El Manifiesto Obamista
<no –="–"
La primera parte del discurso, que justifica sus esfuerzos de estabilización económica, fue simple economía doméstica. La crisis económica es para Obama un rompecabezas tecnócrata que es imperativo solucionar porque de lo contrario él perderá el favor de la opinión pública.
Al contrario que la mayoría de los presidentes, sin embargo, él no codicia el favor popular porque sí. Algunos hombres se convierten en presidentes para ser alguien, otros para hacer algo. Es esto lo que diferencia, digamos, a un Ronald Reagan de un Bill Clinton. Obama, que en su momento observó que Reagan alteró la trayectoria de América mientras que Clinton no fue capaz, se ve a sí mismo como un Reagan.
Reagan llegó al poder para hacer algo: reducir el tamaño del gobierno, bajar los impuestos, reconstruir la capacidad defensiva estadounidense. Obama dejó claro la noche del martes que tiene intención de ser igualmente transformador. Sus tres metas: sanidad universal, educación universal, y una nueva economía energética ecológica considerablemente financiada y regulada por el estado.
(1) Obama quiere ser a la sanidad universal lo que Lyndon Johnson a la seguridad social de la tercera edad. Obama ha prescindido públicamente de su predilección anunciada en tiempos por un sistema de fondo común como en Canadá o Gran Bretaña. Pero esto se debe a motivos prácticos. En América, no se puede llegar hasta ahí desde donde estamos de manera directa.
En lugar de eso, Obama creará el paso intermedio que conducirá final e inevitablemente al sistema sanitario de un fondo común. La forma de hacerlo será crear un sistema reformado que conserva un sector de sanidad privada pero que ofrece un plan nuevo de control público (basado en las prestaciones ofrecidas a los miembros del Congreso) tan relativamente atractivo que la gente abandone voluntariamente el sector privado, asfixiándolo paulatinamente de esta forma. El resultado final es un sistema de medicina totalmente socializada. Esto no sucederá probablemente hasta mucho después de que Obama haya abandonado la presidencia. Pero será recordado correctamente como su padrino.
(2) Más allá de la sanidad pública desde la cuna hasta la tumba, Obama quiere una educación pública desde la cuna hasta el despacho. Quiere muchas más partidas económicas públicas, deducciones fiscales y demás garantías financieras destinadas a la educación superior — otra escala con destino a otro derecho social federal universal. Él elogiaba al país por crear la educación intermedia gratuita durante la Revolución Industrial; quiere que nos pongamos en marcha camino de hacer lo mismo a la educación superior durante la Era de la Información.
(3) Obama quiere ser a la energía ecológica lo que fue John Kennedy a los viajes a la luna, su visionario y creador. Comienza por la creación de un sector energético ecológico dirigido por el gobierno y subvencionado por el gobierno, al cual la administración destinará a fondo perdido miles de millones de dólares sacados del paquete de estímulo y miles de millones de dólares más procedentes de los próximos presupuestos.
Pero limitarse a elegir quién recibe los fondos y quién no a duras penas basta para un presidente que se ve a sí mismo como figura histórica mundial. De ahí el sistema de intercambio de emisiones que propuso la noche del martes, que reestructurará de manera masiva el sector industrial estadounidense y que dará lugar a un sector energético estrictamente regulado.
Estas revoluciones en sanidad, educación y energía no son simplemente esperanzas abstractas. Ya han cobrado forma en el colosal paquete de estímulo de 787.000 millones de dólares de Obama, una gigantesca ampliación del gasto social que constituye la entrada para el plan de remodelación del contrato social estadounidense de Obama.
Obama entiende la crisis económica actual como una oportunidad. Lo ha dicho abiertamente. Y ahora conocemos qué oportunidad quiere explotar. Igual que la Depresión dio lugar a las condiciones psicológicas y políticas propicias para la transformación de América a manos de Franklin Roosevelt del liberalismo hasta los inicios del estado del bienestar, la presente crisis da a Obama la cancha política para impulsar el estado del bienestar estadounidense aún (relativamente) modesto hacia la social democracia de corte europeo.
En la Unión Europea, el gasto público ha descendido ligeramente, del 48% al 47% del PIB a lo largo de los 10 últimos años. En Estados Unidos se ha disparado del 34% al 40%. Parte de este crecimiento explosivo del gasto público norteamericano plasma las intervenciones de urgencia realizadas en el sector privado por una administración Republicana. Pero la intencionalidad clara era llevar a cabo la intrusión masiva en el sector privado de forma temporal y apartarse tan rápidamente como fuera posible. Obama alberga ambiciones radicalmente diferentes.
La diferencia entre Europa y Estados Unidos en los porcentajes del PIB dedicados al gasto público ya se ha reducido del 14% al 7%. Dos mandatos de Obamismo y la diferencia tenderá a cero.
Los conservadores tienen una opinión pesimista del estado niñera prolífico en regulaciones, económicamente esclerótico y socialmente estancado, que es la Unión Europea. No obstante, Obama está en auge y cuenta con el mandato personal para llevar al país a donde quiera. Ha presentado de forma audaz el camino a Bruselas que quiere tomar.
Que comience el debate.
© 2009, Washington Post Writers Group
- 28 de diciembre, 2009
- 5 de junio, 2015
- 27 de noviembre, 2024
- 3 de julio, 2015
Artículo de blog relacionados
- 29 de septiembre, 2010
Infolatam Santiago de Chile . – El futuro económico de América latina pasa...
16 de septiembre, 2011Por Alejandro A. Tagliavini El Heraldo, Tegucigalpa No me gustaría estar financiando ejércitos...
5 de julio, 2012- 29 de junio, 2024