Gobierno rico, gente pobre
El mayor reto del siglo XXI es luchar contra la pobreza. La gran diferencia con el siglo pasado es que entonces confiábamos en que los gobiernos combatirían activamente la pobreza y se creía que las instituciones multinacionales eran nuestros aliados en acabar con la miseria. Hoy, por el contrario, quedan pocas dudas de que todos ellos son los peores enemigos en esa gran contienda.
La actual crisis económica afecta prácticamente a todo el mundo. Todos estamos más o menos asustados, por lo que reducimos gastos, salimos menos a comer a restaurantes, posponemos la compra del automóvil nuevo y también postergamos el añorado viaje de vacaciones. Pero los políticos están haciendo exactamente lo contrario: el nuevo presupuesto aprobado por el Congreso de Estados Unidos es el más alto de la historia de este país: 3.600.000.000.000 de dólares (3,6 billones en español o 3,6 trillones en inglés). Si esa cifra le parece incomprensible es porque en realidad lo es.
Igualmente incomprensible es que mientras la economía crecía, el gobierno se expandía exageradamente, pero desde que la economía se contrae, el gobierno ha estado creciendo más que nunca. Esto sucede a pesar de la caída de los ingresos gubernamentales: menos recaudaciones de impuestos sobre las nóminas salariales, sobre ganancias, sobre ingresos, sobre dividendos, sobre el consumo de gasolina, pasajes aéreos, etc. Y, a pesar de esa situación, el gobierno federal planea gastar este año 1,5 billones de dólares por encima de sus ingresos, duplicando de esa manera la deuda pública. Si nuestro vecino hiciera algo parecido diríamos que está loco. ¿Qué pensamos, entonces, de los políticos?
Pero no debemos creer, por un instante, que se trata sencillamente de locuras de un gobierno de izquierda. Los neoconservadores están felices del aumento de las tropas enviadas a Afganistán y del mayor gasto que eso significa, mientras promueven el restablecimiento del servicio militar obligatorio. Hoy hay 130 mil soldados de Estados Unidos en Irak y el número de militares norteamericanos muertos en las actuales guerras ya alcanzan 4.247 en Irak y 667 en Afganistán. Otra estadística escalofriante relacionada con esas dos guerras es que 140 soldados norteamericanos se suicidaron el año pasado y 48 soldados más en los primeros tres meses de este año.
Una triste consecuencia de la irresponsabilidad del gobierno y los políticos de Estados Unidos, y también de los miembros de la junta directiva de la Reserva Federal, es la creciente desconfianza del resto del mundo en la estabilidad del dólar. La principal obligación del banco central es mantener el valor de la moneda, pero sus directivos parecen preferir ganar puntos con políticos poderosos, sin tomar en cuenta que seguir imprimiendo billetes puede parecer un remedio apropiado a corto plazo, pero a largo plazo resulta letal. En cuanto a la moneda, el mensaje implícito que nos dan los políticos y gobernantes al resto de la ciudadanía es: mejor proceden a gastar todo su dinero porque nosotros estamos reduciendo el valor de los dólares que tienen ahorrados.
Director de la agencia AIPE
- 28 de diciembre, 2009
- 8 de junio, 2012
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