Guatemala: Coqueteo con un tirano
El Gobierno de Guatemala, mediante su actual presidente, Álvaro Colom, se ha encargado de de-sprestigiar totalmente la ya devaluada Orden del Quetzal al otorgársela al cruel dictador Fidel Castro. El vicepresidente Rafael Espada defendió el acto diciendo que era un agradecimiento al pueblo cu-bano por la ayuda de los médicos cubanos que han venido a Guatemala a prestar sus servicios. ¡Vaya ingenuidad!
Fidel no recibió al mandatario. La distinción la recibió su hermano Raúl, cómplice de ese régimen de terror que ha imperado en Cuba desde hace medio siglo.
Por si esto fuera poco, el mandatario ha pedido perdón a los cubanos por la frustrada invasión de Playa Girón, en Bahía Cochinos, cuyo fracaso se debe al retiro de último momento del plan de apoyo del entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy.
Fidel Castro se declaró marxista-lenista en diciembre de 1961 y adoptó el comunismo para Cuba. Abolió la libertad y la propiedad privada y obligó a los cubanos a servir sin posibilidad de objeción de ninguna clase al gobierno de la revolución. Los cubanos se convirtieron en esclavos. Quien se oponía ideológicamente o tenía ideas contra el régimen, aunque fueran democráticas, era perse-guido, torturado, encarcelado, y muchos terminaron asesinados. La justicia se distorsionó y la única forma de mantener al pueblo sumiso era basándose en la fuerza, terror y control.
Los tan afamados sistemas de educación y salud de los que muchos se jactan no son más que pura propaganda política del régimen terrorista, ya que Cuba era uno de los países con mayor índice de edu-cación y salud antes del régimen dictatorial de los Castro, y lo que hoy tienen es pura indoctrinación, no educación. Los alumnos son esclavos que deben repetir lo que el régimen les impone. No pueden leer los libros que quieran ni comentarlos en discusiones abiertas. Tampoco funciona ese sistema de salud. Han indoctrinado a muchos médicos, pero no tienen trabajo, no hay medicinas y los hospitales para el pueblo se están cayendo por falta de mantenimiento.
Me extraña que nuestro presidente, Álvaro Colom, siendo tan democrático como hasta ahora parecía ser, avale las atrocidades de uno de los más crueles dictadores que han existido en la his-toria de la humanidad. Cuando los Castro ya no estén en este mundo y Cuba recobre su libertad, saldrán a luz todos esos abusos y crímenes que hábilmente se han ocultado, aunque sólo los in-genuos se creen todas esas mentiras.
Al preguntarle al Presidente sobre la razón de darle esta orden a Fidel Castro, cuando él tuvo mucho que ver con el derramamiento de sangre por parte de los terroristas de la guerrilla guatemalteca, contestó que tiene cuatro muertos en su familia por ese conflicto, pero que ya perdonó. Yo creo que no ha perdonado aún, pues con sus acciones está metiendo más el dedo en una llaga que no ter-mina de sanar. Está faltando el respeto a muchos otros que perdieron familiares por secuestros y asesinatos impunes por parte de criminales que justificaban sus fines utilizando cualquier medio. Está faltando el respeto a todos los familiares de los soldados caídos en combate. Le ha faltado el respeto al pueblo de Guatemala, que ya ha aguantado tanta violencia y desprecio.
Creo que estos actos son imprudentes. Se puede comercializar con los cubanos e intercambiar ayudas, pero no avalar a un gobierno dictatorial ni a su régimen de terror.
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