Guatemala: Presidente condecora a un terrorista
El presidente Álvaro Colom condecoró con la Orden del Quetzal a uno de los más abominables terroristas internacionales que conoce la historia universal. Ese terrorista es Fidel Castro, quien gobernó Cuba desde enero del año 1959, hasta febrero del año 2008 (aunque desde julio del año 2006 gobernaba provisionalmente su hermano, Raúl Castro). La obra terrorista de Fidel Castro se consumó en Angola, Bolivia, Chile, Colombia, El Salvador, España, Irlanda, Nicaragua, Perú, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela; y también en Guatemala, con vigoroso furor destructivo, durante casi tres décadas.
Fidel Castro creó escuelas de terrorismo profesional, de las cuales egresaron miles de terroristas de varios países, entre ellos Guatemala. Dotó, a los terroristas, de los más eficaces recursos destinados a provocar terror. Fue anfitrión de algunos de los más ominosos terroristas del mundo. Cooperó con los países generadores de terrorismo, para que incrementaran su eficacia terrorista. Permitió que Cuba fuera sede de organizaciones terroristas, y refugio de terroristas. Convirtió a Cuba en fabricante de armas químicas y biológicas destinadas a terrorismo. Publicó libros con didácticas instrucciones para ejecutar actos terroristas. Patrocinó conferencias internacionales cuya finalidad era incrementar el terrorismo, en África, América y Asia. Colaboró con los actos terroristas cometidos en Estados Unidos de América, el 11 de septiembre del año 2001. Y convirtió a Cuba en uno de los siete principales Estados terroristas del mundo.
El terrorismo consiste en provocar miedo intenso para lograr una finalidad política. Un medio predilecto para provocar ese miedo es amenazar la vida; pero no tanto la vida del enemigo al cual se intenta atacar, sino la vida de seres humanos inocentes. Hasta puede afirmarse que la eficacia del terrorismo es directamente proporcional al número de víctimas inocentes. Precisamente el terrorismo satánico o el satanismo terrorista de Fidel Castro provocó la muerte de decenas de miles de inocentes.
El presidente Colom no sólo condecoró a uno de los más abominables terroristas que conoce la historia universal. Condecoró también a un supremo enemigo de la libertad; a un implacable destructor del derecho; a un infatigable productor de odio a la democracia; a un novedoso monárquico tirano; a un repulsivo engendro de la miseria moral; o a un multiplicador de reos políticos torturados o asesinados. Condecoró al mal mismo.
Consumada la condecoración, el Quetzal se suicidó. La Ceiba abatió sus ramajes. La Monja Blanca se marchitó. La letra del Himno Nacional fue oración fúnebre; y su música fue silencio nacional. La Constitución Política prohibió que el presidente Colom fuera representante de la unidad de la nación; y la historia prometió condenarlo. José Martí lloró. Y la Orden del Quetzal alberga ahora una maldición, que cesará cuando Fidel Castro sea despojado de ella.
Post scriptum. En el año 1999, Álvaro Colom fue candidato presidencial de un partido político que fundaron ex guerrilleros terroristas, financiados por Fidel Castro.
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