Argentina y la falta de monedas
The Wall Street Journal – Ambito Financiero
¿Tienes algo de cambio? Supongamos que usted quiere tomar el colectivo o poner monedas en el parquímetro pero no tiene cambio exacto. O supongamos que quiera dejar unos pocos centavos en el sombrero de un músico callejero. ¿Nada parece más fácil, verdad? No si usted vive en Argentina. Intente hacer cualquiera de estas cosas en ese país, y verá cómo algo tan simple se convierte en un lío.
¿Por qué? Porque Argentina enfrenta una escasez de cambio. ¿Quiere cambio de cinco pesos? No intente conseguirlo en una tienda, excepto que planee comprar algo más, y en ese caso asegúrese de estar preparado a que el comerciante se niegue a darle algunos centavos en forma de vuelto, o a que le dé algunos caramelos en lugar de los preciados centavos. Los bancos tampoco resultan de mucha ayuda. La ley establece que las entidades bancarias deben dar hasta 20 pesos en cambio, pero la mayoría desobedece abiertamente esta reglamentación, o incluso colgando cartelitos que dicen "No hay cambio", como en cualquiera de los kioscos.
¿Por qué hay escasez?
El Banco Central de Argentina culpa a los "especuladores", considerando a cualquiera desde ciudadanos comunes, que almacenan monedas, hasta a Maco, la compañía privada de transporte de efectivo que re-empaqueta el cambio reunido por las compañías de colectivos para revenderlo a un interés del 8%.
Pero esas explicaciones suenan falsas. El "mercado negro" no existiría si las monedas fueran fáciles de conseguir en primer lugar. Después de todo, los argentinos podrían de la misma manera acaparar hojas de afeitar o cajas de fósforos. Sin embargo, no hay escasez de estos artículos. ¿Qué hace tan especial a las monedas?
La respuesta es que las monedas son provistas únicamente por el gobierno. "Pongan al gobierno nacional a cargo del desierto del Sahara, y en cinco años habrá escasez de arena", dijo Milton Freidman. Si la Argentina quiere darle fin a la falta de monedas, debe abandonar su monopolio.
¿Un locura? No si se lo mira a través de la historia. Más de dos siglos atrás, Gran Bretaña enfrentó una falta de monedas más grave que la de Argentina, tan grave que amenazó con detener la industrialización británica. La gente luchaba para conseguir monedas. El trabajador promedio tenía suerte si ganaba 10 chelines al mes, y el billete de menor denominación era diez veces mayor a esa suma. Así que la falta de monedas incluso impedía a las fábricas pagar los sueldos.
Como el gobierno argentino hoy, el gobierno británico no podía terminar con la escasez de monedas. Sin embargo, la falta de monedas de hecho finalizó, gracias a la acción del sector privado. Hartos de la inacción gubernamental, las grandes empresas británicas comenzaron a acuñar sus propias monedas. En el lapso de una década, una veintena de casas de monedas privadas acuñaron más monedas que la Real Casa de la Moneda había emitido en medio siglo.
Si Argentina quiere finalizar con la escasez, debería no sólo aceptar la acuñación privada, sino aprobarla. Esto se puede llevar a cabo eliminando cualquier riesgo de abuso a través de una reglamentación muy sencilla. Debería permitir a cualquier empresa emitir monedas marcadas, quizás sujetas a algunos requisitos mínimos de capital, mientras deja bien en claro que nadie jamás necesita aceptar cualquier moneda emitida en forma privada, inclusive como cambio por la compras.
Esta ley podría ser todo lo que se necesita para resolver la escasez de monedas, mientras impediría que cualquiera obligara a la gente a aceptar dinero en el cual no confiara. Cualquiera excepto el Banco Central de Argentina.
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