Todos vivimos en libertad condicional
Mi padre tenía un amigo, cuando yo era aún muy niño, llamado Dante Di Liberto. Hace más de 50 años se fue a vivir a Vancouver, en Canadá. No he vuelto a saber de él, pero lo recuerdo por lo buena gente que era. Tenía ese don de sentirse a gusto consigo mismo a pesar de que, como lo indica su nombre, parece haber descendido de esclavos. Los ''libertos'' eran esclavos liberados en la Roma antigua.
Pensando en Dante Di Liberto me di cuenta de que todos venimos del mismo origen. Los esclavos en la antigüedad no eran sólo negros. Eran de todos los colores. Los árabes apreciaban de manera muy especial a los esclavos rubios y de ojos azules. Escandinavos, galos y teutones sirvieron de esclavos a los romanos. Los antiguos griegos, a quienes les atribuimos los orígenes de nuestra democracia actual, eran muy democráticos: ellos esclavizaban a cualquiera, sin distinción de raza o procedencia. La esclavitud estaba tan extendida que todos descendemos de esclavos, todos sin excepción. Todos también descendemos de santos y criminales.
Las matemáticas no engañan. Yo desciendo de dos, mi papá y mi mamá. A través de mis padres desciendo de cuatro abuelos. Por mis abuelos desciendo de 8 bisabuelos, 16 tatarabuelos y 32 tataratatarabuelos. Esos 32 descienden de 64 que vienen de 128 que salen de 256 que se originaron en 512 personas que nacieron de 1,024 cuyos progenitores fueron 2,048 que vienen de 4,096 que descienden de 8,192 que necesitaron la acumulación de 16,384 personas para ellos haber nacido. Luego los números empiezan a correr: 32,768 vienen de 65,536 que vienen de 131,072. De allí pasamos a 262,144 y 524,248 respectivamente, hasta que llegamos en 19 generaciones a descender de 1,048,496, un millón cuarenta y ocho mil cuatrocientos noventa y seis personas. Luego, en la vigésima generación, descendemos de 2,096,992 personas. Si calculamos que el tiempo de una generación es 25 años, veinte generaciones son 500 años. Para que nosotros hayamos nacido hoy, hace 500 años tuvieron que copular 2 millones 96 mil 992 personas. Hace 750 años, en trigésima generación, descendemos de 4,294,639,616 personas. Cuatro mil doscientos noventa y cuatro millones seiscientas treinta y nueve mil seiscientas dieciséis personas, ¡y eso hace sólo 750 años!
Si nos remontamos al tiempo de Cristo, venimos de verdaderamente todito el mundo. Para que nosotros vivamos hoy tuvo que copular la población del mundo entero. Descendemos de todos, toditos, toditititos. Algún chino que llegó a Europa con Gengis Khan tiene que haber tenido hijos con alguna europea y en consecuencia todos los europeos de hoy están emparentados con todos los chinos que hay. Marco Polo o alguno de sus acompañantes tiene que haber tenido hijos con alguna china y todos los chinos están en consecuencia emparentados con todos los europeos también. Y así con los negros y los esquimales, con los indígenas de los Andes y la Patagonia chilena. Somos todos verdaderamente hermanos y todos venimos de lo mejor y de lo peor a la vez, de esclavos y de esclavistas también. No sólo eso: podremos no saberlo, pero la mayoría en este mundo de hoy vivimos a un solo paso de la esclavitud. La razón es muy sencilla: que la mayoría, la gran mayoría, vivimos poseídos, y los que no estamos poseídos estamos sólo en libertad condicional.
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