¿Laburaste alguna vez en tu vida?
El verbo "laburar" figura en el diccionario de la Real Academia Española, el cual de todos modos aclara que se trata de una expresión coloquial utilizada en Argentina y en Uruguay. Significa trabajar.
Dicho término, derivado del italiano "lavoro" y que forma parte del lenguaje popular rioplatense, o "lunfardo", es también muy utilizado en el tango, como ya verá.
Se usa mucho en la calle, pero rara vez en un libro de economía…, práctica recientemente adoptada por el prestigioso economista argentino Juan Carlos de Pablo en su ensayo "Levantemos la puntería", que versa sobre política y economía.
Es que tal como usted imagina, la falta de puntería, y no estoy hablando de fútbol…, dista de ser un problema exclusivo de los cuscatlecos.
Relata el autor que cuando conoce a alguien lo primero que trata de descubrir, naturalmente con sutileza, es si tal persona habrá trabajado alguna vez en su vida, si habrá tenido algo a su cargo, ya sea una empresa, un club, un velero. O una pupusería.
Y remata diciendo que si llega a la conclusión de que dicha persona nunca pasó por la (a veces angustiosa…) experiencia de "tener que pagar una quincena", probablemente no continúe con la conversación. El profesor de Pablo no podría cruzar palabra con la mayoría de los aquí llamados, en un alarde de imaginación, "padres de la patria".
Es importante distinguir entre "trabajar" y "estar ocupado", sutil pero crucial diferencia que explica el estancamiento económico sufrido por América Latina durante el Siglo XX.
No me refiero a los empresarios o ejecutivos incapaces de delegar actividades, que quieren estar en todo, confundiendo agitación con movimiento…, o hiperactividad con productividad. Que los hay.
La referencia es a quienes, muchas veces en contra de su voluntad, se ven obligados a estar siempre pendientes de lo que va a decidir algún ministro en las próximas horas: si habrá o no devaluación de la moneda, si se mantendrán las reglas de juego o si a algún funcionario se le ocurrirá prohibir el comercio.
Las circunstancias lo obligan a tener más interacción con su responsable financiero y su abogado que con quienes se encargan de la producción y de las ventas de la empresa. Está demasiado "ocupado" como para "trabajar".
Por el contrario, en los países que prosperan los empresarios o ejecutivos no necesitan estar tan ocupados en actividades palaciegas…, pudiendo dedicar sus energías a combinar eficientemente los factores productivos para satisfacer los gustos de los consumidores.
Es decir, a interactuar más con los encargados de producción y de ventas. Pueden "trabajar" porque no están demasiado "ocupados".
Nunca faltan los moralistas de cafetín, muchos de ellos economistas o políticos, que critican a quienes ante tal escenario asignan una gran parte de su tiempo "a estar ocupados" en vez de "a trabajar": en muchos países de la región esa ha sido la única forma de sobrevivir, y sería ingenuo pretender que alguien actúe en contra de sus intereses.
Por ello, a la hora de diseñar políticas económicas es vital basarlas en instrumentos generales, con normas claras, sin excepciones y sin excesivas regulaciones. Así habrá empresarios y ejecutivos "trabajando".
Si en cambio las reglas son discrecionales y las regulaciones son a medida…, los empresarios y ejecutivos estarán "ocupados" en no perderlas.
Por estos días, en que está tan de moda ladrarle al sistema de mercado, es válido parafrasear la expresión de Churchill acerca de la democracia, diciendo que "el capitalismo es el menos malo de todos los sistemas económicos conocidos". Y es el único que permite corregir sus imperfecciones.
¡Ah!, ¿el uso de la palabra laburo en el tango? "Si es lo mismo el que labura/ noche y día como un buey/ que el que vive de las minas/ que el que mata o el que cura/ o está fuera de la ley". Así termina el tango "Cambalache".
Como el que algunos parecieran tener adentro de sus cabezas.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy
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