Señor Presidente
“Usted no puede crear prosperidad desalentando la iniciativa propia. Usted no puede fortalecer al débil, debilitando al fuerte. Usted no puede ayudar a los pequeños, aplastando a los grandes. Usted no puede ayudar al pobre, destruyendo al rico. Usted no puede elevar al asalariado, presionando a quien paga el salario. Usted no puede resolver sus problemas mientras gaste más de lo que recibe. Usted no puede promover la fraternidad de la humanidad, admitiendo e incitando el odio de clases. Usted no puede garantizar una adecuada seguridad con dinero prestado.
Usted no puede formar el carácter y el valor del hombre quitándole su independencia (libertad) e iniciativa. Usted no puede ayudar a los hombres permanentemente, realizando por ellos lo que ellos pueden y deben hacer por sí mismos”. Son expresiones del presidente Reagan, (1992), originales del Pastor William H. Boetcker, (1873-1962).
Tampoco repetir ni practicar la prédica perversa, corrupta y falaz de Lenin (1870-1924), que incita al caos, promueve el totalitarismo, vulnera la ética y atropella a los derechos humanos:
“El propagandista debe usar el desempleo para explicar la naturaleza de la crisis capitalista; el agitador debe mostrar la muerte de un desempleado. El capitalismo (neo-liberalismo) refleja la falta de sensibilidad ante la contradicción entre el crecimiento de la riqueza y el incremento de la pobreza.
“Debemos apoyar, con las luchas callejeras, demandas que no tienen posibilidad de resultados. Lo principal es la propaganda y la agitación en todos los estratos sociales. Nuestra tarea es utilizar cualquier manifestación de descontento, no importa cuán pequeña sea. La exposición económica es la declaración de guerra contra los propietarios de las empresas. Nuestro negocio como publicistas de la Social Democracia es profundizar y expandir la lucha política y la agitación política. Hay que estar en contra de la libertad de crítica. Se debe usar la acción policial para darle a la lucha económica carácter político”.
Pues, como dijo Winston Churchill, que le salió al paso: “Si el problema del capitalismo es la desigual distribución de la riqueza, la virtud del socialismo es la igual distribución de la miseria”.
Más bien, debemos todos recordar lo que dijo Lincoln, en Gettysburg: “Nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación, concebida en la libertad y consagrada al principio de que todas las personas son creadas iguales.
El mundo nunca podrá olvidar lo que ellos aquí hicieron. Somos nosotros los que debemos consagrarnos a la tarea inconclusa de avanzar. Somos nosotros los que debemos consagrarnos a la gran causa por la que ellos dieron su vida; que resolvamos aquí firmemente que estos muertos no habrán muerto en vano; que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de la libertad; y que el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, no desaparecerá de la Tierra.
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