Centros de detención, trago amargo para indocumentados
LUMPKIN, Georgia – En un aislado rincón de Georgia, aproximadamente 20.000 extranjeros sin papeles desfilan todos los años por uno de los centro de detención del servicio de inmigración más grandes del país, donde esperan una casi segura deportación.
Como todos los centro de detención del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, según sus siglas en inglés), el Stewart Detention Center de este condado rural del sudoeste de Georgia genera intensos debates.
Los defensores de los derechos de los indocumentados dicen que estos reciben un trato inhumano, que refleja las fallas del sistema, en tanto que el ICE niega cometer excesos y muchos estadounidenses irritados con la presencia de tantos indocumentados están a favor de una política de envío rápido de vuelta a sus países. En medio de un debate tan apasionado, cuesta a veces comprender por lo que pasan las personas detenidas en estos centros.
Los presos tienen poca libertad de movimiento. Solo pueden circular por un área común de sus pabellones, excepto durante la noche, desde las 23.00 hasta las 05.00, y cuando se hace la cuenta de los reclusos, lo que ocurre varias veces por día. Pueden pasar una hora y veinte minutos diarios en un jardín rodeado de muros altos, con alambres de púas en la cima.
Hay dos tipos de pabellones en el Stewart: unos con celdas para dos personas y otros con salas grandes con varias literas. Cada pabellón aloja entre 62 y 88 personas y tiene un área común con mesas, un microondas, un teléfono a pagar y dos televisores que transmiten programas en español e inglés.
"Trato de no pensar mucho. Paso la mayor parte del tiempo estudiando la Biblia", declaró un detenido, Gilberto Vázquez Ovalles.
Vázquez es un mexicano de 34 años que vive ilegalmente en el país desde diciembre del 2004. Trabajaba en la cocina de un restaurante y en cuatro ocasiones la policía lo detuvo por manejar sin licencia de conducir. En la cuarta, a mediados de enero, lo arrestó y lo envió al Stewart.
En entrevistas con la AP, arregladas por una organización que defiende los derechos de los inmigrantes, Vázquez y otros dos detenidos dijeron que no los tratan mal. Indicaron que algunos guardias gritan sin razón, pero que la mayoría son gente correcta. La comida no es buena, pero tampoco es tan mala. Su mayor frustración es la lentitud con que se procesan sus deportaciones.
Los funcionarios del centro dicen que un detenido pasa entre 30 y 45 días preso, pero los tres entrevistados por la AP llevaban más de seis semanas. Michael Webster, subdirector de la oficina del ICE en Stewart, dijo que la duración de la estadía depende del sistema legal del servicio de inmigración. Grandes retrasos en el procesamiento de los casos, combinado las demoras de los gobiernos de otros países en suministrar los documentos necesarios, hacen que las estadías de numerosos detenidos sean prolongadas.
La queja más común de los detenidos es la falta de información acerca de lo que sucede con sus casos y la escasa predisposición de los empleados del gobierno para responder a sus preguntas, según Adelina Nicholls, directora ejecutiva de la Georgia Latino Alliance for Human Rights (Alianza Latina de Georgia por los Derechos Humanos).
"Esto es un asunto de derechos humanos", sostuvo.
El director del centro Michael Swinton afirmó que los empleados que procesan las deportaciones visitan los pabellones al menos una o dos veces a la semana, pero no se exige a los detenidos que hablen con ellos.
Velázquez dijo que en los tres meses que llevaba en el centro nunca habló con el empleado que lleva su caso. Según los archivos del ICE, el empleado visitó el pabellón del mexicano 32 veces entre principios de enero y mediados de abril.
La organización de Nicholls es parte de la Georgia Detention Watch, una coalición de agrupaciones e individuos que luchan por los derechos de los inmigrantes, basada en Atlanta, que hace poco emitió un informe en el que se critican las condiciones de Stewart. El informe se basa en entrevistas con 16 detenidos realizadas en diciembre y dice que a veces se castiga a los presos negándoles alimentos y medicinas, que se los recluye en celdas solitarias sin audiencias disciplinarias y que no hay suficientes baños.
Webster rechazó las acusaciones y dijo que todos los centros del ICE satisfacen los requisitos para ese tipo de instalaciones, los cuales son vigilados por inspectores independientes. En enero el centro fue avalado por la Asociación de Prisiones Estadounidense, una organización privada, sin fines de lucro, que determina las condiciones que debe reunir un penal.
"No podrían suceder esas cosas porque hay gente observando" lo que pasa en el centro, expresó Swinton.
Una mañana reciente llovía fuerte y los detenidos debieron permanecer dentro de sus pabellones. En dos de los pabellones visitados por un reportero de la AP, algunos presos se veían aburridos y otros hablaban por teléfono, conversaban entre sí o jugaban a las palabras cruzadas.
Algunos limpiaban el piso de un pasillo casi sin supervisión, en tanto que otros peinaban a otros detenidos. Los reos que aceptan realizar estas tareas –y otras como cocinar, ayudar en la biblioteca, lavar ropa– cobran de uno a tres dólares diarios.
El centro suministra artículos básicos para mantener la higiene, calzados, tres mudas de ropa y comida. Con el dinero que ganan en el centro o que reciben de sus familiares, los detenidos pueden comprar cosas en un negocio.
El color del uniforme revela el nivel de peligrosidad de un detenido: azul implica un riesgo mínimo, anaranjado mediano y rojo alto. La categoría que se le da al detenido depende de sus antecedentes delictivos.
Los problemas disciplinarios más comunes son pelas en la cafetería. El causante del problema es llevado a una celda solitaria, de la que puede salir una hora por día.
Los detenidos pueden escribir cartas, leer y escuchar radio.
Cada caso debe ser evaluado en un plazo de 72 horas cuando llegan al centro.
Stewart, que admite solo hombres, puede alojar hasta 1.924 personas. La cantidad de detenidos varía constantemente, pues hay un flujo permanente de gente que llega o se va. Un lunes reciente había 1.699 detenidos.
Una constante es el país de procedencia de los detenidos: Casi la mitad son de México, un 10% de Guatemala, otro 10% de Honduras y un 5% de El Salvador. El resto proceden de otros países.
Stewart es administrado por la Corrections Corporation of America, empresa privada de Nashville, que cuenta con 340 empleados en el centro, a los que se suman unos 60 empleados del ICE.
Defensores de los indocumentados dicen que con frecuencia no hay razón para detener a las personas, porque son sorprendidas cometiendo infracciones menores, como manejar sin licencia de conducir, que rara vez implican su arresto.
Webster sostuvo que él y sus empleados hacen que se respeten las leyes y destacó que los centros de detención no son cárceles y no tienen por fin castigar al detenido. Agregó que una de las principales razones por las que los indocumentados son detenidos es que hay grandes posibilidades de que se escapen.
"A nosotros no nos interesa si les terminan dando la residencia o los deportan", declaró Webster. Lo único que queremos es que se resuelvan sus casos".
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