Dolarización: ser y parecer
Esa “cantinflada” (Correa, 7 de febrero de 2009), ese “absurdo económico” (Correa, julio de 2004) que “ha sido el peor error” del país (propuesta de Constitución enviada al Conesup en 2007) “está flaqueando” (Diego Borja, 26 de febrero de 2009). Por lo que convendría reemplazar esta “barbaridad” (Correa, 19 de septiembre de 2008) con una moneda regional como el ‘sucre’ (Correa y Chávez, octubre de 2008).
Después de todo, desde 2007 hay un borrador de proyecto de reforma a la Ley Orgánica del Régimen Monetario y la nueva Constitución contempla “la posibilidad de que en cualquier momento se pueda emitir moneda y no creo que esto sea un pecado” (presidente del Banco Central, Carlos Vallejo, 17 de enero de 2009). Además, la reducción de ingresos petroleros, exportaciones, remesas de los migrantes y créditos del exterior le hacen perder competitividad al Ecuador al no poder este devaluar (Correa, 23 de marzo de 2009 y gran parte de la prensa ecuatoriana). En las relaciones amorosas, no basta parecer estar enamorado/a sino también estarlo. En lo que respecta a las políticas públicas sucede lo mismo: no basta aparentar creer en la viabilidad de una política sino también creer en ella.
En los últimos días las autoridades del frente económico del Gobierno han venido acusando a la oposición de generar rumores de una posible desdolarización. No obstante, luego de por lo menos dos años de declaraciones en contra de este esquema por parte de estas mismas autoridades, y frente a una resistencia a reducir el gasto público, era de esperar que los individuos comiencen a dudar de las intenciones del Gobierno de mantener o no la dolarización.
La dolarización no se mantiene, como se repite a diario en la prensa, por la reserva monetaria, los altos ingresos petroleros o las remesas de los migrantes. Se mantiene gracias a la voluntad de los ecuatorianos de realizar sus transacciones en esta moneda, siendo también necesario que los que administran el Estado adopten una estricta disciplina fiscal y políticas que fomenten la inversión nacional y extranjera. Cuando un gobierno –en una economía dolarizada– tiene un gasto corriente que solamente se puede costear con un barril de petróleo caro mientras espanta la inversión y luego al caer el precio del barril se niega a ajustar su gasto (y los capitales ya los espantó), este se ve tentado a emitir moneda propia para conservar su libertad de gastar.
Es difícil creerle a este Gobierno que no emitirá moneda propia si continúa gastando al ritmo del barril de petróleo caro y si por otro lado continúa criticando a la dolarización y proponiendo un sistema alternativo. La única manera de que pueda mantener ese nivel de gasto sin desdolarizar es si aquellas instituciones financieras internacionales que tanto ha criticado le vuelven a prestar.
De cualquier manera, las políticas de este Gobierno lo han conducido a la difícil disyuntiva de elegir entre desdolarizar confiscando los depósitos en dólares de todos los ecuatorianos (y luego devaluar) o mantener la dolarización y recortar considerablemente el gasto en momentos de crisis, como Margaret Thatcher lo hizo en 1981. ¿Ustedes se imaginan a Rafael Correa convertido en Margaret Thatcher?
- 28 de diciembre, 2009
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