¿Disidentes estúpidos?
Durante la entrega de su primer informe de gobierno, el presidente Colom llamó “estúpidos y analfabetas” a aquellos que critican a su esposa en la dirección del Consejo de Cohesión Social. La verdad, no se le puede culpar. ¿Qué caballero no saldría a la defensa de su dama? El problema es que esta defensa parece ser la punta de un iceberg de intolerancia hacia la disidencia y libertad de expresión.
El “Gobierno de Álvaro Colom” adolece de los mismos problemas que cualquier otra organización enfrenta cuando el jefe trae a trabajar a su esposa. Lo primero es que el jefe es el único que cree que él tiene la última palabra. Lo segundo es que todo mundo hará lo posible por quedar mal con cualquiera (incluyendo al jefe), pero nunca a “la Doña”. Lo tercero es que el arraigo emocional del jefe a su esposa garantiza tanto una pérdida total de objetividad, al evaluar su gestión como una emocional y poco presidenciable reacción ante la crítica.
Así que el presidente sacó la capa y la espada con la que defenderá su gobierno, pero, además, Prensa Libre reporta que el presupuesto de propaganda oficial se ha elevado hasta llegar a 135 millones de quetzales. La versión es que “es necesario que la gente tenga acceso a otro tipo de información”. Es el mismo cuento de todos los gobiernos. Sin embargo, es evidente que éste, en particular, ha adoptado una línea propagandística más agresiva, ideológica, masiva e intolerante. Desde la discusión del presupuesto y el ISO, pasando por el reciente discurso presidencial y terminando con páginas completas, acusando a los medios independientes de mentirosos; el Gobierno se prepara para atacar lo que no le guste de las noticias. Todo pagado con escasos impuestos de los mismos ciudadanos.
Hasta el momento, parece que el derroche de fondos públicos ha “salpicado” a casi todos los medios de comunicación escrita, radial y televisada. Esto les debe haber caído como un gran alivio, dado que, en este tiempo de vacas flacas, las empresas normalmente recortan sus presupuestos de pauta publicitaria. Quiere decir que, ahora, la salud financiera de los medios dependerá, en mayor medida, de la pauta oficial. Semejante garrote financiero no puede ser otra cosa que la más importante amenaza a la independencia y libertad de expresión de los medios.
Frente a esta realidad, los ciudadanos debemos estar atentos y no ser ingenuos o, como dice el presidente, estúpidos. Las recientes muestras de intolerancia oficial son importantes alarmas. Con un nuevo y abultado presupuesto, el Gobierno salió a jugar el partido del 2009, “con los tacos por delante”; y si no estamos dispuestos a defender la libertad de expresión, tengan por seguro que el Gobierno sutil o abiertamente nos la quitará. Nadie más tiene ese poder.
- 23 de julio, 2015
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