Los peligros de una idea brillante
ferviente. (Del part. del ant. fervir, hervir; lat. fervens, -entis).
1. adj. fervoroso. 2. adj. p. us. Que hierve.
— Diccionario de la Real Academia Española
"Fervientemente" es como Estados Unidos se implicará en adelante en las conversaciones sobre el calentamiento del planeta. Eso dijo el domingo en Alemania el representante del presidente para el cambio climático, en una conferencia de Naciones Unidas en torno a la reducción de las emisiones de carbono. Esta promesa era fervientemente aplaudida por los asistentes que acogían con satisfacción el final de lo que una circular de prensa de AP llamaba "ocho años de participación inflexible" de la administración Bush en las conversaciones del clima.
Reducir las emisiones de carbono presuntamente va a invertir el calentamiento, si es que se reanuda tras el actual periodo sin calentamiento, un período que comenzó, según las estadísticas difundidas por la Organización Meteorológica Mundial, hace 11 años. Con respecto a la inversión, el Convenio de Naciones Unidas sobre Cambio Climático tiene muchas ambiciones, según lo esbozado en una "nota informativa" de 16 páginas redactada por el grupo de trabajo para "facilitar el debate”. Por ejemplo:
"Se pueden bajar los aranceles para dar preferencia especial a los productos respetuosos con el clima, o se pueden mantener a niveles elevados para desalentar el comercio de los bienes y servicios que implican un uso intensivo de GHG (gases de efecto invernadero)”. El grupo de trabajo afirma que el proteccionismo "al servicio de los objetivos marcados contra el cambio climático" virtuosamente "protegerá a los productores nacionales de bienes respetuosos con el clima”.
Además, utilizando "medidas comerciales de estandarización de emisiones de carbono," una nación virtuosamente puede "imponer costes a las importaciones equivalentes a (sic) los que afrontan los productores nacionales" que operan bajo un impuesto a las emisiones de carbono. O una nación con un régimen de intercambio de emisiones que regule las emisiones de carbono realizadas por la industria nacional podría exigir a los productores extranjeros "pagar impuestos aduaneros equivalentes a aquellos (sic) que los productores nacionales se habrían visto obligados a pagar si el producto hubiera sido fabricado nacionalmente”.
Los cínicos solamente verán potencial de fraude por parte de los gobiernos, incluyendo el gobierno estadounidense, utilizando tales medidas para pintar de ecologismo el proteccionismo. Mientras tanto, el gobierno estadounidense se enfrenta a problemas propios con un "producto respetuoso con el clima" que podría no serlo. La semana pasada, el New York Times abría la portada con este titular: "La bombilla que salvaba al planeta podría no salir a cuenta”.
La noticia relataba algunas desgracias sufridas por los estadounidenses con las nuevas bombillas que casi todos los estadounidenses — excepto aquellos que estén llenando los armarios de suministros de las bombillas corrientes de hoy en día — tendrán que utilizar tras la interrupción de la fabricación de las bombillas de hoy en 2014. (¿No reparó en aquella disposición de la Ley de Independencia Energética y Seguridad de 2007?)
Una pareja de San Francisco — naturalmente — salió de ver la película de Al Gore "Una verdad incómoda" incandescente de deseos de pensar globalmente y actuar localmente, en su hogar. De manera que cambiaron sus bombillas de sodio por las de ahorro compactas que el Congreso dice que enseguida tendrán que estar en todas partes. “En lugar de tener un satisfactorio momento ecológico, sin embargo," relataba el Times, “acabaron acumulando una enorme tensión fruto de tener que capear un desastre”.
Aunque presuntamente pensadas para durar 10.000 horas y ahorrar energía, reza el Times, "hasta" 5,40 dólares al año en la factura eléctrica, algunas bombillas se funden a las pocas horas. Algunos expertos, relata el Times, "culpan al gobierno de los problemas de calidad," diciendo que su impaciencia por recortar los precios de la bombilla movió a los fabricantes a utilizar componentes de calidad inferior.
Además, algunos expertos han redactado una guía que dice que las nuevas bombillas exigen "algo de proyección y planificación”. El Times dice que "podría ser una subestimación”.
Las bombillas, dice el Times, "no están pensadas para utilizarse en lugares cálidos con escasa circulación del aire, como los apliques de iluminación del techo”, y las hay que no funcionan "con los reguladores de luz o los enchufes con toma de tierra”. Y: “Sea consciente de que las nuevas bombillas compactas pueden tardar de uno a tres minutos en alcanzar toda la luminosidad. Esto no es un defecto”. Bueno, si usted lo dice. Dado que todas las bombillas contienen mercurio, un metal tóxico, nunca deben ser arrojadas a la basura, de forma que Home Depot entre otras cadenas ofrecen cubos donde deshacerse de las peligrosas bombillas. Tener que conducir hasta estos puntos limpios puede que no anule por completo los beneficios ecológicos de las bombillas. Además, el Times resume las provechosas sugerencias de la Agencia de Protección Medioambiental para afrontar los peligros medioambientales desatados cuando se rompe una de estas bombillas salvadoras del medio ambiente:
"Saque a las personas y los animales de la estancia y abra una ventana durante 15 minutos al menos, si es posible. Evite pasar la aspiradora. Recoja los fragmentos mayores con un papel rígido o una cartulina, elimine los residuos más pequeños con cinta aislante, y limpie la zona con un paño húmedo. Dispóngalo todo dentro de una bolsa de plástico con cierre al vacío o un pote del cristal. En la mayoría de los casos, esto se puede echar a la basura, pero la Agencia de Protección Medioambiental recomienda seguir las normas locales”.
Que Dios nos ampare como un vago o un descuidado, digamos el 10% de los 300 millones de estadounidenses, tire a la basura las bombillas fundidas. No se preocupe más. ¿Qué se pensaba? ¿Que el Congreso, arquitecto de la industria del etanol y diseñador de automóviles, no está en todo?
© 2009, Washington Post Writers Group
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