Las multinacionales siguen apostando por Brasil
Gary Garrabrant recuerda haber observado con curiosidad en noviembre del año pasado cómo parejas jóvenes interesadas en comprar su primera casa acribillaban a preguntas a los vendedores de un local de la constructora Tenda S.A. en la Plaza Sé, en el centro de São Paulo. Para él, esa era la imagen viva de una demanda reprimida con la cual países con un mercado inmobiliario más maduro —y que posiblemente viven hoy una crisis— ya no pueden contar. "No conozco a nadie en Estados Unidos que no pague una o más créditos hipotecarios", afirma. "En Brasil, en el círculo de mis colegas y amigos, no hay ningún deudor hipotecario".
Garrabrant es el presidente ejecutivo de la estadounidense Equity International (EI) y Tenda, que se especializa en viviendas populares, pasó a integrar el portafolio del grupo el año pasado, cuando fue adquirida por Gafisa, constructora de la que EI tiene un 18,7%. "Esas familias jóvenes y la gigantesca base de clientes potenciales para nuestros negocios que Brasil ofrece están entre las razones por las que el país es actualmente nuestro mercado favorito", dice el ejecutivo.
Además de Gafisa, EI, que fue fundada por Garrabrant en sociedad con el magnate inmobiliario y de medios de comunicaciones Sam Zell, tiene participaciones en la administradora de centros comerciales BRMalls, la empresa de logística AGV y el grupo inmobiliario Bracor.
El optimismo de Garrabrant puede sonar un poco exagerado en medio de la crisis de la economía global, pero es compartido por varios líderes de empresas extranjeras en Brasil.
Es cierto que muchos sectores están apretándose el cinturón. Las automotrices, por ejemplo, fueron forzadas a darle a sus empleados vacaciones colectivas prolongadas y despedir trabajadores después de recortar la producción en 39,7% en diciembre. Pese a una recuperación de 1,5% en las ventas de enero y de 1% en febrero respecto al mes anterior, la producción en los dos primeros meses del año fue de 386.500 vehículos, un declive de 24,1% respecto al mismo lapso del año anterior.
Las automotrices no son las únicas. La australiana Rio Tinto anunció en enero que postergaría un proyecto de expansión de US$2.100 millones en su mina de mineral de hierro en Corumbá y en febrero terminó vendiendo el activo al gigante local Companhia Vale do Rio Doce por US$750 millones.
Muchas otras multinacionales están repensando sus planes de inversión para ajustarse al escenario de desaceleración global, pero varias están llegando a la conclusión que es mejor continuar en Brasil y, tal vez, invertir más en el país. Su lógica es la siguiente: el país tiene un potencial de crecimiento que ya se desvaneció en el mundo desarrollado y los fundamentos de la economía brasileña parecen más sólidos que los de otros países emergentes.
Las similitudes culturales con EE.UU. y Europa también juegan a favor de Brasil. De hecho, en un estudio realizado por la consultora KPMG el año pasado —para el que fueron entrevistados 300 estrategas de inversión de grandes empresas y representantes de firmas de capital privado y fondos soberanos de 15 países—, Brasil ocupa en el sexto puesto en la lista de los principales destinos de inversión extranjera para los próximos cinco años, avanzando dos posiciones respecto a 2007. "Los países desarrollados son mercados saturados para muchas multinacionales. Esas empresas están buscando economías con un gran potencial de desarrollo y Brasil y otros países del BRIC (Rusia, India y China) son elecciones naturales porque están entre los que más crecen", dice Roberto Haddad, socio del área de tributación internacional de KPMG.
Para Haddad, Brasil tiene una gran ventaja sobre otros miembros del BRIC porque, "de los cuatro, es el más occidental, que tiene una cultura más parecida a la de los países de donde vienen estas multinacionales".
Para empresas de bienes de consumo, la característica más atractiva del país es su enorme clase media que, según un estudio reciente de la fundación Getulio Vargas (FGV) creció a un ritmo acelerado en los últimos seis años y pasó a ser la mayoría de la población, alcanzando el año pasado 100 millones de personas, un 53,8% del total. El informe más reciente del PIB divulgado por IBGE, el instituto de estadísticas de Brasil, muestra que el ingreso anual per cápita subió 4% en 2008, a US$6.670.
Con la mira en los consumidores con ingresos familiares entre aproximadamente US$500 y US$2.000 al mes, empresas como Coca-Cola Co. están dispuestas a continuar invirtiendo en el país, a pesar de la crisis. El gigante estadounidense de bebidas confirmó en febrero planes para inyectar US$800 millones en sus operaciones brasileñas este año, 16,6% más que en 2008. Los recursos se usarán en investigación para el lanzamiento de productos, principalmente enfocados en el mercado de bebidas más saludables.
La estadounidense Wal-Mart Stores Inc., la mayor cadena minorista del mundo, también afirma que continuará apostando por Brasil. La empresa, que para el 31 de enero tenía 345 tiendas en el país, planea abrir entre 80 y 90 locales este año, una inversión de casi US$1.000 millones. La filial brasileña de Wal-Mart terminó 2008 con un aumento de 4,3% en las ventas en las tiendas abiertas hace por lo menos un año; su ganancia operativa creció a un ritmo más rápido que las ventas y el proyecto de expansión tiene la meta de ampliar estos retornos. El desempeño de la unidad brasileña contribuyó a un salto de 9,1% en las ventas de la división internacional de Wal-Mart, a US$98.600 millones. "Brasil es un mercado enorme que continúa creciendo. Tenemos una variedad de formatos que están bien posicionados para atender las necesidades de los más diversos segmentos de la población", dice Kevin Gardner, director internacional de relaciones corporativas de Wal-Mart. Hector Núñes, presidente de las operaciones de la cadena en Brasil, previó recientemente que este será el mejor año de la empresa en el país y que el mercado brasileño está ganando importancia dentro del grupo por la capacidad que ha demostrado para resistir la crisis global.
Esa resistencia también ha atraído a las multinacionales que proveen bienes y servicios a empresas. La división brasileña de Avaya Inc., empresa estadounidense de software y servicios de comunicación para empresas, por ejemplo, afirma que obtuvo resultados récord en 2008. La firma, que no cotiza en bolsa, no revela datos específicos de desempeño, pero la presidenta de Avaya para América Latina y Caribe, Elizabeth García, dice que Brasil ha sido el mejor mercado de su grupo en el año fiscal terminado en septiembre, registrando un salto de 45% en los ingresos.
El agravamiento de la crisis global ya surtió efecto sobre el flujo de inversión extranjera directa hacia Brasil este año. Según datos del banco central, estas inversiones dirigidas al sector productivo cayeron a US$1.930 millones, casi la mitad del promedio mensual registrado el año pasado, de US$3.760 millones.
Algunas empresas, con reservas de efectivo para expandirse en Brasil, creen que el país aún se está ajustando al nuevo entorno global y que hay espacio para que los precios de los activos caigan. "Estamos siempre listos para invertir, pero sólo lo haremos si encontramos buenas razones, tiene que ser el precio correcto y una recompensa para el riesgo", asevera Edward Misrahi, jefe de las operaciones en Europa y mercados emergentes de Eton Park, una gestora de fondos de EE.UU. con un portafolio de US$12.000 millones en activos.
Eton Park es dueña de 36,3% de la energética Empresa de Recursos Renovables S.A., además de tener pequeñas participaciones en otras compañías brasileñas. Para Misrahi los sectores de energía, infraestructura y telecomunicaciones están entre los que generarán buenas oportunidades este año. Pero el complicado entorno internacional hace que los inversionistas sean más selectivos. "Brasil progresó mucho en lo que se refiere a la actuación del gobierno para garantizar la estabilidad de los mercados, pero en un mundo lleno de oportunidades, eso no basta. Queremos empresas bien estructuradas, con condiciones de sobrevivir a la tormenta", dice Misrahi.
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