Sin sopresa: el foco estará sobre Obama en Trinidad y Tobago
Washington – Cuando los 34 líderes del Hemisferio Occidental democráticamente elegidos se junten en Puerto España el 17 de abril, en la quinta Cumbre de las Américas, algunos recordarán vivamente las tensiones y el resultado infeliz de la Cumbre anterior en Mar del Plata, hace aproximadamente tres años y medio. La discordia provino de las fuertes, y en algunos casos ásperas divisiones entre los gobiernos sobre diversas cuestiones, aumentada por la extendida aversión latinoamericana hacia el Presidente Bush y por la ausencia de un liderazgo moderador por parte del anfitrión argentino de entonces.
La cuestión más discutida en la Cumbre anterior – si hay que continuar con las negociaciones de libre comercio hemisférico – ya no está en la agenda Interamericana. Pero persisten la desconfianza y la división entre los gobiernos de la región, que continúan desafiando las operaciones de la OEA y otras instituciones interamericanas. Todo ello puede terminar devorando la cumbre de este año en Trinidad.
Pero hay dos cosas que marcarán la diferencia en Puerto España. Primero, el presidente de Estados Unidos es ahora Barak Obama, y no George Bush. Tras la invasión de Irak Bush se convirtió en el objetivo de la creciente hostilidad Latino Americana, representante de lo que fue mundialmente percibido como el unilateralismo washingtoniano, el militarismo y la ignorancia de las reglas y de las instituciones internacionales así como de su indiferencia por America Latina. Por el contrario, la elección de Obama ha sido recibida con entusiasmo en la región y contemplada como un signo esperanzador de la vitalidad de la democracia de Estados Unidos.
En segundo lugar, cada país del hemisferio se enfrenta ahora a las consecuencias de la crisis financiera global. Con la disminución de las exportaciones, la caída de los precios de las commoditys, el declinar de las remesas, y la reducción del crédito y de las inversiones, cada país de Latinoamérica y Caribe hace frente a un crecimiento menguante, a un paro creciente y a una profundización de la pobreza.
La crisis "made in USA" es una nueva fuente de resentimiento hacia Washington. Los gobiernos latinoamericanos saben bien que la política económica estadounidense en el periodo que viene afectara crucialmente a su capacidad para reponerse de la crisis y paliar los daños. No se trata sólo de que el ajuste de la economía de los EE.UU. moderará y acortará la dura situación de América latina. Washington puede también ayudar a los países de la región resistiéndose a las medidas proteccionistas para contener las importaciones o las inversiones extranjeras; usar su influencia para animar la ampliación de la ayuda y la flexibilidad de las instituciones financieras multilaterales; y coordinar la política de aproximación con los gobiernos de la región.
En resumen, Estados Unidos tiene hoy un presidente que es mundialmente querido y aceptado, mientras que la crisis económica hace la cooperación con Estados Unidos aún más importante para America Latina. Estos cambios deberían contribuir a una Cumbre más productiva este año de lo que lo fue la del Mar del Plata.
Al menos tres de los lideres del hemisferio, – Lula da Silva de Brasil, Felipe Calderón de México y el canadiense Stephen Harper- se habrán encontrado privadamente con Obama antes de la Cumbre y también habrá tenido la oportunidad de conocer a la de Argentina. Cristina Fernández, en la sesión del G20 de Abril en Londres, sobre la crisis financiera. Ellos y otros presidentes y primeros ministros esperan la oportunidad de Trinidad Tobago para explicar al nuevo presidente estadounidense sus puntos de vista sobre los acontecimientos políticos y económicos en la región y a escala mundial, lo que les gusta y lo que no les gusta de la política estadounidense y lo que ahora quieren de EE.UU.
Sin embargo lo más importante para los dirigentes alli reunidos será lo que diga el presidente Obama. Nadie prevé que el presidente de Estados Unidos, después de sólo tres meses en el cargo, esté listo para anunciar propuestas detalladas sobre las relaciones políticas entre EEUU y America Latina. Pero esperarán que hable de sus prioridades y de lo que piensa sobre los principales desafíos interamericanos. Los líderes regionales estarán preocupados tanto por la forma como por el fondo. Querrán ver un tono diferente y tacto en la diplomacia de la nueva administración, y buscaran señales de un acercamiento más global y de cooperación en asuntos regionales y mayor respeto por los puntos de vista latinoamericanos.
El asunto de mayor interés será la crisis económica mundial y cómo y cuándo las decisiones de Estados Unidos tendrán en consideración las necesidades de America Latina. El presidente Obama será interrogado sobre el "compre productos americanos" y las recientes medidas de estimulo aprobadas, y sobre el apoyo estadounidense para extender los fondos multilaterales a los mercados de las economías emergentes.
Los jefes de Estado de America Latina y Caribe esperan, sobre este asunto más que sobre cualquier otro, que Obama este bien preparado (ya que ha dedicado a ello mucho tiempo y habrá estado en la reunión del G-20 dos semanas antes). Pero también estarán impacientes por saber de otras cuestiones: Cuba, el crimen organizado, la inmigración y el comercio están entre los más significativos.
• Casi todos los gobiernos del hemisferio quieren saber si la administración Obama encontrara el camino para terminar con la anacrónica política de embargo y sanciones a Cuba. Es una cuestión de enorme importancia simbólica. Justificado o no, será considerada como una prueba importante del compromiso de cambio de los Estados Unidos ante los asuntos hemisféricos.
• Con la pandémica violencia criminal que se extiende por America Latina y Caribe, los gobiernos también querrán conocer si Estados Unidos proyecta ampliar su ayuda a los países que combaten el crimen organizado y el narcotráfico, y si el presidente Obama está dispuesto a revisar la ya larga estrategia antidroga que tan escasos resultados ha obtenido.
• La política de inmigración estadounidense es de interés prioritario para más de una docena de países. Los líderes latinoamericanos son conscientes de los amargos debates en Estados Unidos sobre la inmigracion y saben que la reforma puede tardar algún tiempo. Pero esperan que la administración Obama suspenda la construcción del muro en la frontera entre con México y parara las rafias y detenciones de inmigrantes ilegales.
• Las iniciativas comerciales no son una prioridad para Estados Unidos y America Latina, pero muchos gobiernos de la región quieren oír que la nueva administración buscará la ratificación por el Congreso de los acuerdos comerciales que Estados Unidos negoció con Colombia y Panamá para asegurar que EE.UU. es un socio comercial en el que se puede confiar.
• Los lideres de la docena de naciones caribeñas de habla inglesa, que durante mucho tiempo han sentido ignorados sus interés y despreciados por Estados Unidos, esperaran alguna consideración especial ya que es la primera Cumbre hemisférica que se celebra en su territorio.
• La manera en que las administraciones de Obama van a responder al desafío planteado por Venezuela y algunos de sus aliados es otra cuestión de interés regional así como su política con la OEA, la defensa de la democracia y Haití. Y también habrá un considerable interés por la política de Estados Unidos en relación con el conflicto Israel-Palestina, la retirada de Irak, el cierre de Guantánamo, la guerra de Afganistán y las relaciones con países como Irán, China y Rusia. Esperan saber si Estados Unidos continúa dividiendo al mundo en amigos y enemigos y si están dispuestos a buscar aproximaciones más multilaterales y conciliadoras en el hemisferio y mas allá.
El orden del día oficial de la Cumbre aborda otras cuestiones críticas -desarrollo medioambiental, seguridad energética y desarrollo humano- que han sido objeto de intensos debates entre los gobiernos. Esperan un acuerdo sobre estas cuestiones antes de la reunión de Trinidad y podrían abrir una etapa de mayor cooperación regional, pero no serán objeto central de la Cumbre.
Para la mayor parte de los gobiernos, el resultado y las impresiones derivadas de encuentros informales entre los líderes de Estados Unidos, America Latina, Caribe Canadá, serán más importantes que las actas oficiales o la declaración final. El foco estará claramente sobre Obama, el resto de los gobiernos evaluará si su administración puede ajustarse a su política para 1) tomar en cuenta los cambios profundos que han ocurrido en America Latina y Caribe; 2) el reconocimiento de que la capacidad de Estados Unidos de ejercer la autoridad y determinar resultados en la región ha disminuido.
Una medida del éxito en Trinidad será la decisión de los gobiernos del hemisferio de programar otra Cumbre.
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