La adolescencia de América Latina
Por José Ignacio Rasco
Con perdón de tantos juiciosos adolescentes me atrevo a comparar la actual situación de América Latina con las actitudes inmaduras y gansteriles que están siendo ya demasiado frecuentes en familias, colegios y jóvenes en todas partes de Oriente y Occidente.
Ciertos grupos, partidos y personajes públicos están procediendo de una forma ridículamente adolescente, por no decir infantil. Creo que si hubiera premio a este desajuste debía otorgársele al payaso venezolano que hasta estos momentos ha dilapidado toda la herencia venezolana ridiculizando –tratando de imitar al propio Bolívar, en su absurdo papel de mecenas de Cuba y de otros países de América Latina. Evo Morales –ni siquiera Adán– hace propaganda al consumo de coca sin aclaración médica alguna. Lo de Daniel Ortega en Nicaragua, agresor sexual de su propia hija, parece romper todo límite de imprudencia, desfachatez y altanería pública. Y su socio capitalista Arnaldo Alemán, ladrón de dineros públicos y privados, debiera estar en la cárcel y no en fincas ni parlamentos. Toda la parentela de Ortega, socios de todos los robos y trapacerías económicas, anda preocupada con los millonarios negocios que puedan hacer los Alemanes y los Ortegas por las mañas de ambos de desmantelar sus propios socios de trampas. Y son ambos capaces, el adolescente germano que asesina a 15 personas y lo contó por internet. Claro que todos estos rejuegos se salpican con el petróleo del gran payaso Chávez, que junto con los hermanos Castro han abierto esta gran casa de juego y prostitución en América Latina, con dinero y asesorías cubanas y venezolanas, con bienes y productos hurtados de fuentes legítimas.
El Presidente Correa, con estudios en Estados Unidos, posee también ambiciones de todo tipo, pero sabe utilizar con alguna maña su hipocresía para confundir a socios y extraños. La doble cara parece uno de sus rejuegos a utilizar. Pero su odio al presidente colombiano Alvaro Uribe y su hipócrita relación con las FARC lo sitúan en el pabellón de la doble cara.
Argentina y Chile, con batas femeninas, se han integrado también en alguna forma al grupo machista de esa América hirsuta. Misteriosas manifestaciones públicas y maletas perdidas parecen demorar el proceso de los fiscales. La situación de Bachelet –de génesis diferente– se puso en ridículo ante el pueblo chileno por su desesperado, por su adolescente afán de conocer al máximo culpable de todo este problema adolescente de América Latina. No parecía pegar esta actitud a una presidenta como la Bachelet representante del pueblo tal vez menos adolescente de América Latina.
Cuando esto escribo está pendiente de decidir, antes de una semana, el porvenir de un país pequeño, pero precioso, que se llama El Salvador. Y no sé si será la opción por Arena el triunfo de la verdadera democracia frente a la caterva socialista y criminal. Ahora que “Arena” ha cambiado su ideario y conducta haciéndola más democrática y con sentido social podría ganar tal vez esperemos.
De la Cuba de los hermanos Castro no hay nada nuevo que decir. Ha sido la maestra dirigente de esta América hirsuta y adolescente. Su última purga en la dirigencia ha confirmado que sigue sin crecimiento ni cambio. La misma dictadura, a pesar de la vejez de su adolescencia, sigue dirigiendo diabólicamente los destinos de la América de Martí y de Bolívar. Y ocho presidentes inmaduros han peregrinado a La Habana para rendir pleitesía al gran causante, y conseguir fotografías junto al gran barbudo. Y con Raúl, por si acaso.
La patria de Sarmiento tampoco ha escapado a los rejuegos de la pandilla adolescente y la primera dama de Argentina se ha convertido en una especie de madrina de la América Latina e indígena con algunas infidelidades características de sus compromisos.
Típica de esta adolescencia que no crece ni madura en seriedad de pensamiento y acción es el hecho de que nuestra América parece ser el infantilismo aun más altisonante y ridículo como hemos visto en estas simples muestras de aptitudes infantiles de adolescentes que no quieren madurar. Muchas más demostraciones podíamos aportar, no tan sólo de las ocho naciones más infantiles de los países al sur del Río Grande sino en la propia Norteamérica y aun en Europa, de este imperialismo adolescente, del que el marxismo y el conservadurismo se vuelven delicuescentes pero explosivos.
En el epifonema continental que sigue a toda esta patología socio-política ya la ideología, el pensamiento, no cuenta. Todo texto es un pretexto. Lo sustantivo se vuelve adjetivo. El insulto, la calumnia, vuelve adjetivo. El insulto, la calumnia, el desprestigio de todo plan o proyecto de utilidad pública se vuelve contra el “bien común” de toda sociedad, para beneficio solo de grupúsculos pandilleros.
Desde Cuba hasta la Patagonia esta conducta se produce por lidercillos, de izquierda, derecha o centro. “La gran estafa” que diría don Eudocio Ravines, de un continente adolescente que en lugar de crecer decrece en desarrollo y dignidad.
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