La naturaleza de la riqueza
En el último de mis comentarios expliqué desde el punto de vista de la economía austriaca las razones por las que era posible llegar a intercambiar un clip rojo por una casa, tal como hizo Kyle McDonald, en una historia que quedó popularizada con el anuncio de un coche.
Pues bien, ante la sucesión de intercambios cabe plantearse legítimamente si hubo realmente creación de riqueza. Tanto el clip rojo como la casa existen, presumiblemente, al principio del proceso, por lo que al final del mismo no hay nada nuevo material, no se ha creado ningún objeto nuevo. Como decía una de las observaciones al comentario "no hubo un incremento en el flujo de energía per cápita y por unidad de superficie habitada y por lo tanto no hubo incremento de riqueza física neta.".
Entonces, ¿se ha producido o no creación de riqueza? La respuesta, desde el punto de vista de la teoría económica, es que sí.
Los principios metodológicos de la escuela económica austriaca son el subjetivismo y el individualismo. El Individualismo Metodológico consiste en que todos los fenómenos económicos se pueden explicar por la conducta humana. El Subjetivismo Metodológico significa que la economía asume como dados los fines y valoraciones realizados por los hombres (sin entrar a discutir si son correctos o adecuados).
En esencia, la escuela austriaca parte de un axioma: el hecho de que los hombres actúan movidos por sus fines. Estos fines se pueden entender como una escala jerarquizada de valores, de forma que las personas dedican sus recursos a cubrir sus necesidades según la prioridad que les marca esa escala. De aquí se deduce que, cuando se produce un intercambio voluntario entre dos individuos, ambos se hacen con un bien o servicio que valoran más que aquello que sacrifican por conseguirlo. Por tanto, tras un intercambio libre, los dos individuos tienen más riqueza que antes de hacerlo.
Así, es claro que la riqueza es un fenómeno meramente subjetivo, completamente dependiente de la valoración de los individuos, e independiente de la naturaleza física u otros atributos de los bienes intercambiados. El oro no constituye riqueza por ser dorado, resistente, maleable, bonito o feo: constituye riqueza porque así lo valora la mayor parte de la gente. Lo mismo se puede decir de cualquier otro objeto material o servicio.
Desde otro punto de vista, meramente material, sería imposible crear riqueza si esta no fuera subjetiva. El hombre no es capaz de crear materia de la nada (el conocido principio físico de que la materia ni se crea ni se destruye, solo se transforma"). Por tanto, todos los recursos que el hombre tiene a su disposición no han variado desde que nuestros primeros ancestros pisaron la Tierra. Así pues, siguiendo el razonamiento materialista, sería imposible que fuéramos más ricos ahora que hace 5.000 años, pues ninguna de las combinaciones que se nos hayan ocurrido ha podido suponer un aumento de riqueza física.
Evidentemente, no es así, pero una vez más debido a un fenómeno subjetivo. Una rueda suponía más riqueza que la madera de la que provenía, simplemente porque era más valorada por aquellas personas que la consideraban de utilidad para transportar cosas. Con el tiempo, solo han progresado aquellas combinaciones de recursos originales que eran más valoradas por los individuos que aquellos por separado o combinados de otras maneras. Y ya sabemos que es la función emprendedora la encargada de guiar este proceso de prueba y error, por los beneficios que puede obtener.
Volviendo al anuncio imposible, se ha creado riqueza indudablemente, puesto que cada uno de los sujetos intervinientes en la cadena tiene ahora un objeto que valora más que el que tenía antes de hacer el intercambio. Por tanto, todos ellos son ahora más ricos. Al principio del proceso, existen el clip rojo y la casa, pero no los tienen los individuos que más los valoran.
De hecho, la única duda que puede surgir sobre este proceso de creación de riqueza tiene relación con la presencia de entidades públicas en el intercambio. En efecto, la última transacción se produce entre Kyle y el ayuntamiento de la ciudad canadiense Kipling Saskatchewan.
Aquí no hay, pues, una transacción libre. Cabe pensar que el citado ayuntamiento se habrá hecho con la casa que cede a Kyle a partir de algún tipo de intercambio involuntario con sus administrados (típicamente, impuestos). Este intercambio supuso posiblemente destrucción de riqueza, ya que la casa era menos valorada por los ciudadanos de dicho ayuntamiento que el dinero que se vieron obligados a aportar para su construcción.
En definitiva, no se puede determinar si en el último intercambio hubo creación de riqueza para las dos partes. Sí la hubo para Kyle, que hizo el intercambio voluntariamente, pero no sabemos si la hubo para los ciudadanos de Kipling Saskatchewan.
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