Venezuela: Mitología revolucionaria alimentaria

Para escoger tres ejemplos recientes: eucaliptos, caña de azúcar, pesca de arrastre.

Resulta, dicen los que saben, que los eucaliptos no son dañinos en zonas de alta precipitación; que la caña de azúcar muestra conducta ejemplar en cuanto a la protección de los suelos (los valles de Aragua son perfecto ejemplo) y que la pesca de arrastre, que yo sepa, se usa en todas partes del mundo sin problemas, con las regulaciones debidas.

¿Qué pasa entonces en la RB de Venezuela? – que la propaganda política tiene prioridad sobre la verdad técnica, meter embustes se justifica en aras de la “revolución” – “contra la oligarquía pitiyanqui y burguesa, apátrida por representar los intereses del imperio en contra del pueblo”, más nada.

Me dice mi asesor, un veterano Ing. Agrónomo, que estas verdades las debería conocer cualquier colega de mediana instrucción; que la caña de azúcar mantiene protegido siempre el suelo, al contrario de las leguminosas que lo descubren y exponen – porque la ventaja de la fertilización del suelo no compensa la sustitución innecesaria de la caña, habiendo excedente de tierras; y respecto de la pesca de arrastre, esta mitología de que arrasa con los suelos marinos que utilizan los pescadores artesanales parece no poderse respaldar seriamente, a menos que se cometan actos vandálicos, los que suponemos prohibidos.

Se trata simplemente de menospreciar la verdad en aras de la política, vendiendo la propaganda más  atractiva. Ya los veía venir cuando al discutir la última constitución se referían a los “dialectos indígenas” – una muestra de racismo e ignorancia, porque se trataba de lenguas por todo el cañón. Ya lo aprendieron.

Por último deberían corregir lo de “pescadoras” y “pescadores”. Por razones atávicas, la caza y la pesca son y han sido tabú para las mujeres, pregúnteles a los makiritares, al padre Gumilla, vayan a las rancherías margariteñas.

La propaganda debería respetar algunos límites elementales, para no hablar del cambio de la historia. No se justifica engañar para promover la sustitución del Mercado por la Planificación, sin mencionar experiencias fracasadas, como el experimento agrícola de la URSS.