Guatemala: Plan anticrisis
El Gobierno ha presenta- do su Programa Nacional de Emergencia y Recuperación Económica. La idea es que el liderazgo del Ejecutivo contribuirá a aliviar las consecuencias de la crisis financiera internacional y nos conducirá al crecimiento económico. Las expectativas pueden llegar a ser grandes. La realidad es que, como el Gobierno no produce, sus decisiones tendrán resultados muy limitados. Peor aún, su intervención puede agravar la crisis.
La realidad es que lo expuesto en el programa de emergencia no tiene nada novedoso. Son componentes ya anunciados de diversas acciones de Gobierno que, simplemente, se han “reempacado”. En algunos casos se han introducido criterios que poco tienen que ver específicamente con la recuperación económica. Tal es el caso del capítulo relacionado con la “transparencia”. Un tema que no tiene relación directa con la crisis, pero que “adorna” el plan.
La base del plan es la llamada Política Fiscal Anticíclica, mediante la cual el Gobierno nos endeudará internacionalmente, para poder gastar más de lo que le ingresa en impuestos. La lógica es que, si el sector privado no tiene dinero para gastar, el Gobierno gastará para reactivar la economía. La fuente de ese gasto será endeudamiento público que las futuras generaciones tendrán que pagar en la forma de más impuestos. Dicho en buen chapín: “pan para hoy; hambre para mañana”.
Llama la atención que, en materia de obras públicas y política de empleo, el plan propone que las construcciones deberán usar métodos que “favorezcan la contratación de mano de obra”. Es una vieja falacia económica pensar que es mejor contratar a cien jornaleros con palas que mover tierra con un tractor. Claro, lo primero “crea plazas de trabajo”, mientras que el tractor no. En todo caso, siguiendo esa lógica, lo mejor sería contratar a mil jornaleros y darles cucharitas en vez de palas y piochas. Esa, ciertamente, es la política que maximiza el empleo. Es parte de esa absurda creencia en que lo importante es crear plazas de trabajo y no hacer la obra de la manera que le salga más barata al pueblo tributario…
Al final del día, el programa de emergencia le permite al Gobierno dos cosas. La primera es mostrar que se echaron la pensada y que no están pasivos frente a la situación económica internacional; la segunda es que, al haber reempacado antiguas iniciativas, el Gobierno puede decir que quien no las apoye está en contra del alivio de la crisis. Algunos ejemplos de estas iniciativas son los más de mil millones de dólares de endeudamiento que trae el programa, el Consejo de Cohesión Social con sus diversos programas y la reforma total al Impuesto Sobre la Renta, para aumentarlo.
Así, pues, el plan parece, en el mejor de los casos, más de lo mismo; y en el peor: “gato por liebre”.José Raúl González Merlo
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