Fraudes aterrizarán en redes sociales
¿Podrían las redes sociales ser la próxima frontera del fraude financiero?
"No me sorprendería que en el próximo año viéramos algún fraude prominente relacionado con las redes sociales", predice Mike Kinnaman, director ejecutivo de mercadotecnia del grupo de tecnología de la firma global de reestructuración y asesoría FTI Consulting.
Mientras más usuarios corporativos adoptan el uso de Facebook, Twitter y otras redes para sus interacciones de negocios, parece probable que los individuos o grupos fraudulentos también usen esas herramientas. Es por ello que los investigadores intentan mantenerse al día en lo último de las denominadas comunicaciones "fuera de banda", explica David Remnitz, un director ejecutivo de FTI que se especializa en evidencia electrónica. "Pasamos una buena cantidad de tiempo intentando comprender cómo (las redes sociales) serán utilizadas en los próximos años, tenemos que estar siempre un paso adelante", dice.
Remnitz y Kinnaman señalan que las redes sociales no son una gran parte de la mezcla de herramientas que los delincuentes usan hoy en día, pero eso cambiará a medida que los jóvenes ejecutivos, quienes pasaron sus años universitarios en Facebook, comiencen a llegar a trabajos y puestos desde los cuales podrían tener la oportunidad de cometer crímenes electrónicos.
FTI usa una gran variedad de herramientas forenses para examinar enormes cantidades de datos digitales -desde la información almacenada en las computadoras y laptops de los empleados hasta millones de transacciones financieras y de servicios administrativos que atraviesan los servidores y redes corporativas. Por medio de una combinación de sistemas de software inteligente, ingeniería y talentos contables, FTI con frecuencia logra encontrar evidencia de crímenes que incluso los sistemas de auditoría corporativa más vigilantes dejan escapar.
Según lo explica Kinnaman, a menudo las compañías que sospechan de fraude ni siquiera están seguras de qué buscar, es una situación similar a la frustración de los consumidores con los motores de búsqueda de Internet. Google, por ejemplo, es genial si sabes lo que buscas, pero menos efectivo si no tienes idea de qué preguntar para encontrar la información que necesitas.
Asimismo, la tecnología de FTI es capaz de clasificar con rapidez los datos almacenados en compartimentos que los ejecutivos corporativos ni siquiera considerarían. Kinnaman cuenta la historia de un gerente de ventas que sospechaba de fraude en su organización pero no podía encontrar evidencia de transgresión a través de sus revisiones usuales.
El software de FTI examinó minuciosamente los correos electrónicos y otras correspondencias de la compañía y descubrió series de documentos que contenían palabras idénticas o similares.
Gracias a dichos documentos, el gerente identificó varios nombres de compañías que no estaban registradas como clientes existentes de su grupo, y se dio cuenta de que era probable que algunos empleados maliciosos estuvieran creando archivos para que estas compañías falsificaran su información. Sin el servicio de categorización provisto por FTI, es probable que el gerente no hubiera pensado en buscar los nombres de las compañías, dice Kinnaman.
Remnitz explica que las redes sociales ofrecen un reto interesante para los investigadores y forenses ya que las conversaciones que tienen lugar a través de las redes sociales tienden a ser más casuales, y es mucho más probable que los usuarios mezclen el negocio y los asuntos personales en una misma discusión, más de lo que lo harían en un memorando de negocios o incluso en un correo electrónico dirigido a sus colegas. Como resultado, las herramientas de software y los investigadores que las usan algunas veces deben trabajar más para contextualizar las comunicaciones que se efectúan a través de las redes sociales.
A fin de cuentas, Remnitz dice que las mismas reglas que se aplican a los mensajes de voz, correos electrónicos, memorandos, faxes y otras comunicaciones deberían aplicarse a las prácticas de los empleados en las redes sociales. Los trabajadores necesitan apegarse a las reglas básicas, el protocolo y la ética de la compañía, ya sea que hagan una llamada o naveguen en Twitter.
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