Bolivia: ¿Vienen los rusos?
En términos geopolíticos, las reservas más importantes del Cono Sur de Latinoamérica están bajo control de la Federación Rusa. Desde el 2006, el Gobierno ha estado promoviendo la presencia de Gazprom en el país. El instinto político gubernamental aconsejaba una relación con Gazprom, la importante empresa gasífera rusa, porque, como estamos encaminados a un socialismo comunitario para sus bases, los movimientos sociales, lo ruso todavía tiene el agradable tufo del extinto sistema comunista y la añoranza de la gran Unión Soviética.
Pero, ¿qué es Gazprom? Indudablemente, Gazprom es la empresa gasífera más grande del mundo en reservas, producción y volumen de ventas. Al 2007, Gazprom contaba con una reserva de 960 TCF, casi el 15% de las reservas mundiales. Inicialmente era una empresa estatal que en 1993 fue convertida en una corporación por acciones en las que el Estado ruso tiene un 50%. Empresas alemanas tienen el 6% y el resto, innumerables accionistas. Sus acciones cotizan en las bolsas importantes del mundo.
Esta megaempresa tiene cerca de 500 mil empleados solamente en Rusia. Las ventas anuales fueron por más de 60.000 millones de dólares (antes de la crisis). Suministra algo más de 20 TCF anuales (el total de las reservas bolivianas) a los mercados internos rusos y para Europa (56% y 44%, respectivamente). El 30% del consumo de gas de Europa proviene de Gazprom. Toda la comercialización del gas que vende es a través de más de 25.000 km de gasoductos, entre ellos los mayores del mundo. A partir de marzo empezará a proveer con LNG desde las plantas de Sakhalin, donde en forma no muy cristiana ha logrado la mayoría accionaria y operación de ese proyecto. Los mercados serán Japón y la costa occidental de EEUU (¿hace recuerdo al proyecto que teníamos el 2003 y que ha sido casi sepultado por la revolución cultural y democrática, verdad?).
La pregunta es si los intereses de Gazprom son compatibles con los de YPFB. Parecería que sí y no.
Eliminando parcialmente las subvenciones para gas interno, rápidamente, después de 1993, Gazprom se convirtió en una empresa rentable. Desde entonces las relaciones con Ucrania han sido difíciles. Esa ex república socialista, aprovechando ser territorio de paso a Europa, ha insistido en pretender los precios del gas subvencionados de la extinta Unión Soviética. No obstante que ese conflicto aflora casi cada año y el último le ha costado a Gazprom más de un billón de dólares, Gazprom es un éxito comercial sin precedentes para Rusia. Frente a eso, temprano en su administración, Putin llegó al convencimiento de que el gas natural podía ser el mejor instrumento para devolver a Rusia su rol protagónico en el escenario internacional, y para esos fines Gazprom podía ser el instrumento ideal. Así, Gazprom tiene dos caras. La comercial, al perfecto estilo de empresa transnacional, y la de agencia de política exterior de la Federación Rusa.
Lo anterior explica por qué un mes atrás Gazprom notificaba que no podía invertir en Bolivia por falta de garantías legales y la semana pasada firma con YPFB un convenio para establecer un instituto de investigación gasífera y un convenio, que no se conoce públicamente, por el cual Gazprom certificaría las reservas bolivianas y prepararía conjuntamente con YPFB los planes de desarrollo de la industria hasta el 2030. Como puntada final, nuestro Primer Mandatario viajará a Moscú el próximo 16 con el propósito de firmar varios convenios en ese país.
La explicación es simple. Gazprom, la empresa transnacional, ha sufrido una pérdida espectacular en las bolsas a raíz de la crisis que estamos viviendo. De ser la tercera empresa petrolera mundial hasta la fecha, ha caído al puesto 11 después de sufrir una devaluación del 74% del valor de sus acciones, de 330 mil a 80 mil millones de dólares. Ahora, ese Gazprom tiene que ser más cuidadoso en sus inversiones.
Por el contrario, las acciones del Gazprom político han subido a raíz de la reunión de los países exportadores de gas en Moscú. En esa ocasión recibió el pedido boliviano de ayudarle para certificar sus reservas. Con fino pulso político ha añadido la creación de un instituto de investigación y el planeamiento conjunto con YPFB del desarrollo de la industria gasífera boliviana hasta el 2030. Medidas muy inteligentes: no invierte grandes sumas, pero logra una especie de control del desarrollo gasífero boliviano. Informan cuánto gas tenemos (reservas) y nos ayudan a planear el uso de las mismas. En términos geopolíticos, las reservas más importantes del Cono Sur de Latinoamérica están bajo control de la Federación Rusa. Lo irónicamente genial es que las reservas de Gazprom son certificadas por DeGolyer and MacNaughton, firma que fue prácticamente echada fuera de Bolivia el 2006.
Sea como sea, el 16 se realizará el primer viaje de un presidente boliviano electo a Rusia. Ojalá que no sea para comprar armamento, como lo hace nuestro inefable presidente Chávez. Nosotros no necesitamos y estamos yescas.
Pero, ¿vienen los rusos a, efectivamente, desarrollar la industria gasífera boliviana? Todavía no. De ninguna manera quisieran crear una competencia a su producción de LNG en Sakhalin, que está estratégicamente ubicada para abastecer la costa oeste de Norteamérica que pudo y todavía podría ser abastecida con gas boliviano.
Como ambos gobiernos están jugando a la política (en diferentes tableros), habrá grandes declaraciones y las ansiadas fotos estrechando manos con Medvédev y Putin, con la Plaza Roja como telón de fondo.
Carlos Miranda P. es Ingeniero petrolero y fue superintendente de Hidrocarburos.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
- 24 de diciembre, 2024
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