Ecuador: La dolarización condenada

El Expreso de Guayquil

Son ciertas las afirmaciones del presidente de la República en cuanto que no se pretenderá desdolarizar al país de manera inmediata. Pero, según lo expresado por el ministro conductor de la economía, Diego Borja, la dolarización se mantendrá hasta cuando cumpla determinadas condiciones que, naturalmente, serán establecidas por el Gobierno. Cuando este lo considere, se procederá a terminar con la dolarización, efecto que no tiene una fecha determinada, pero que, por los dichos del mencionado ministro, es inexorable.

Además, a la grupa de Chávez, el Gobierno ecuatoriano anda promocionando el establecimiento de una moneda regional, virtual ha dicho el presidente, para reemplazar al dólar como moneda de reserva en todo el continente y eso, naturalmente, podría traer como consecuencia el establecimiento de monedas comunes, en una aventura cuyo desenlace es imprevisible, pero está cuajado de peligros. La comunidad europea adoptó el euro luego de un proceso arduo en el que no faltaron ni los peligros ni las objeciones y casi todos los países lo hicieron mediante una previa consulta plebiscitaria y todavía, en España, por ejemplo, sigue hablándose de la peseta.

Chávez se ha sentido furioso porque la presidenta de Chile ha invitado a una de las cumbres que se realizan tan frecuentemente, al vicepresidente de los Estados Unidos y al primer ministro inglés, acusándola de boicotear la unidad americana. Chávez ha pactado con los Castros una guerra contra los Estados Unidos.

Esta actitud es libre de adoptar ese gobernante tan irascible y tan extremista. Si se halla empeñado en esa guerra que sea él quien la pelee, que los otros países de América Latina no tienen razón para hacerle el juego al Comandante, como ha empezado a ser llamado, imitando los grados que se asignaron los revolucionarios cubanos.

Chávez quiere guerrear con los Estados Unidos y supone que en esa guerra iría acompañado de potencias grandes como Rusia y China, sin entender que esas potencias harán lo que les parezca mejor para sus intereses, como hacen todos los Estados sensatos. Chávez insulta inverecundamente a los presidentes de Estados Unidos. Llamó borracho y otras lindezas a Bush, ha llamado ignorante a Obama, un graduado cum laude de Harvard, mientras el insultador no es precisamente un ejemplo de sabiduría. Pero en fin, Cambalache, siglo XX como diría el tango, lo mismo vale un solípedo que un gran profesor.

Nosotros, el Ecuador, no tiene porqué andar a la greña ni con los Estados Unidos ni con ningún país. Lo que tenemos que exigir es que se nos respete, que se reconozca nuestra intangible soberanía y que se nos trate con la dignidad que merecemos, mientras en las relaciones comerciales debemos exigir la mayor equidad conservando aquellas que representen beneficios para el país y con el Estado norteamericano, relaciones de mutuo interés pues ese país es el destino de la mayor parte de nuestro comercio exterior cuyos productos deben obtener precios justos.

Si alguien en este momento es un obstáculo para la integración latinoamericana es Chávez porque quiere convertirse en un reyezuelo a quien se sometan caciques tributarios como los tres o cuatro que se han sometido al vasallaje.

La integración latinoamericana tiene que seguir el modelo de la comunidad europea que logró la integración de numerosos países, respetando sus soberanías, sin que ninguno pretendiera hegemonía alguna, como Chávez trata de hacer, sin entender que los pueblos sudamericanos y sus Estados ya han alcanzado la edad adulta y que tienen sus propias características que configuran una diversidad interesante que en vez de ser óbice, es factor integrador para la unidad sudamericana, especialmente en los aspectos económicos, pues en los políticos, es decir en la conformación de un solo Estado, ninguno de estos pueblos permitirá que se menoscabe su soberanía y menos para someterse a un indigno vasallaje.