Así son los déspotas
Chávez no pretendió engañarnos cuando dijo que Venezuela estaba blindada contra la recesión mundial en puertas. Eso es lo grave: él creía eso, como cree tantos disparates. Se lo dijo alguno de los lameculos de su entorno y él salió de bolsa a creerlo, porque le era psíquicamente confortable.
Así son los déspotas. Viven en una pseudorrealidad alimentada por cortesanos que les ocultan la verdad, unos para ahorrarse sus insultos y otros -la mayoría- porque están allí para cogerse lo que pueden, contando escapar un minuto antes de la debacle.
Mucho más leal fue quien le recomendó tirar la enmienda constitucional que convierte a Venezuela en una monarquía absoluta y hereditaria. Esta vez el consejero debió ser Fidel, a quien esa “estabilidad” asegura la supervivencia del desierto físico y espiritual que ha “creado” en Cuba.
En la situación en que se encuentra, la ignorancia es una protección psíquica indispensable para el déspota fracasado en otro propósito que no sea el de permanecer montado en un tigre que corcovea con violencia suficiente para impedirle dormir, mientras a su alrededor una cáfila de hampones comunes destruye el país, se llena los bolsillos y olisquea el viento en busca de cualquier indicación de que ha llegado la hora de dejar el pelero.
Cuando hablo de fracaso me refiero a la manera cómo la pobreza se ha profundizado en estos diez años, convirtiéndose en un problema estructural que los políticos de oposición no explotan quizás porque muchos de ellos no son menos ignorantes que el propio Chávez, o porque son farsantes que fingen oponerse mientras en el bolsillo de atrás les meten la recompensa. Esas cifras sobre la pobreza están en los informes de los organismos internacionales, dicho sea por si alguno de los aludidos tiene curiosidad.
La tragedia de Chávez es que está creando condiciones propicias a lo que hubiera querido evitar. Ese será su castigo, porque el infierno está en la tierra. El deterioro causado por sus dislates le tiende la cama al imperio -que existe y es maluco. Cuando la situación económica surta su ineludible efecto político, el país estará listo para que los traficantes de alto nivel que en tiempos de Caldera II, confabulados con intereses transnacionales, conspiraron para vender Pdvsa, replanteen un negocio que les permitirá ingresar a la aristocracia que ya integran los más eminentes atracadores de esta quinta República.
Las cifras son tercas, y ellas dicen que esto no se sostiene. A Hugo sólo le queda la cooperación que pueda conseguir en políticos venales y cobardes de la oposición bellaca, que no es toda, pero sí suficiente. Por sus palabras y obras les reconoceréis.
- 23 de julio, 2015
- 4 de febrero, 2025
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