Bobby Jindal, el hombre que le plantó cara al despilfarro de Obama
El Gobernador de Luisiana Bobby Jindal -elegido para dar la réplica Mardi Gras de los Republicanos al presidente Obama- también podría salir elegido como el hombre menos dado a dejar todo como está. Menudo, serio, profundamente religioso y supinamente trabajador, Jindal no se asemeja ni a sus ostentosos predecesores en la gobernación, ni a sus entretenidos contemporáneos de treinta y tantos en Bourbon Treet.
De alguna manera el presidente de la clase ganadora de la feria de ciencias, ratón de biblioteca y vigilante de pasillos, se ha hecho con el control de Nueva Orleáns. Y su llegada ha supuesto una inspiración para los frikis de la política en todos los lados.
En una reciente reunión de activistas conservadores, Jindal no tuvo mucho que decir acerca de sus opiniones sociales tradicionales ni su atractiva historia personal. En su lugar, dio rienda suelta a un torrente sustancial y fluido de propuestas y logros políticos, ocupándose de la prosperidad de la población activa, las refinerías de biodiesel, los centros de control de calidad, los medios digitales, las cláusulas de sanidad privada de Medicare, y las renuncias estatales al CMS (sea lo que sea).
Algunos comparan a Jindal con Obama, pero el nuevo presidente siempre se ha visto más atraído por los tópicos que por la política. Rush Limbaugh ha elegido a Jindal "el próximo Ronald Reagan.” Pero Reagan disfrutaba pintando sobre un lienzo ideológico amplio. En persona, el estilo de Jindal recuerda más al de otro presidente reciente: Bill Clinton. Como Clinton (colega Rhodes Scholar), Jindal tiene la capacidad de saturar cualquier tema con datos y argumentos escrupulosos — mostrando un dominio del detalle que inspira confianza. Ambos hablan de asuntos políticos complejos con la intensidad apasionada de los debates del colegio mayor a última hora de la noche.
En los últimos días, Jindal ha manifestado otro rasgo del líder: equilibrio ideológico. Él se muestra muy crítico con la teoría económica del paquete de estímulo y rechazó 98 millones de dólares en asistencia al desempleo destinados a su estado -prestaciones que habrían impuesto subidas corporativas de los impuestos en Luisiana. Pero al contrario que esos gobernadores Republicanos que toman parte en ostentosos discursos anti gobierno, Jindal aceptaba la financiación al transporte y otros recursos del estímulo- manifestando una capacidad de discriminación programa a programa que le será de utilidad en el espacio de la administración. Jindal logra respetar lo básico sin perder de vista los detalles.
Aunque Clintoniano en su estilo, su conocimiento y su sofisticación política, Jindal no es ideológicamente dúctil. Su agresiva ascendencia de inmigrante asiático claramente le ha enseñado a no pasar desapercibido sino a destacarse. Viene tendiendo a unirse a minorías pequeñas y en desventaja — como los College Republicans de la Universidad de Brown. Se convirtió a un catolicismo tradicionalista, en una nación en la que el anti-catolicismo se ha dado en llamar "el último prejuicio aceptable.” Jindal, acusado en ocasiones de excesiva asimilación, ha manifestado en la práctica implacable independencia contracultural e intelectual.
Pero esto le ha granjeado cierto entusiasmo inesperado. En Luisiana, Jindal es el niño bonito de las iglesias evangélica y charismática, donde con frecuencia relata su historia de conversión. Un funcionario Republicano de Luisiana ha comentado, "La gente piensa en Bobby Jindal como uno de los nuestros.” Piénselo un momento. En algunas de las comunidades Protestantes más conservadoras, en uno de los estados más conservadores de América, Piyush “Bobby” Jindal, ferviente católico de padres procedentes del Punjab, es considerado "uno de nosotros.”
Esto es un importante avance político. También es indicación de lo que se ha dado en llamar "ecumenismo de trinchera" — la notable alianza entre católicos y evangélicos en asuntos de índole moral como el aborto o los valores familiares frente a un secularismo agresivo. Hace 200 ó 300 años, las diferencias entre católicos y protestantes constituían una fuente de violencia. Hace dos o tres décadas, muchas iglesias protestantes conservadoras cuestionaban si los católicos eran considerados cristianos correctamente. Si Jindal se postula para presidente en tres o siete años, será visto mayoritariamente como la opción evangélica.
En última instancia, sin embargo, Jindal es un empollón de problemas aficionado a explicar planes políticos de 31 cláusulas (su propuesta de reforma ética del estado contenía realmente 31 cláusulas). Esto puede tener desventajas — ausencia de conexión humana y visión organizativa. Pero este enfoque también tiene ventajas. Jindal es un innovador político genuino. “Sus reformas,” dice Yuval Levin, del Centro de Política y Ética Pública, "son lo único constructivo que están haciendo los Republicanos en todo el país en materia de sanidad.”
Y el historial de Jindal, su confianza intelectual y respeto a la cadena de mando le convierten en el anti-Palin. Justa o injustamente, los medios y la élite intelectual (incluyendo a parte de la elite conservadora) consideran a la Gobernadora Sarah Palin como una marciana procedente de otro planeta cultural. Jindal, aunque también religioso y conservador, practica el lenguaje de la clase profesional y no será caricaturizado o despreciado con facilidad. Para los periodistas, los tertulianos políticos y los Rhodes Scholars, Jindal es también "uno de los nuestros.”
En este momento del periodo electoral, ningún Republicano puede ser considerado el hombre del momento con mayor propiedad. Pero este además resulta atrayente.
© 2009, Washington Post Writers Group
- 23 de enero, 2009
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