Crisis y responsabilidad
Toda generación debe en- frentar sus propios retos para procurar dejar una mejor situación a sus hijos y nietos. Lamentablemente ese no siempre es el caso. Nuestra generación debe enfrentar el reto de la crisis financiera internacional. ¿Dejaremos soluciones o evadiremos nuestra responsabilidad heredando problemas? Los planes de los gobiernos apuntan a lo segundo.
El Gobierno de Estados Unidos propone un masivo déficit fiscal y endeudamiento público sin precedentes, para “estimular” la economía. El banco central estadounidense ya ha impreso más de mil millardos de dólares incrementales en los últimos cinco meses. Sin saberlo, hemos sido testigos de la más grande falsificación de dinero en nuestra historia. Frente a este “ejemplo”, el resto de gobiernos del mundo, incluyendo Guatemala, copiamos la receta.
Esta generación de estadounidenses hizo y deshizo a su sabor y antojo. Consumió más de lo que ahorraba, se endeudó hasta que ya no pudo pagar sus deudas, y el Gobierno fue el gran vehículo y ejemplo que facilitó que todo ello fuera posible. Déficit fiscal tras déficit fiscal, el Gobierno condujo al país a la crisis financiera que hoy estamos viviendo. Y no contentos con ello, ahora no se quiere aceptar que lo que corresponde es ajustar el nivel de vida a la realidad y no a la fantasía que el gasto público puede crear. No solo no se acepta, sino que el gobierno federal continuará gastando cifras astronómicas que los estadounidenses no poseen. Lo que debería ser obvio no lo es: no se puede ser rico gastando lo que no se posee. ¿Sabe usted cuántos ceros tiene mil millardos?
Se cree que así se dará el “estartazo” que nos regresará al ansiado crecimiento económico. Una increíblemente fácil fórmula solamente comparable con la leyenda del Rey Midas. Mágicamente, los gobiernos han encontrado la fórmula para crear prosperidad. O más bien, pan para hoy y hambre para mañana. Todo ese gasto público es un inmenso espejismo y una inflación esperando explotar. Es una forma de evadir nuestra responsabilidad y pasar la factura a la siguiente generación. Es, por sobre todo, irresponsable e inmoral. En resumen, es algo que solamente los políticos pueden hacer.
Desde Obama hasta Colom, no podemos seguir creyendo en la palabra de políticos que se benefician personal y políticamente de un cada vez más abultado gasto público. No podemos continuar heredando pobreza e inflación a las futuras generaciones. Como padres, nunca lo haríamos con nuestros hijos. Como ciudadanos, no podemos permitir que el Gobierno lo haga. Debemos enfrentar la crisis con responsabilidad, trabajando más y mejor para superarla. No podemos apostarle a una “alquimia económica” que nos engaña señalando al déficit fiscal como fuente de prosperidad.
- 23 de julio, 2015
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