Cambio en Cuba
El país compró la idea de cambio, ''change'', que Obama vendió para llegar al poder. Yo también la compré. Yo también quiero cambio. Creo que todos queremos cambio. La situación está color de hormiga. Hay un cambio que aquí, en el sur de la Florida, ya es esperado con gran anticipación: un cambio en la política cubana efectuado por la administración Obama. Cubana de Obama: rima, ¿no? Yo les voy a decir lo que me gustaría. Me gustaría primero que nada que acabe la prolongada agonía del coma-andante, Fidel Castro, y que salga del escenario de una vez por todas. Sin embargo esto no depende de nosotros sino de la voluntad de Dios. Me gustaría en segundo lugar que esta administración explique qué hará en política cubana.
Yo les voy a decir lo que yo haría: acabaría primero con las restricciones a los viajes y envíos a Cuba porque no me parece justo que para castigar a los Castro se castigue a familias en ambos lados del estrecho de la Florida. Nombraría, en segundo lugar, un enviado de alto nivel, un embajador especial cuyo encargo sea promover la democratización de la isla. Si hay enviados de alto nivel para promover la paz entre Israel y Palestina y para encontrar una solución a la presencia de Al Qaida y los talibanes en Afganistán y Pakistán, ¿por qué no un enviado de alto nivel para Cuba? El enviado especial tendría que tener plenos poderes para entrevistarse y trabajar con quien quiera, con Fidel, con Raúl, y la disidencia, dentro y fuera de prisión. El embajador no pisaría la isla si los Castro impidiesen el contacto con los opositores al régimen. En tercer lugar colocaría como objetivo de la misión del embajador especial promover la instalación de un régimen de tran-
sición en la isla, con tres tipos de integrantes: representantes de la disidencia en Cuba, delegados del actual gobierno castrista, y una representación del exilio. Estos tres grupos tienen que tener parte en el cambio por que los tres tienen miedos y ansiedades propias, que hay que calmar.
Si los Castro no quieren aceptar esto, entonces que dejen de soñar con cambios en nuestra política cubana. El régimen de transición llamaría a elecciones verdaderamente libres, donde se pudiesen presentar todos, incluso los castristas, y las celebraría en un plazo prudencial. De allí en adelante, mar abierto, señores, faena de pescadores. Ahora, si los hermanitos Castro no aceptan que ese sea el encargo del embajador especial, too bad, seguimos con el statu quo como está hoy, excepto por la terminación de los límites a viajes y envíos. Así ponemos la pelota en la cancha de los Castro y serán ellos los responsables de lo que pase. En la elección que se dé en Cuba también deberán poder votar los cubanos del exilio. Si los venezolanos en Miami pudieron votar en su elección, si los estadounidenses en el exterior pueden votar en nuestras elecciones, ¿por qué no los cubanos en el exilio?
En cuarto lugar, si los Castro aceptasen el embajador especial con ese objetivo de buscar un régimen de transición en la isla, acabaría entonces, de inmediato, con la política de pies secos-pies mojados. Es una política inmoral, que trata a los cubanos como si fueran aves acuáticas. Es una política de patos, una política plumífera. ¿Qué es eso de pies secos, pies mojados? Los cubanos no son patos, señores, son gente. Si por otro lado Cuba intentase un nuevo Mariel, yo pondría un cerco naval a la isla para impedirlo. Alentaría, en quinto lugar, un Mariel al revés, por vía aérea, el viaje de cuanto cubano quiera a la isla, sin necesidad de permisos del gobierno de allá. ¿Qué es eso de impedir que uno entre a casa?
El gobierno de transición también debe tomar acciones, primera de las cuales será la liberación de todos los presos políticos en la isla y el anuncio paralelo de una amnistía a los castristas, para que no tengan miedo al cambio, para que no tengan razón para impedirlo. Además, no puede haber reconciliación sin aceptación y perdón. La aceptación también debe implicar el reconocimiento de que hay cambios que, después de cincuenta años de castrismo, no serán fáciles de revertir. Hay propiedades que tienen nuevos dueños. Hay que trabajar juntos a ver qué se puede resolver. No va a quedar otro remedio. No se puede llegar a botar a todo el mundo. El cambio va a necesitar de mucho aguante, para todos, aquí y allá, para castristas y anticastristas por igual. Cambios como los que se tienen que dar no podrán darse sin que todos, absolutamente todos, acepten cosas que les serán difíciles de tragar. Necesitaremos una gran capacidad estomacal, y digo necesitaremos, incluyéndome a mí, porque me considero orgulloso miembro honorario del exilio cubano de Miami.
Damas y caballeros, hay que alentar el cambio desde aquí, y hay que alentarlo ya. El lema de Obama, ''Change'', debe aplicarse también a nuestra política estadounidense hacia Cuba. ¿Qué es lo que necesitamos? Cambio. ¿Cuándo lo necesitamos? Ahora. Necesitamos cambio y lo necesitamos ya. Señoras y señores, hay que poner el grito en el cielo para que en Washington y La Habana se escuche nuestro clamor. No solamente podemos, sino que debemos buscar y promover activamente el cambio pacífico en la isla. Todos tendrán que sacrificar algo de lo que quieren para lograrlo. No será fácil. Yo estoy convencido de que el exilio debe encarar esta realidad, exigir el cambio y exigirlo ya. Los medios de prensa en Miami deben empezar ya a contar los días que pasan desde el cambio en Washington al cambio que debe darse en la política cubana de la nueva administración. ¿Cuánto tiempo tomará? No habrá cambio si no ponemos el grito en el cielo. Garantizado. No quiero ser simplista. Sé que mis propuestas son muy grosso modo, pero si no se empieza no se termina. Es hora de empezar. Mar adentro. Duc in Altum.
- 23 de julio, 2015
- 25 de noviembre, 2013
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