Paraguay: El escándalo, un manto que cubre errores y aciertos
ASUNCION.- Los aniversarios suelen ser un momento de balance. Pero en el caso del presidente paraguayo, Fernando Lugo, los escándalos por su paternidad parecieron tapar el resto de sus errores y aciertos, en momentos en que se cumple un año de su histórico triunfo electoral sobre el Partido Colorado (PC).
Lo cierto es que, tras ocho meses de gobierno, la imagen de Lugo venía decayendo lentamente incluso antes de que Viviana Carrillo lo demandara. Pero la profundización del escándalo ahora amenaza su principal capital político: su credibilidad.
"Su imagen venía cayendo, primero, porque el presidente tiene un estilo particular. Estábamos acostumbrados a un presidente con don de mando y Lugo es más conciliador. Segundo, se vino muy pronto la crisis económica. En tercer lugar, la mayor parte de la estructura del Estado sigue siendo la misma gente de siempre", explicó a LA NACION Francisco Capli, director de First Análisis y Estudios, la principal encuestadora del país.
Pocos son los logros que se le reconocen a Lugo en los primeros ocho meses de su gestión. Entre ellos, el planteo de soberanía que le hizo a Brasil por la represa de Itaipú.
"Nunca hubo un reclamo tan firme", reconoció el analista Carlos Redil, un ex diputado del PC. En cuanto a la lucha contra la corrupción, el caballito de batalla de su campaña, se convirtió en una tarea titánica y parece haber pocos avances. "No hay una lucha frontal contra la corrupción, aunque por lo menos el presidente no está salpicado", señaló Redil.
Dudas e internas
A Lugo también se le reprochan sus dudas a la hora de tomar decisiones. Dudas que se ven alimentadas por las feroces internas que hay en la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), la coalición política que lo llevó al poder, donde las distintas fuerzas se disputan espacios de poder e incluso el principal partido, el Liberal Radical Auténtico (PLRA) está dividido.
En ese sentido, el cambio de gabinete que realizó el lunes pasado estuvo destinado a fortalecer la línea del PLRA, que es más leal a su figura, en detrimento de la del vicepresidente Francisco Franco, que prácticamente ya no tiene relación con Lugo.
"Estos ocho meses reflejan la mala calidad política que genera este gobierno. Las consecuencias de los errores durante el proceso de construcción de esta alianza son las cuestiones que hoy se tratan de resolver. Fue un pacto electoralista mediocre", señaló el analista Gonzalo Quintana, ex senador por el PLRA, que renunció al partido durante las negociaciones para conformar la APC.
Pero además Lugo tiene que hacer frente a un Congreso dominado en buena medida por el PC. "La oposición no le firma nada en el Parlamento. Esta atado de pies y manos para tomar decisiones importantes", señaló Capli.
Con internas en el seno de su gobierno y un Parlamento hostil, el único capital con el que contaba Lugo para poder ejercer su liderazgo era su credibilidad. Pero este nuevo escándalo ahora amenaza con acabar con eso también. Después de las denuncias, un 30% de los paraguayos perdió la confianza en Lugo, según un estudio de First Análisis y Estudios.
Desencanto
"Hay un desencanto con la imagen de Lugo. De ser un señor un poco distinto del resto pasó a ser un hombre normal, con luces y sombras. Eso le quita el aura que tenía", añadió Capli.
El panorama es complicado. Pero al menos, pese a que el PC tendría los votos necesarios en el Congreso, nada parece indicar que se avecine un juicio político. En primer lugar, porque los colorados no quieren propiciar el ascenso de un liberal, como es el vicepresidente Franco. Segundo, porque apuestan al desgaste del ex obispo de cara a las elecciones municipales del año próximo.
"Tienen la idea de que el desprestigio del gobierno los va a beneficiar. No aflora como intención un proceso para evitar que Lugo termine. Ellos quieren que Lugo termine lo peor posible", consideró Quintana.
Lo que hasta el momento no tiene una explicación sólida es por qué el escándalo de paternidad estalló ahora y no durante la campaña. Para Redil, hubo un acuerdo entre el entonces presidente Nicanor Duarte Frutos, el general Lino Oviedo y Lugo para no "embarrar la cancha". Los tres tenían dificultades legales con sus candidaturas y habrían firmado un pacto de no agresión, añadió Quintana.
Y hasta el momento nadie se anima a decir que la primera denuncia, la de Viviana Carrillo, haya tenido otra motivación que el despecho.
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