Israel: Un horizonte colmado de desafíos
JERUSALEN.- De confirmarse la tendencia que marca un claro predominio de la derecha en las urnas, el primer gran desafío en la nueva etapa que se abre en Israel será el que tendrá que superar el presidente Shimon Peres, encargado de encomendar la formación de una nueva coalición al diputado con mayores probabilidades de lograrlo.
En términos de bloques, el Likud quedó situado como el partido más fuerte gracias a sus alianzas en el Parlamento (Knesset). Sin embargo, según los sondeos en boca de urna, el partido Kadima fue el que logró el mayor caudal de votos, por lo que su líder, Tzipi Livni, debería ser designada primera ministra.
La solución más fácil sería que el Likud y Kadima optaran por formar un gobierno de unidad nacional. Los resultados definitivos indicarán quién debería liderar esa coalición. Está, también, la opción de la rotación del poder entre un partido y el otro, una fórmula ya usada en el pasado en Israel.
La selección del próximo líder de Israel determinará también la forma en que se lidie con los desafíos a los que se enfrenta el país, que no desaparecieron ni cambiaron por más que los israelíes hayan estado concentrados en la campaña y en las elecciones. Diferente será enfrentarlos con Livni a cargo del poder que con Benjamin Netanyahu, conductor del Likud, en el Ejecutivo.
De todas formas, en estos momentos, es difícil imaginar cómo Livni lograría formar gobierno. Matemáticamente, su única opción es aliarse con el Likud y el laborismo. De lo contrario, no tendría la mayoría necesaria en el Parlamento.
En el caso de que Netanyahu sea el primer ministro, diferente sería su gobierno si estuviese conformado por Kadima y quizá también el laborismo a que su administración fuese un bloque de derecha, en el que el Likud sería el elemento más centrista de todos.
Cualquiera que sea el o la premier, el tema que no le dará respiro será la tensión con los palestinos. Su desenlace no está claro y parece que Hamas esperaba conocer la identidad del ganador en Israel y las especulaciones sobre el rostro de la futura coalición para sellar -o no- una tregua duradera.
De todos modos, incluso si se pacta una tregua eso no equivaldrá a una solución del "problema" Hamas. En Israel se tiene claro que un cese al fuego ahora significa un enfrentamiento más adelante, ya que se estima que el movimiento islamista lo usaría para armarse y no para calmar la situación.
Eso lleva a un dilema de fondo para el futuro gobierno: ¿tener a Hamas eternamente como enemigo o aceptar en algún momento negociar con la organización? Esto está relacionado íntimamente con la problemática que supone la Autoridad Nacional Palestina. Por un lado, el presidente Mahmoud Abbas, que gobierna Cisjordania, está declaradamente a favor de una solución negociada con Israel y contra el terrorismo. Sin embargo, no es suficientemente fuerte; no representa, de hecho, lo que sucede en la Franja de Gaza, y no logrará imponer un acuerdo con Israel en el que haga concesiones.
De fondo está el tema que realmente puede suponer una amenaza existencial para Israel: Irán. Un enemigo como Teherán, opuesto a la existencia misma de Israel y encabezado por el extremismo religioso, podría constituir una verdadera amenaza para el Estado judío.
En Israel la percepción es que se acaba el tiempo para frenar el plan nuclear de Irán. El nuevo gobierno israelí puede tomar una actitud pasiva y esperar los resultados de la presión internacional y los esfuerzos diplomáticos de Washington. Nadie descarta tampoco que el futuro premier opte por la alternativa militar.
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