‘Asia’ otra crisis
Hasta hace muy poco Asia era el símbolo de una región cuyo continuo crecimiento económico y su modelo de desarrollo era visto como el más vivo ejemplo de transformación. Inclusive al empezar la crisis en E.U. y dar muestras de sus repercusiones en otros lugares, no faltaron voces que sostuvieron con firme convencimiento que la región estaba más preparada que nunca para enfrentar la turbulencia internacional y que lograría inmunizarse de la 'epidemia' recesiva.
En la actualidad, difícilmente se encuentra un indicador que no sea preocupante. Tan solo en Japón, las exportaciones cayeron un 35 por ciento en diciembre del 2008 comparado con el año anterior.
Para completar, ya se han presentado anuncios oficiales sobre caídas en la producción industrial y un aumento del desempleo, lo que parece indicar que el fantasma de la deflación esta rondando nuevamente el territorio nipón.
Por el lado de los 'Tigres Asiáticos' como Singapur, Corea del Sur y Taiwán, la situación parece recordar momentos de dolor vividos en la década de los noventa. Sólo en Singapur ya hay expertos que anticipan una contracción económica cercana al 4 por ciento, lo que conduciría a la peor recesión en cuatro décadas. En el caso de Corea del Norte, instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Asiático calculan que la contracción en el crecimiento económico puede ser del orden del 4 por ciento.
Ni siquiera China, el gran importador de productos asiáticos, se salva de los nubarrones negros. A pesar de que la economía presentará un crecimiento cercano al 7 por ciento, no es suficiente para absorber cada año un número de nuevos trabajadores equivalente a un tercio de la población colombiana. Además, ya son dicientes los indicadores que muestran una caída cercana al 18 por ciento en las exportaciones y más del 40 por ciento en las importaciones, lo que sin duda añade a oscurecer más el panorama.
¿Cómo se desató la situación? La respuesta tiene que ver con la dependencia regional en las exportaciones, las cuales representan aproximadamente el 40 por ciento del PIB, y a lo cual vale agregar, que cerca del 60 por ciento de la demanda proviene de los países desarrollados. Para hacer más notoria la desaceleración, luego de haber alcanzado un crecimiento regional cercano al 9 por ciento hace dos años, este año puede ser ligeramente superior al 2 por ciento.
¿Qué nos dice todo esto? Que vendrán dificultades en muchos frentes. Habrá caídas en el valor de los activos asiáticos. Se espera una devaluación de las monedas debido al apetito de los inversionistas por contar con mayor liquidez en dólares. Se avecina un deterioro de las cifras fiscales, con un incremento acelerado de los niveles de deuda. Posiblemente se presenten reducciones en la calificación crediticia de varios países, encareciendo su acceso a financiamiento, e igualmente el despalancamiento del sistema financiero internacional hará difícil el acceso a líneas de crédito.
¿Le pegará la situación de Asia a América Latina? Sin duda. La demanda asiática por exportaciones se contraerá al igual que ocurrirá con la de los países desarrollados. ¿Cómo puede entonces Latinoamérica enfrentar lo que se viene? Como mínimo, para proteger el empleo, haciendo más flexibles los mercados laborales y para facilitar la capacidad de reacción fiscal, eliminando las rigideces presupuestales. Sin esto seguiremos creyendo que la cosa no es con nosotros y sólo cuando tengamos el agua al cuello nos daremos cuenta que vamos sin herramientas hacia otra crisis.
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