Ni la foto
El País, Montevideo
Uruguay fue noticia en la Cumbre de las Américas sólo porque Chávez le regaló a Obama un libro del escritor uruguayo Eduardo Galeano. Ese libro, "Las venas abiertas de América Latina", repite la vieja cantilena: que los latinoamericanos somos víctimas de un complot internacional que nos hunde en la pobreza desde hace siglos. Una explicación muy cómoda porque en vez de luchar contra la miseria, la exclusión, la desigualdad o el analfabetismo, es mejor culpar de los males al enemigo externo. Antes fue el colonizador europeo, luego el yanqui, el imperialismo, las multinacionales, el FMI o el neoliberalismo. El que sea. Todo sirve para señalar culpables de afuera, no de adentro.
Ese complejo de víctimas de la maldad ajena y no de los errores propios se apoderó de varios presidentes en la cumbre de Trinidad y Tobago. La inquietud por la islita caribeña y sus relaciones con la potencia del Norte, sobrepasó en interés a los reales problemas hemisféricos y hasta desplazó las ansiedades por la crisis económica global. Así, el coro de plañidos por Cuba -incluidos los de Tabaré Vázquez- fue casi unánime en una reunión en donde no hubo acuerdo ni para firmar la declaración final. Ni siquiera para tomarse juntos la foto de familia.
El bloque de países del Alba, el club político de Chávez, se salió con la suya al injertar el tema cubano como la prioridad en el encuentro con Obama. En lugar de aprovechar el debut del nuevo presidente para impulsar el comercio, reforzar entre todos la matriz energética o preservar el medio ambiente, la cumbre se saturó de retórica antiimperialista a pesar de que Obama venía de aflojar la relación con el gobierno de Cuba facilitando los viajes y el envío de remesas a la isla, medidas que los hermanos Castro juzgaron promisorias. Ahora les toca jugar a ellos.
¿Soltarán a los presos políticos, darán más libertades, respetarán los derechos humanos? Quién sabe, porque hasta ahora les rindió buenos dividendos mantener asustado al pueblo cubano con la amenaza del cuco norteamericano.
Un triste ejemplo del desvío de esta quinta cumbre fue la actuación del sandinista Daniel Ortega, el presidente de Nicaragua denunciado por corrupción e incesto en su país, quien describió durante casi una hora las perversidades del colonizador europeo y del imperialismo yanqui. Ante ese discurso -una síntesis del libro de Galeano aunque en peor prosa- Obama replicó que no había viajado hasta allí para discutir el pasado sino para hablar del futuro.
De esta manera, es probable que la reunión de Trinidad y Tobago haya sido un entierro de lujo para el proyecto ALCA, la zona de libre comercio propuesta por Bill Clinton en 1994. Y es posible que estas citas entre 34 países tan dispares no vuelvan a repetirse. Lo insinúa el dato de que sólo el país anfitrión firmó la declaración final, algo que nunca pasó antes. No hubo consenso ni aun para suscribir el clásico documento de compromiso, uno de esos típicos escritos que alaban el bien y condenan el mal.
Lo ocurrido cuatro años atrás en Mar del Plata debió servir de aviso. El fiasco de aquella cumbre fue total, con George Bush en el rol de cartón ligador. Allí, Chávez se dio el gusto de hacer un "contra-acto" con la complicidad de Néstor Kirchner. Ahora, un Chávez que en los días previos había calentado el pico ante sus socios del Alba con críticas aceradas contra el "imperio del mal", estuvo amistoso -y hasta untoso- con Obama a quien le dedicó, "con afecto", el opus de Eduardo Galeano. Tierno detalle.
- 23 de julio, 2015
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