Cuánto tardaremos en ser los de antes?
El Economista, Madrid
Más sabe el diablo por viejo que por diablo, dice el refrán y, en la actualidad, la catástrofe financiera que ha desatado una recesión sin precedentes en buena parte del Planeta es comparada por muchos con la Gran Depresión de los años 30. Sin embargo, ésta no es la primera crisis que ha puesto patas arriba la economía mundial. Eso sí, podría convertirse en la reina de todas ellas.
Desde luego, es cierto que las repercusiones del desmoronamiento del sistema bancario acaban pasando factura a la economía real y provocando recesiones de las que suele ser más difícil salir. Un estudio realizado por Carmen Reinhart, de la Universidad de Maryland y Kenneth S. Rogoff, profesor en Harvard, titulado El resultado de las crisis financieras ha conseguido analizar las heridas que dejan esta clase de desfalcos económicos en los países a lo largo y ancho del mundo en los que suceden.
Además, tomando como referencia las últimas cinco grandes crisis, es decir, la de España en 1977, la de Noruega en 1987, las de Finlandia y Suecia en 1991 y la de Japón en 1992, y sin perder de vista la Gran Depresión de los años 30, se ha conseguido esbozar un patrón común que pone de manifiesto los síntomas que distinguen las crisis históricas del resto de recesiones momentáneas por las que puede atravesar la economía mundial.
Los síntomas
Como bien explica Megan Walters, economista jefe de Cushman & Wakefield, "los síntomas de una crisis comienzan con la contracción en el balance de los bancos que se muestran reacios a prestar dinero mientras que, sin crédito, los consumidores reducen sus ganas de gastar y esto acaba provocando una caída de la demanda y una pérdida directa en la producción".
La pregunta que ronda la cabeza de propios y extraños es si la actual crisis sentará precedentes como indican buena parte de los expertos. Todavía es pronto para hacer balance de las consecuencias del terremoto que ha desmoronado el sector financiero mundial tras el descalabro del sector inmobiliario en países como Estados Unidos, Reino Unido o España, aunque algunos datos ya hacen presagiar que el mundo se enfrenta a la peor hecatombe desde la Gran Depresión. Como bien señalan en su estudio Reinhart y Rogoff, la crisis en la que nos encontramos sumidos provocará "más dificultades en un mayor número de países", ya que se ha producido a "un nivel global".
Ante estas circunstancias es necesario conocer cuáles son los síntomas comunes que han convertido anteriores episodios en momentos críticos para la historia de la economía.
1. Desplome bursátil
Uno de los denominadores comunes en toda crisis histórica es la caída de los mercados bursátiles. Un salto al vacío en el que se pierde de media el 55,9% del valor de los activos y que tarda alrededor de tres años en volver a la normalidad. Claro está, que esta cifra no deja de ser genérica y cuenta con claras excepciones. De hecho, el crack del 29, la crisis española de 1977 o la de Japón en los años noventa se tradujeron todas en desplomes que superaron el 60%.
El mayor desplome registrado hasta ahora es el de Islandia, cuya bolsa ha perdido más del 90% de su valor tras la nacionalización bancaria. Austria tampoco se queda atrás y, según el estudio, tanto la Bolsa de Viena como la de Islandia han superado con creces la cifra media de caídas bursátiles en comparación con otras crisis históricas.
En Estados Unidos, el Standard & Poors 500, su indicador más amplio, se dejó el año pasado cerca de un 38,4%. Al mismo tiempo, el Nikkei cayó un 42% y, en Europa, el FTSEurofirst 300 cedió una media del 45%.
2. Precio de la vivienda
El principal detonante de la actual crisis ha sido la caída en el valor de la vivienda. Según el informe de Reinhart y Rogoff, se determina que el precio de las casas suele caer alrededor de un 35,5%, al mismo tiempo que la crisis inmobiliaria se extiende durante un promedio de seis años.
Así, en las crisis de Finlandia, Filipinas, Colombia y Honk Kong se produjo una caída del valor de los inmuebles que osciló entre el 50 y el 60%; mientras que en España, en el año 1977, el descenso superó el 30%.
De momento, en EEUU, el ajuste de precios inmobiliarios sigue su curso y sin tocar fondo. En concreto, el precio medio de la vivienda acumula una caída del 19% desde sus valores máximos, alcanzados en el segundo trimestre de 2006. Al menos así lo indicaba el último índice de precios de vivienda Standard & Poor´s/ Case Schiller.
3. Desempleo
Las comparaciones históricas de las distintas crisis han llevado a la conclusión de que el desempleo es uno de los síntomas más evidentes de la gravedad del asunto. De media, la tasa de paro aumenta consistentemente durante un periodo aproximado de cinco años y acaba alcanzando un máximo del 7%. Aunque ninguna crisis posterior a la Gran Depresión ha llagado a tocar máximos de paro que ronden el 20%, los efectos de estas crisis sobre el sector laboral suelen ser profundos.
Desde entonces, la crisis de empleo más importante desde los años treinta la sufrió Japón durante la década de los noventa, ya que la destrucción de puestos de trabajo tardó más de diez años en corregirse.
En el caso de nuestro país, la crisis bancaria de 1977 se cobró una tasa de paro del 14% y su recuperación tardó cerca de siete años en ser una realidad.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha señalado que la crisis será más "profunda y dilatada" si no se realizan reformas en algunos campos como el laboral, lo que incluiría cambios en la modalidad de contratación, negociación colectiva y costes asociados a la rescisión de contratos.
Actualmente, en EEUU la tasa de paro se ha disparado hasta el 8,5%, cuatro décimas más desde febrero y el nivel más alto del último cuarto de siglo. De momento, la Reserva Federal ya ha indicado que la tasa de desempleo podría alcanzar el 8,8% en 2009, al tiempo que otros expertos apuntan que tocará techo en el 10%, un panorama desolador que da pocas esperanzas para los 13,2 millones de ciudadanos en paro.
4. Producción
Como efecto directo del paro y de la caída del consumo, la producción suele sufrir un descenso del 9% y suele recuperarse antes que el desempleo, es decir, tarda alrededor de dos años en volver a registrar niveles previos a la crisis. Se calcula que el comercio mundial descenderá un 2,1% durante 2009, caída sin precedentes desde 1982. Con la reducción de la demanda de importaciones a niveles negativos en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), será muy difícil que los países en desarrollo puedan generar rendimientos positivos con sus exportaciones y esto influirá negativamente en el crecimiento.
5. Contracción del PIB
La caída de la producción, el consumo y el comercio, a lo que habría que sumar el incremento del paro, acaba incidiendo, como es lógico, en el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de los países que sufren una crisis bancaria. Así, la contracción media del PIB alcanza un 9,3% y la recesión suele durar dos años.
De nuevo, la Gran Depresión se lleva la palma, ya que la contracción negativa del PIB alcanzó el 30% durante casi cuatro años. La crisis bancaria en Argentina también hizo historia, ya que la economía se contrajo cerca de un 20% durante un periodo aproximado de otros cuatro años.
En este sentido, el FMI adelantaba que en 2009 la economía mundial podría contraerse entre un 0,5 y un 0,6%. Caso por caso, todavía es pronto para señalar víctimas pero, por ejemplo, la primera economía del mundo se contrajo un 6,3% en el cuarto trimestre de 2008, más de lo estimado anteriormente, forzando así al Congreso a acelerar la tramitación del Presupuesto del Gobierno, una pieza clave para financiar el plan de recuperación económica que ha puesto en marcha Barack Obama, presidente del país.
6. Deuda Pública
Cómo no, el cúmulo de factores previamente indicados acaba produciendo un aumento notable de la deuda pública, que se incrementa una media del 86% en los tres años siguiente al comienzo de la crisis. Esta subida de debe, en la mayoría de los casos, al gasto público que los Gobiernos llevan a cabo para frenar o paliar los efectos de la recesión económica.
En el caso de Colombia se disparó alrededor de un 170 en la década de los noventa. A día de hoy, la deuda pública española, que en 2007 era del 39,5% del PIB, pasará a ser este año cercana al 50%, mientras que en 2010 se situará alrededor del 60%, según las estimaciones del Banco de España.
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