La América Latina que espera a Barack Obama
Madrid – Existe una especie de consenso entre políticos y especialistas latinoamericanos de que la región con la que deberá lidiar Barack Obama es muy distinta a la existente años atrás. El crecimiento económico, la consolidación e incidencia de los procesos electorales y una política exterior menos dependiente de Washington serían los elementos centrales que permitirían explicar estos cambios. Ahora bien, cuando se habla del futuro de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina con la nueva Administración USA el acento se pone, indefectiblemente, en lo qué hará Obama al respecto y no en lo que hará, o querrá hacer, América Latina en relación con Estados Unidos.
Pero no sólo eso. Si bien se sigue denostando a Estados Unidos y a los constantes errores que comete en su relación con América Latina, los lamentos son constantes cuando el gobierno de turno da la espalda a la región. El problema de fondo sigue siendo el de siempre: los gobiernos latinoamericanos siguen sin saber lo que ellos quieren de Washington.
Coincidiendo con los actos de toma de posesión de Obama, la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, se pasea por La Habana en visita oficial a Cuba. No sólo eso. Al día siguiente, el 21 de enero, inicia la parte venezolana de su periplo caribeño, incluida una entrevista con el líder máximo de la revolución bolivariana, el comandante Hugo Chávez. Está claro que la mandataria argentina puede, y debe, verse con quien quiera y cuando quiera. Pero la cuestión de fondo no es esa, sino la de si alguien en su gabinete, o en el ministerio de Exteriores, sopesó los pros y los contras de esa coincidencia de fechas.
Cuando en diciembre de 2007 estalló el caso de Antonini Wilson, con su secuela de acusaciones acerca de un dinero proveniente de Venezuela que habría servido para financiar la campaña electoral kirchnerista, la violenta reacción presidencial habló de una campaña en su contra. ¿Estaremos ahora frente a una campaña de signo inverso o las fechas de las escalas en La Habana y Caracas son pura coincidencia, debido a la previa enfermedad de la presidenta?
Puede que América Latina haya cambiado en los últimos años, puede que, afortunadamente, el liderazgo brasileño comience a jugar el rol que debió haber jugado desde hace tiempo atrás, o puede incluso que México apueste nuevamente por tener un papel importante en América Latina, pero hay cosas que se mantienen inalterables en la región en lo relativo a la relación con Estados Unidos. El imperialismo sigue siendo rentable para algunas opciones políticas, especialmente para aquellas más escoradas hacia el populismo.
Pese a algunas manifestaciones, Chávez sigue en sus trece en relación con "el imperio": Obama, que ya se entromete en los asuntos internos venezolanos, es "la misma miasma de siempre". No se trata solamente de un calentón retórico, sino de la constatación de que sigue requiriendo del antiimperialismo para movilizar a sus huestes de cara al referéndum del próximo 15 de febrero.
El inicio de la presidencia de Obama, en lo relativo a América Latina, estará marcado por la continuidad. Tom Shannon seguirá al frente de los asuntos hemisféricos al menos durante los próximos meses y será el responsable de preparar la Cumbre de las Américas, a celebrar en abril próximo en Trinidad y Tobago. De hecho, ya hace tiempo que en Estados Unidos se trabaja sobre la Cumbre y algunos think tanks están elaborando papeles y discutiendo al respecto. Mientras tanto, ¿qué es lo que están haciendo los distintos gobiernos de América Latina? Con alguna excepción, probablemente México y Brasil, en la mayoría de los casos se esperará hasta último momento y se dejará casi todo librado a la genialidad del presidente/presidenta de turno.
Hay temas que son centrales en la agenda de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, como el narcotráfico (y la secuela de corrupción y daño sembrada por el crimen organizado en sus diversas variantes), las migraciones o los tratados de libre comercio. También hay algunos países que, por diversos motivos, ocupan el centro de la atención del Departamento de Estado, como Cuba, Venezuela, Bolivia, México o Colombia. Frente a ellos, y más allá de algunos pequeños cambios y de ciertos golpes de efecto, lo más probable es que prime la continuidad. Una continuidad que pasa, indudablemente, por lo que señaló Obama de querer que Estados Unidos sea un país más en el vecindario.
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