Guatemala: Pro Reforma y corrupción
Preguntan ¿cómo es que se pretende que con las modificaciones constitucionales que propone Pro Reforma disminuya la corrupción burocrática?
Cuando se vive bajo un Régimen de Derecho las personas hacen las cosas por derecho y no por permiso, por supuesto dentro del límite que impone los iguales derechos ajenos. La violación de derechos ajenos deberá ser certera y debidamente castigada. Pero no se puede evitar afectar intereses. Ejemplos: si alguien pone un puente, afectará a los lancheros y beneficiará a los transeúntes; si alguien inventa una vacuna que impide alguna enfermedad, afectará a los médicos que viven de tratarla y beneficiará a los pacientes; quien inventó el automóvil afectó a fabricantes de carruajes y benefició a los demás; quien siembra mucho maíz afecta el ingreso de los demás productores y beneficia al pueblo; la competencia siempre afecta a los productores y beneficia a los consumidores; si pinta su casa de algún color afecta a los vecinos que no les gusta y beneficia a quienes sí; si usted es el último en la cola, afecta a los que no llegaron antes. Etcétera.
La corrupción disminuye cuando se elimina la impunidad del criminal, cuando se le descubre, apresa, juzga, y con certeza se aplica la pena correspondiente. La clave es certeza, y para lograrla se necesita reformar el proceso de selección de magistrados y dotarlos de recursos económicos y humanos.
La principal fuente de corrupción burocrática es la oportunidad del funcionario o burócrata que con sus decisiones discrecionales afecta los intereses de la gente. La “mordida” se da, precisamente, para que la decisión del burócrata sea favorable a quien está pidiendo permiso (o suplicando) para llevar a cabo algo.
Nótese que se trata de hacer algo pacífico, que obviamente es legal. Por ejemplo, si usted quiere botar un árbol en su propiedad o cambiarle la lámina al techo de su casa, a pesar de ser suya, no puede hacerlo sin permiso. En algunos casos se necesita un “estudio” y un “dictamen” para poder usar, pacíficamente, lo suyo. Se justifica tal reglamentación aduciendo que lo que usted haga afectará los intereses de los vecinos y que el Gobierno está para cuidar intereses. No derechos.
El punto es que no hay tal cosa como un acto que no afecte intereses ajenos. Lo más que se puede aspirar para no asfixiar el progreso y para no incentivar la corrupción es que todos puedan hacer todo lo que no sea prohibido, lo que sea pacífico y respetuoso de los iguales derechos ajenos, y no por permiso de algún funcionario o burócrata con poder discrecional.
Los funcionarios y burócratas son humanos, con virtudes y vicios. No son como nos enseñan en la escuela: abnegados servidores públicos que protegen los derechos o intereses de ciudadanos. Cuando las reglas del juego colocan los intereses del ciudadano a su merced, surge el incentivo perverso de enriquecimiento indebido. Por ello la causa de la corrupción es el sistema que sujeta a los ciudadanos a la discrecionalidad de funcionarios o burócratas cuya función es aprobar o no las iniciativas de la gente. El no poder hacer las cosas por derecho, sino por permiso discrecional, es la puerta de la corrupción. Esto explica por qué los países socialistas, donde todo se hace por permiso y no por derecho, son famosos por su extrema corrupción.
Pro Reforma propone que los guatemaltecos progresen y vivan por derecho y no por permiso.
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