Ñoñerías y la desagradable realidad

Libertad Digital, Madrid

Ninguna fórmula retórica supone un mayor triunfo de la ingenuidad sobre la experiencia que el término "proceso de paz en Oriente Medio". Aunque, hay que reconocerlo, le sigue de cerca el slogan que sostiene que Israel debe "cambiar tierras por paz".

Dado que todo el mundo parece criticar a Israel por su respuesta militar a los proyectiles disparados contra su territorio desde la Franja de Gaza, yo no voy a ser menos: los israelíes canjearon territorios por paz, pero nunca han recibido la paz, motivo por el que deberían recuperar los territorios que cedieron.

Puede que si los palestinos de Gaza pasan un par de generaciones viviendo en paz bajo la ocupación israelí y otro par de generaciones con tropas israelíes persiguiendo los talones a los terroristas (a los que los políticamente correctos tildan de "militantes"), se creen las condiciones para que los palestinos puedan votar libremente si les gustaría seguir ocupados u obtener su propio Estado (sin los terroristas y sus misiles).

Las cifras totales de bajas por sí solas deberían bastar para demostrar que el pueblo palestino es el mayor perdedor de la situación actual, en la que los terroristas utilizan a la población civil como escudo para disparar sus misiles.

¿Por qué no votan los palestinos a algún representante que acuerde una paz duradera con Israel? Pues porque cualquier candidato sería asesinado por los terroristas mucho antes de las elecciones, de manera que nadie quiere ostentar tan peligroso papel. Por tanto, no sabemos lo que quieren realmente los palestinos, y no lo sabremos mientras estén sometidos a Hamás, Hizbulá y grupos similares. Al margen de lo beneficiosa que sería la paz para los palestinos, ¿qué harían los terroristas en un territorio pacificado? ¿Volverse bibliotecarios o vender muebles?

La denominada "opinión internacional" ha ejercido una influencia negativa para la situación de Oriente Medio. No hay nada más fácil para los europeos que pedir, mientras disfrutan de paz y seguridad en París o Roma, "un alto el fuego" por el hecho de que los israelíes hayan defendido a sus ciudadanos. El momento para detener el fuego sólo debería llegar después de que cesen los disparos de misiles.

¿Para qué sirven los llamamientos al "alto el fuego" y las "negociaciones"? Sólo para rebajar el precio que pagan los terroristas al cometer atentados. Esto no sólo sucede en Oriente Medio sino en otras partes del mundo.

Durante la guerra de Vietnam, mientras el clero estadounidense pedía a gritos "¡Detened los bombardeos!", se prestaba muy poco atención al hecho de que sus suspensiones facilitaban que los norvietnamitas introdujeran más municiones en Vietnam del Sur para a matar a estadounidenses y survietnamitas.

Después de que Argentina invadiera las Malvinas, si la primera ministra Margaret Thatcher hubiese cedido a los llamamientos al "alto el fuego", simplemente habría rebajado el precio a pagar por el Gobierno argentino como coste por la invasión. Retroceda 100 años, antes de que existiesen las Naciones Unidas y antes de que "la opinión internacional" fuera relevante. Una invasión argentina de las Malvinas en aquel momento habría acarreado no sólo el contraataque británico para recuperar las islas, sino contra la propia Argentina.

En cualquier parte del mundo, ofensivas como los que se dan contra Israel en la actualidad no sólo se habrían arriesgado a padecer las legítimas represalias, sino a la aniquilación del Gobierno que ordenó esos ataques.

Hoy, la "opinión internacional" no sólo reduce el coste de las agresiones o del terrorismo, sino que incluso ha llegado a tener en cuenta a quienes dicen ñoñerías sobre que la respuesta a una guerra debe ser "proporcional". Según este razonamiento, no deberíamos haber declarado la guerra a Japón por bombardear Pearl Harbor, sino que tendríamos que haber bombardeado uno de los puertos de Japón y después dejarlo en paz. ¿Alguien cree que sin estos ataques Japón se habría vuelto tan pacífico como lo ha hecho tras el final de la Segunda Guerra Mundial?