo. Sin embargo, analistas locales echan de menos cambios de largo aliento. Felipe Salto, analista de Tendências Consultoria, en São Paulo, dice que desde el acuerdo de 1999 sobre las metas de ajuste fiscal no ha habido más reformas. "Hoy el país camina conforme el ciclo; si crece, aumenta los gastos; si no, lo reduce para llegar a la meta. Pero si hoy está bien para la foto no es sólo por un resultado del esfuerzo fiscal. La ampliación de los ingresos se debe mucho más al calentamiento de la economía que a un plan del gobierno". Y el país sigue mostrando un nivel de endeudamiento alto. "Sus opciones en el manejo de la política fiscal son un poco más limitadas que las que tienen Chile, Perú y México", dice Smith.
México, por su lado, ha ahorrado, pero quizá no lo suficiente. "Los gobiernos que reciben gran parte de sus ingresos a través de firmas estatales que dependen de los precios de los commodities, como PDVSA, Codelco, Pemex, van a sufrir una fuerte disminución de sus ingresos, quizás de hasta un 30%", dice Price. "En México y en Centroamerica, el nivel de actividad depende en gran medida de las exportaciones a Estados Unidos, y eso le va a pegar fuerte en la recaudación", agrega Loser. Jiménez recalca que el país norteamericano sufrirá por todos los flancos que una crisis lo podría golpear: la economía real (exportaciones), las remesas, el sistema financiero y el precio de los commodities (petróleo).
Además, el país elaboró el presupuesto considerando un precio del barril del crudo en cerca de US$ 80, cifra levemente más alta de las proyecciones actuales. En todo caso, el presupuesto de 2009 se asegura contra una caída del petróleo con operaciones de cobertura en mercados financieros. Eso le permite soportar un presupuesto medianamente expansivo: US$ 235.000 millones frente a unos US$ 200.000 millones de 2008.
Todo tiempo pasado…
Nadie puede cantar victoria aún. El mismo hecho de que hace tres meses los países estuvieran pensando en commodities altos y en combatir la inflación es señal de que estamos en un período de alta incertidumbre.
Un factor clave será la duración y profundidad de la crisis. Si ésta es extrema, hasta Chile tendrá que salir al mercado a buscar financiamiento, que será caro y escaso. Sus años de conservadurismo le han permitido ganar la confianza de los inversionistas. Pero las naciones más pobres no tienen esa ventaja. "Hoy los mercados están muy nerviosos", dice Loser. "Y los países que necesiten endeudarse tendrán que pagar mucho más". Para Jiménez, de la Cepal, lo mejor para los menos solventes es renunciar a una política expansiva y apretarse el cinturón. "Solemos recomendar una política fiscal contracíclica, pero para eso hay que tener algo guardado", dice. "Por querer asegurar un nivel de actividad este mes no podemos poner en riesgo la solvencia fiscal intertemporal".
Pero más allá de las malas noticias, el cliché de que los países están mejor preparados para enfrentar la actual coyuntura parece ser cierto. Hace 10 o 15 años ningún país de la región tenía ahorros. "Cuando mejoraron los ingresos, en los años 2003, 2004 y 2005, no se aumentó en la misma proporción el gasto público", dice Jiménez. Además, los países han estructurado su deuda en plazos más largos, lo que les permitirá, al menos, una holgura para mantener el gasto sin tener que entrar en la agotadora bicicleta de las renegociaciones.
¡Emergencia, emergencia!
Más allá de los presupuestos fiscales, no son pocos los países de la región que han lanzado programas de contingencia después que estallara la crisis de las hipotecas en Estados Unidos. El denominador común es garantizar liquidez y asegurar el empleo y la actividad.
México, por ejemplo, lanzó en octubre un plan para combatir la crisis: el Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo, usando recursos públicos por cerca del 1% del PIB, prevé ampliar y reasignar gasto público, agilizar el gasto en infraestructura, dar apoyo a las pymes y simplificar trámites para comercio exterior.
Brasil ha dado un fuerte énfasis a su Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC), cuya inversión total alcanzará los US$ 275.000 millones, mientras que Chile también lanzó medidas especiales para preservar el empleo y la actividad, a través de la eliminación de ciertos impuestos menores y trabas burocráticas.
Uruguay anunció en los primeros días de diciembre la devolución de impuestos a exportadores que significará una inyección de liquidez al mercado de US$ 100 millones. Además, el Estado entregará créditos especiales al sector lechero y promoverá la participación de privados en obras de infraestructura con la expectativa de inversiones por hasta US$ 1.000 millones.
Chile, además de las medidas para otorgar liquidez al sistema financiero, anunció un programa por US$ 850 millones para mejorar el acceso al financiamiento de exportadoras y pymes, y otro por US$ 1.150 millones para estimular la compra de viviendas por parte de familias de ingresos medios y un mayor acceso a recursos para las pequeñas y medianas empresas. Y Argentina ya anunció que destinará parte de los ahorros previsionales a otorgar préstamos al consumo y a la inversión.
- 23 de enero, 2009
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