Sobre héroes, tumbas y emprendedores
La actividad empresarial, y en particular la del emprendedor, está llena de connotaciones imaginarias que inducen a que periodistas y analistas tiendan a utilizar términos literarios cuando a ella se refieren.
En consecuencia, no sorprende que los vocablos aplicados estén siempre relacionados con heroicas epopeyas o con mágicas genialidades: la realidad del emprendedor, en ocasiones cruda y dura, transcurre sin embargo lejos de la literatura.
De todas formas, y como bien saben los editores de The Economist, un mercadeo adecuado, incluso cuando se trata de un informe técnico, siempre necesitará de un toque de glamour, condimento imprescindible para atraer la atención del público.
Es por ello que el reciente reporte especial sobre emprendedurismo publicado por la mencionada revista lleva el título de "Héroes globales". Y no está mal que así sea.
Cabe destacar que en el lenguaje diario el término "emprendedor" se refiere a cualquier persona que inicia un negocio nuevo, sin distinguir si se trata de un proyecto de alta tecnología o de una simple tienda.
El citado reporte, por el contrario, enfatiza la importancia de diferenciar ambos casos, aplicando el término "emprendedor" en un sentido restringido: lo reserva para quien ofrece soluciones innovadoras a problemas o necesidades que aquejan a personas en particular, o a la sociedad en general. La distinción está precisamente en la capacidad de innovar que tenga el proyecto.
Los emprendedores, definidos en este sentido restringido, suelen en verdad comenzar a trabajar en la búsqueda de soluciones aún antes de que el común de los mortales siquiera nos hayamos percatado de la necesidad en cierne.
Ellos hacen caso omiso, con su diario accionar, a un polémico libro publicado en 1956 por William Whyte, titulado: "El hombre de la organización", uno de cuyos capítulos se titulaba "La lucha contra el genio": la idea predominante por entonces era que el emprendedor solía desentonar en el marco de una organización empresarial.
Una idea académica que la realidad se encargó de llevar a la tumba. Y no está mal que así sea.
Ocurre que la ciencia económica comenzó de forma bastante tardía a estudiar este fenómeno, siendo Joseph Schumpeter quien acuñó la conocida expresión sobre los vientos de la "destrucción creativa", para caracterizar la dinámica del emprendedurismo.
Tal denominación, sin embargo, terminó cubriendo con un sombrío tinte negativo tanto a la actividad empresarial en general como al emprendedurismo en particular, dando lugar a que incluso personas afines a las ideas del capitalismo imaginasen que en tal "destrucción" radicaría el origen de las crisis económicas. Como la que actualmente afecta al planeta.
Olvidan o quizás ignoran, que el origen de la presente crisis global fue la manipulación "creativa" (¡?) de la moneda, efectuada por poderosos burócratas globales y agravada en determinados países por las torpezas de sus incorregibles gobernantes. Sin desestimar, por cierto, el impacto de las muchas negligencias y fraudes privados.
A su vez, y de manera previsible, el tinte negativo de la actividad empresarial fue sobre-enfatizado por los detractores del capitalismo, quienes pulcramente olvidan las mencionadas manipulaciones monetarias. Y no lo hacen precisamente por ignorancia, sino por conveniencia.
La realidad es que la supuesta capacidad "destructiva" de la creatividad empresarial es menos disruptiva de lo que solemos pensar: no todos los cambios se dan al mismo tiempo ni en el mismo lugar, y la tendencia general siempre ha sido agrandar el tamaño del pastel.
Es lo que acontece desde la revolución industrial en adelante, y en particular en las últimas décadas: para verificarlo alcanza con observar la cantidad de gente que en el mundo ha salido de la pobreza en los últimos cuarenta años.
Los políticos, a su vez, harían mucho mejor su parte si contribuyeran balanceando adecuadamente la necesaria libertad con una imprescindible red de seguridad para los más débiles. Y siendo menos "creativos" en sus manipulaciones.
Dejemos que la creatividad sea resorte exclusivo de los emprendedores. Y de literatos como don Ernesto Sábato.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 25 de noviembre, 2013
- 16 de junio, 2012
- 8 de junio, 2012
Artículo de blog relacionados
El 16 de abril es el 106 día del año del calendario gregoriano. Quedan 259 días para...
16 de abril, 2011Diario de América Hay en la naturaleza un orden espontáneo, es decir, una...
10 de agosto, 2013Por Roberto Villacreses León IEEP Al contrario de lo que muchos pudieran creer,...
7 de octubre, 2008Por Jaime Bayly El Nuevo Herald Joaquín escribe novelas y crónicas. En ellas...
2 de julio, 2007