Pidiendo refugio…, in the name of El Salvador

Al pensar en "pedidos de refugio" son tres los episodios que asaltan mi memoria: los dos primeros son viejos e imborrables recuerdos. El último es una reciente y preocupante noticia.

Primer acto: noviembre de 1992, cancha de Vélez, Buenos Aires. Keith Richards, guitarrista de los Stones, llegaba con un conjunto propio, The X-pensive Winos.

Obviamente no faltó Gimme Shelter, viejo himno de los años 60s que significa algo así como "Dame refugio", y que está inspirado en los horrores de Vietnam. La guerra que el Che Guevara quería ver multiplicada por dos, por tres…, o por muchos.

La canción comienza lúgubre, diciendo "la guerra, niños, está a un solo tiro de distancia", y termina magistral, cambiando por "el amor, niños, está a un solo beso de distancia". Verlo desde la tribuna fue inolvidable.

Segundo acto: febrero de 1995, cancha de River, Buenos Aires. Richards volvía a la Argentina, esta vez con la banda que lo llevó al estrellato. Tampoco faltó Gimme Shelter.

El estadio monumental era escenario de una cita para la cual no hacía falta balón alguno: la mítica banda roja, la del glorioso River Plate, durante varias noches le cedía su localía a la mítica banda inglesa, la del legendario Mick Jagger. Y verlo desde el campo fue más que inolvidable.

Tercer acto: abril de 2009, San Salvador. Ciertos sectores vinculados al gremio textil de El Salvador lanzan un globo de ensayo mediático diciendo que "consideran solicitar un salvataje" financiero de varios millones de dólares. Leerlo fue decepcionante.

A priori pudiera pensarse que se trata de una operación relativamente frecuente en el mundo de los negocios. Y tal sería el caso si hubieran decidido hablar con algunos bancos para solucionar los problemas de liquidez que alegan estar enfrentando. Pero a juzgar por quién han elegido para hablar…, evidentemente el caso es otro.

Apuntan hacia arriba. Ya han declarado que "tratarán de programar un encuentro con el presidente electo" (cita literal del periódico), inequívoco indicio de que más que un salvataje financiero lo que en verdad pretenden es un refugio gubernamental, que indefectiblemente terminaría siendo pagado con su dinero ("su" de usted…, estimado lector). Apuntan arriba para pegar abajo.

En este tercer acto la canción es la misma que en los dos primeros: "Dame refuguio", entonada ahora como vieja cantinela que apelando a las emociones pretende ampararse en el Estado. Historia conocida: socialización de pérdidas disfrazada de Emotional Rescue.

Estas cosas terminan siempre en pobres subsidiando a ricos. Después no nos sorprendamos que mi violento y equivocado paisano, el que anhelaba multiplicar las guerras, siga teniendo adeptos.

A quienes hay que proteger, de forma efectiva y concreta, es a las personas de carne y hueso que pierden su empleo. Pero no a las compañías cuyas pérdidas muy posiblemente no sólo se deban a las adversas condiciones económicas internacionales, sino también a una mala gestión empresarial.

El mito en este caso no es el de la banda roja ni el de la banda inglesa, sino el que tratan de vendernos recurrentemente determinadas bandas de pseudo-empresarios, que hasta son capaces de envolverse en una bandera creyendo que así quedarán inmunes a las críticas. Comprobarlo es más que decepcionante.

Por cierto también sorprende la pobreza conceptual de los argumentos esgrimidos, fácilmente refutables por un estudiante de primer año de economía. Eso sí, a todo dicen hacerlo en nombre de El Salvador…, como si de pedirle a U2 que venga se tratase.

Le dirán, finalmente, que en los Estados Unidos hay empresas que se refugian en los rescates gubernamentales, hecho que apenas prueba que los países ricos pueden cometer más errores que los países pobres: sólo una mente afiebrada ignoraría la sideral diferencia que en materia de recursos disponibles hay entre El Salvador y la primera potencia del planeta.

¿Conclusión? Es poco serio pedirle Gimme Shelter a los gobernantes. Porque el ridículo, niños, está a un solo pedido de distancia.

Hasta la próxima.

El autor es iIngeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.