La nueva ola electoral
La intensa temporada electoral latinoamericana del 2009 arrancará el próximo domingo, cuando los salvadoreños acudan a las urnas para renovar el Congreso y las autoridades municipales.
Una semana después, los bolivianos votarán en referendo sobre el texto de su nueva Constitución; también, sobre si las elecciones presidenciales se adelantarán para diciembre de este año, en lugar de 2010.
En Venezuela habrá otro referendo, el 15 de febrero, que decidirá si se eliminan los límites para la reelección del presidente y otros cargos.
Los salvadoreños regresarán a las urnas el 15 de marzo, para escoger a su presidente y vicepresidente. El 26 de abril vendrán los comicios generales en Ecuador. El siguiente turno será el 3 de mayo, en Panamá.
Las legislativas de México y Argentina se realizarán, respectivamente, en julio y octubre.
La última oleada estará compuesta por la elección presidencial en Uruguay, el 25 de octubre, y las generales de Honduras (29 de noviembre) y Chile (11 de diciembre).
Esta gran cantidad de procesos electorales atestigua la vitalidad democrática latinoamericana. Pero también abre múltiples dudas, sobre todo en un período de seria desaceleración económica: según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la región solo crecerá, en conjunto, un 1.9 por ciento este año.
Algunas de las interrogantes en torno a los comicios se inscriben dentro de una absoluta normalidad: cuáles serán las nuevas autoridades que asumirán gobiernos estables en países que también lo son. En este grupo están Panamá, Uruguay y Chile, donde la continuidad o renovación de los partidos en el poder implicará ajustes, cambios de énfasis y transformaciones puntuales, pero no incertidumbre sobre la orientación o naturaleza del sistema político o de los grandes lineamientos nacionales.
Los referendos previstos están en el otro extremo. En Bolivia, la nueva Constitución, si se aprueba, implicará una confusa ''refundación'' del Estado, con implicaciones múltiples, que auguran más inestabilidad. En Venezuela, un ''sí'' a la reelección indefinida daría nuevas herramientas hegemónicas a Hugo Chávez; un ''no'' constituiría otro límite crucial a su régimen, tras su pésimo desempeño en las regionales de noviembre.
El Salvador está a medio camino. Se encuentra ante la mayor posibilidad desde que terminó su guerra interna, hace dos décadas, para que la antigua guerrilla llegue al poder. Un mal candidato (Rodrigo Avila) y cuatro períodos consecutivos del derechista partido Arena, enfrentados con una cierta renovación y un buen candidato (Mauricio Funes) del izquierdista FMLN, dan a este último enormes posibilidades de éxito.
Cuál, ante un eventual triunfo, sería su modalidad de izquierdismo, es la gran duda. Dadas las promesas de Funes y la consolidación de una serie de estructuras institucionales, empresariales y profesionales salvadoreñas es difícil esperar un vuelco hacia el populismo autoritario. Pero la incertidumbre existe, y con razón.
En Honduras ocurre un tanto a la inversa. No importa cuál partido gane (si el Liberal, ahora en el poder, o el Nacional, en la oposición), sus respectivos candidatos se alejarán de la demagogia del presidente Manuel Zelaya.
En Ecuador nadie duda que Rafael Correa ganará nuevamente la presidencia, bajo la flamante Constitución, y que consolidará su mayoría legislativa. Por tanto, luce casi inevitable una continuación de su modalidad populista.
Los comicios legislativos de México y Argentina servirán, sobre todo, como termómetro del desempeño de sus gobiernos y partidos.
Aestas alturas de la evolución latinoamericana, sería ideal que todos los procesos electorales se realizaran con instituciones democráticas consolidadas y grandes consensos sobre las líneas básicas de la acción política, económica y social de cada país. Es decir, que no se jugara la suerte del sistema, sino de los gobiernos.
Muchos países están lejos de eso y algunos enfrentan graves situaciones o rupturas. Pero, al menos, la legitimidad electoral se ha convertido ya en un sustento indispensable para los gobernantes. Todavía se puede manipular; Chávez es el mejor ejemplo. Pero su valor central en el juego político es, en sí, un avance.
- 23 de enero, 2009
- 10 de febrero, 2014
- 14 de diciembre, 2013
Artículo de blog relacionados
América Economía Ningún gobierno, por poderoso que sea, puede hacerlo todo. De hecho,...
13 de febrero, 2013The Wall Street Journal Los peruanos votaron el domingo en la segunda vuelta...
6 de junio, 2016- 2 de febrero, 2011
Por Rómulo López Sabando El Expreso de Guayaquil Jóvenes frenéticos, con rostros cubiertos,...
12 de septiembre, 2006