Legalizar, legalizar, legalizar
El tema de la lucha contra las drogas ilícitas en Colombia y el mundo está pasando por un momento de transición. Cada vez más voces se acercan a la tesis de que llegó el momento de legalizar, ordenar y controlar su mercado.
Para mí el asunto, como colombiano y ciudadano del planeta, es claro. Empecemos por lo primero. Colombia se encuentra hoy en el peor escenario. En Estados Unidos y Europa, principales consumidores de marihuana y cocaína -las drogas que salen desde Colombia-, cada día se acepta y se legaliza más el consumo de la dosis personal.
No hay que ir más allá de cualquier parque en verano en Madrid o Londres donde se esté realizando un festival musical o cultural de jóvenes, para enterarse de que todos están consumiendo algún tipo de droga. Y lo hacen cuidados por la policía o las autoridades. O constatar el hecho de que en varios estados de Estados Unidos es legal la siembra, distribución y consumo controlado de marihuana.
El problema es que, mientras esto ocurre -y pasa también en muchos países de Latinoamérica- aquí es un delito sembrar, vender o consumir estas drogas, y cientos de personas mueren al año entre policías, soldados y civiles, en medio de las balas cruzadas de esta guerra.
Colombia vive la paradoja de que mientras los tres primeros eslabones de la cadena (en el caso de la cocaína) son ilegales, esto es su siembra, procesamiento y venta al por mayor, los dos siguientes, la venta en forma de dosis personal y consumo, son legales. En Colombia se matan y encarcelan personas por estar en este negocio, pero en Estados Unidos y Europa esas mismas drogas las consumen libre y alegremente.
Solamente este hecho sería justificación suficiente para llegar a un acuerdo internacional, en el seno de la ONU, en el cual países productores y consumidores de drogas ilícitas se pusieran de acuerdo para legalizar y controlar el mercado. Y trasladar los billones de dólares que hoy se gastan en esta guerra absurda a campañas de salud pública para ayudar a los drogadictos y prevenir el consumo de niños y adolescentes.
Pero el problema mayor para Colombia de la prohibición no está aquí. Está en el hecho cierto de que el narcotráfico financia la violencia. Financia a las Farc y a los grupos paramilitares. Por lo menos la mitad de lo que vale anualmente mantener el aparato de guerra, destrucción y terrorismo de las Farc, se financia de sus acciones para defender a los campesinos que siembran coca y a los narcotraficantes que la procesan y la sacan de Colombia.
La ecuación aquí es aún más sencilla: legalizar la droga equivale a eliminar la fuente de financiación más importante (la otra es el secuestro) de todos los grupos armados ilegales que operan en Colombia. Fin de la guerra.
El 2009 es año electoral, y veremos las propuestas de los candidatos en este sentido. El ex presidente Gaviria, en compañía de sus colegas Cardoso del Brasil y Zedillo de México, acaban de dar a conocer al mundo un informe en el que muestran los efectos negativos de la represión al consumo de drogas en el mundo.
Llegó la hora de hablar del tema de la legalización de las drogas ilícitas con argumentos objetivos y posiciones creativas. El asunto es más relevante que la reelección de Uribe y más importante que la Seguridad Democrática. ¿Por qué? Porque nos lleva al fin del conflicto.
El senador liberal Juan Manuel Galán desde el año pasado viene planteando este debate. ¡Que alguien opine de fondo sobre el tema! Así sea para criticar. Veremos sus argumentos.
- 4 de febrero, 2025
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