Un mensaje liberal desde Asia
1 de abril, 2009
1 de abril, 2009
Un mensaje liberal desde Asia
En estos tiempos de crisis tanto del pensamiento como de la economía, quien quiera oír un elogio razonable de la economía de mercado y del libre comercio deberá alejarse de Europa y dirigirse a Oriente. Los análisis y los comportamientos se ven de forma radicalmente opuesta en el Oeste y en el Este.
En Europa, la incertidumbre política responde al reproche social: convencidos de actuar por el bien común, los Gobiernos de cualquier filiación agravan unos déficit públicos que, a la larga, habrá que financiar en gran medida a través de los impuestos o de la inflación. ¿Cuál es el beneficio de estas reactivaciones? Es poco demostrable y, de momento, no tiene un efecto concreto. ¿No será del propio capitalismo del que convendría deshacerse?, nos preguntamos en Europa. El retorno del Estado está muy de moda pero, ¿en qué medida se restablecerá así la prosperidad? No nos lo dicen. Incluso se crean partidos anticapitalistas, como está ocurriendo en Francia: están en contra, pero se guardan de proponer alternativas. En cuanto a las huelgas de rigor, las de los funcionarios en Francia o en Italia, tampoco se ve con qué mecanismo podrían aliviar la suerte de los parados.
Pasemos al Este. En Japón, Corea o Taiwan, me ha sido imposible leer o escuchar el menor debate ideológico sobre el capitalismo o el libre comercio. En Asia -a excepción de China donde el socialismo se importó desde Occidente- no ha existido nunca otra tradición que la del mercado: en tiempos de crisis o no, el capitalismo se vive en Oriente como la forma natural de la economía. «Hemos nacionalizado bancos», reconoce Il Sakong, responsable de la estrategia económica del Gobierno coreano, pero «entre nosotros está claro que estos rescates son provisionales». No corresponde al Estado, remacha Il Sakong, sustituir a los empresarios. ¿No responde el Estado a la crisis, también en Corea, a través del gasto público? «La bajada de los tipos de interés ya no es suficiente para estimular la demanda», reconoce Il Sakong. Así pues, se distribuyen fondos directamente a la población: pero es solamente para ayudar a los parados y a los más pobres en una sociedad en la que nunca ha existido el Estado del bienestar. Estas ayudas están destinadas a quedarse en puntuales y breves: «No queremos el modelo europeo que desmotiva el espíritu empresarial y establece una dependencia permanente», concluye Il Sakong. Otra característica afianzada en la civilización de esta zona: los obreros de Hyundai comparten voluntariamente salarios y tiempo de trabajo para que no se despida a nadie.
En Japón, del que se tiende a olvidar que sigue siendo la segunda potencia mundial, la prudencia es comparable: el economista más afamado del país, Heizo Takenaka, que inspiró la liberalización de los servicios públicos cuando era ministro de Hacienda a comienzos de la década de 2000, apoya también las ayudas sociales si son puntuales; y nos pone en guardia contra la «estimulación». No caigan, advierte Takenaka, en «el error japonés» de los años noventa: durante esa «Década perdida», los Gobiernos japoneses se empecinaron en relanzar la actividad por medio del gasto público: el resultado fueron diez años de estancamiento. La demanda pública había sustituido a la inversión privada y al espíritu empresarial. Los estímulos, asegura Heizo Takenaka, sólo son aceptables para superar un momento difícil; pero «pasados dos años, hay que parar», para no correr el riesgo de destruir la innovación.
En esta Asia que debe su riqueza a la exportación, ¿se pondría en entredicho un modelo económico basado en el libre comercio? «Los que se mantuvieron al margen del libre comercio, como Corea del Norte o la China de Mao Zedong», recuerda Mi Ying Jeou, presidente de Taiwan, «no han conocido más que miseria». Asia repuntará con más libre comercio, añade Ma. En Taipei, Tokio o Seúl, ya se prepara este repunte: «se reestructura» a las empresas que no sobreviven a la crisis con la ayuda del Estado y se asiste a los parados temporalmente, pero la prioridad pública se dirige a la innovación.
De este modo, en Japón y en Corea, las universidades se dotan de más autonomía, para acercarse al modelo estadounidense. «Necesitamos mejores universidades, para ser más innovadores y más creativos en el mercado mundial», comenta Ahn Byong Man, ministro coreano de Educación, Ciencia y Tecnología. Con esta misma lógica, el mercado laboral coreano se volverá más flexible para facilitar la «destrucción creativa» y atraer a los inversores extranjeros.
La crisis empuja a los dragones de Asia hacia un mayor liberalismo. Sin pánico, pero con un único temor: el proteccionismo de Estados Unidos o de Europa, o los interminables estímulos públicos al estilo Obama que prolongarán la recesión. El presidente coreano Lee Myung Bak espera que en la cumbre del G-20 en Londres, mañana 2 de abril, el anuncio de un acuerdo de libre comercio (conseguido, en principio) entre la Unión Europea y Corea del Sur despierte a Occidente y apremie a Estados Unidos: de esta crisis, nos dicen en Asia, se saldrá por medio del intercambio, no con el estatismo ni con el proteccionismo.
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