La primera cumbre hemisférica de Obama
Durante la visita del presidente Barack Obama a México y Trinidad Tobago en su primer viaje a países latinoamericanos o caribeños en sus 47 años de vida, empezaremos a ver las primeras señales de si está dispuesto a prestar más atención a la región que sus predecesores.
Por mucho que me guste Obama, no lo veo fácil. Dada la magnitud de la crisis económica que ha heredado, su falta de lazos históricos con la región y la ausencia de altos funcionarios interesados en Latinoamérica en su gabinete, hará falta más que conciertos de mariachis en México –o bandas de calipso en Trinidad, donde arribará hoy para la Cumbre de las Américas– para mantener vivo su interés en el continente.
A juzgar por lo que Obama me dijo en dos entrevistas en los últimos dos años, y por lo que dicen funcionarios de su Gobierno ahora, estas son algunas de las señales que podrían indicarnos si Obama cumplirá con su promesa de campaña de terminar con años de indiferencia de Estados Unidos hacia América Latina.
• Durante un discurso de campaña, el 23 de mayo del 2008, Obama prometió ''incrementar sustancialmente nuestra ayuda a las Américas''. Pero la actual crisis económica impedirá que Obama entregue más ayuda de emergencia que la recientemente prometida al Fondo Monetario Internacional para las economías emergentes en todo el planeta.
Colaboradores cercanos de Obama me dicen privadamente que, en la cumbre de Trinidad, Obama prometerá más ayuda económica –como fondos para mejorar la seguridad pública y combatir el crimen en el Caribe–, pero nada que se acerque a los enormes programas de ayuda a la región que prometió durante su campaña.
• A pesar de su promesa de campaña de lanzar una ''Nueva Alianza de las Américas'', inspirada en la ''Alianza para el Progreso'' del presidente J.F. Kennedy, los funcionarios de la Casa Blanca dicen que Obama no desembarcará en la cumbre de Trinidad con planes ''grandiosos'' para toda la región. El Presidente irá más bien a escuchar, intercambiar opiniones, y recoger nuevas ideas, dicen sus colaboradores.
• Aunque en una de las entrevistas que le realicé Obama dijo que ''deberíamos tener una cumbre de los líderes de todos los países americanos todos los años, para discutir nuestros objetivos e intereses comunes,'' el gobierno de Obama todavía no se ha comprometido a ello.
Los presidentes de Estados Unidos mantienen reuniones anuales con los 21 mandatarios de los países del Pacífico, que son muy útiles para obligar a la Casa Blanca a darle seguimiento a las iniciativas de esa región. Sin embargo, la Cumbre de las Américas tiene lugar cada tres o cuatro años. Dos altos funcionarios de la Casa Blanca me señalaron que, por el momento, no existen planes de aumentar la frecuencia de las Cumbres de las Américas.
• Obama también se comprometió en una de las entrevistas que le realicé a designar a un ''Enviado Especial para las Américas'', un cargo que desapareció durante el Gobierno de Bush. Denis McDonough, un alto funcionario de la Casa Blanca, dijo a principios de esta semana que ''seguimos comprometidos con la idea'' de designar a alguien para ese cargo, pero advirtió que ''no podía ponerle un plazo'' a esa designación.
Mi opinión: A Obama le irá bien en México y en la Cumbre de las Américas, sobre todo porque no es George W. Bush, y porque en América Latina goza de gran popularidad. Además, su oportuno anuncio de esta semana de que Estados Unidos flexibilizarán las restricciones a los viajes y las remesas a Cuba caerá muy bien entre la mayoría de los dignatarios latinoamericanos.
Uno de los síntomas de cuán confiada está la Casa Blanca de que a Obama le irá bien en la región es el hecho de que visitará Ciudad México, una gigantesca capital gobernada por un partido de izquierda, que los presidentes de Estados Unidos en décadas recientes han preferido evitar. El ex presidente Bush, por ejemplo, prefería reunirse con los presidentes mexicanos en remotos bal-
nearios o en ranchos del interior de México.
Pero la verdadera prueba de fuego que demostrará si Obama le prestará más atención a América Latina será lo que haga después de esta cumbre. Si no se compromete a realizar estas cumbres con mayor frecuencia, y si no hay acuerdos que vayan más allá de la insípida declaración final –un compendio de expresiones de buena voluntad– podrían pasar más de dos años antes de que la Casa Blanca se vea obligada una vez más a prestar atención al hemisferio.
Esperemos que durante los próximos cuatro días, Obama dé muestras claras –y no sólo expresiones retóricas– de que mantendrá vivo su interés en la región una vez que esté de regreso en Washington.
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