Un año de desafíos para la política en Chile
El 26 de enero, los senadores Frei y Gómez se inscribieron para participar en las primarias de la Concertación. El camino a un candidato único de gobierno se va despejando. La perseverancia, tenacidad y cálculo político posicionan al ex Presidente como la más segura opción de ser figura oficial en las díscolas filas de la coalición de gobierno.
2009 marcará un antes y un después en el período de recuperación democrática. Ya es evidente el término de un ciclo y una forma de actuar en política para ambos pactos. En el caso de la Concertación, los objetivos que los unieron desde 1990 se han logrado y hoy afloran diferencias que no consiguen converger en un proyecto político que una a los antiguos socios con la misma fuerza de antaño. La Alianza ha construido consensos y armonía interna, pero a la fecha su propuesta de cambio requiere ser explicitada y comprendida por la sociedad. Por ahora, sólo hay dudas acerca de su contenido y se requiere clarificar sus propósitos y beneficios para lograr la adhesión que hasta ahora no ha conseguido para ser gobierno.
Las debilidades de ambos referentes se demuestran en la apatía por la política de amplios sectores. De lo expuesto, surge el imperativo para los candidatos presidenciales de mostrar una mirada fresca y una propuesta innovadora. Ella debería persuadir y entusiasmar con una visión país que rompa la inercia y sensación de estancamiento que se aprecia.
En este momento nada es definitivo, todo está por jugarse. El mayor reto lo tienen la Alianza y su candidato. Deben vencer la barrera que les ha impedido llegar a la Presidencia rompiendo el continuismo de cuatro gobiernos concertacionistas.
La tarea no es menor. Los tres tercios murieron, el electorado se ubica en una mitad mayoritaria en segunda vuelta y en dos "casi mitades" que en la primera vuelta no logran el 50% más uno de los votos. Un breve recuento que lo avala. Año 2000: Lagos, 47,95%; Lavín, 47,51%; en segunda vuelta el futuro Presidente se alza con el 51,31% y su contendor, que casi lo había empatado, sólo llegó al 48,69%. Año 2005: Bachelet, 45,96%; la suma de Piñera y Lavín, 48,64%, que se transforman en que la actual Presidenta revierte su minoría alcanzando el 53,50% y Piñera baja su votación en 2,14%.
Allí surge el primer desafío para el candidato de la Alianza: ganar en primera vuelta o tener una mayoría importante. Por lo que hemos visto, en la segunda siempre aumenta la votación por el candidato de la Concertación. Todo hace pensar que los votos de candidatos free riders como Arrate, Navarro y otros, así como parte de los votos de Adolfo Zaldívar, tenderían a traspasarse al candidato DC. En este escenario, el senador Frei acogerá a todos los que quieran mantener el poder o vean en su opción el mal menor a sus idearios; allí poca importancia tendrían el proyecto, los valores y objetivos.
La búsqueda de una mayoría importante en primera vuelta exige a Piñera reunir más votos que los habituales del sector. Requiere ampliar los límites de la tendencia histórica enviando un mensaje potente y veraz que entusiasme a gente que hasta ahora no ha votado por la Alianza. Le resulta esencial entregar una propuesta inclusiva y más amplia que los partidos que lo apoyan.
Quien modifique su voto lo hará sólo si está convencido de que su futuro, el de su familia y su entorno serán mejores marcando la opción Piñera. Para triunfar, necesita convencer al electorado de que su proyecto político representa justamente el cambio para el logro de ese fin.
Durante la campaña, el presidenciable y su pacto requerirán un comportamiento ético y respetuoso en el modo, pero fuerte en la acción en dos temas vitales: capacidad de controlar un gasto público muy alto que puede llevar a confundir las acciones del Estado para enfrentar la crisis con la campaña política que apoye el gobierno, y ser capaz de consolidar la cohesión de su propio sector transformándose en factor de unión.
Finalmente, los electores necesitarían ver, conocer y tocar a miles de hombres y mujeres -que representen ese proyecto- con verdadera vocación de servicio público, dispuestos a abandonar sus actuales posiciones para entregar sus capacidades a la solución de los problemas del Chile actual. Una nueva generación, con ansias de "mojar la camiseta" en beneficio de los problemas de la gente, será el mejor argumento político para alcanzar el triunfo que insinúan las encuestas.
Lograr estos objetivos permitiría que la alternancia en el poder -que no es un derecho adquirido- se transforme en realidad después de casi dos décadas.
El autor es PhD. en Ciencia Política y Sociología U. Complutense Madrid
- 23 de enero, 2009
- 21 de septiembre, 2015
- 29 de diciembre, 2024
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