La buena cumbre de Obama
El presidente Barack Obama tuvo una buena Cumbre de las Américas el pasado fin de semana en Trinidad y Tobago. En su primer encuentro con la mayoría de los líderes latinoamericanos, Obama hábilmente logró desarmar a aquellos que querían una confrontación, en especial Hugo Chávez. Ciertamente la actuación de Obama en Puerto España careció de contenido, pero su prioridad para este encuentro giraba en torno al manejo de imagen, y no en la elaboración de políticas.
Las voces conservadoras que critican a Obama por sus apretones de mano y gestos cordiales con Chávez y sus aliados no logran entender que lo que buscan los “bolivarianos” es precisamente la confrontación. El sentimiento antiestadounidense es un pilar fundamental del populismo latinoamericano. Culpar a Estados Unidos por todos los males de América Latina ha sido durante muchas décadas un pasatiempo de los populistas de la región. Esto les sirve de excusa para ocultar la corrupción, la pésima gestión pública y los abusos de poder que caracterizan a sus regímenes.
Durante los últimos ocho años, Chávez y su pandilla personalizaron de sobremanera su discurso antiestadounidense en la figura del entonces presidente Bush. Ahora que este se ha ido y que un nuevo –y popular– presidente está al frente en Washington, los populistas necesitan justificar nuevos enfrentamientos. Esta es la razón por la cual en las semanas previas a la cumbre Chávez llamó “ignorante” a Obama, y este fin de semana Evo Morales incluso acusó a Estados Unidos de estar detrás de un supuesto complot para asesinarlo. Pero se necesitan dos para pelear, y Obama hábilmente evitó un desencuentro público con los populistas. No fue un signo de debilidad sino una muestra de diplomacia efectiva.
Resulta claro que la Cumbre de las Américas dejó de ser el escenario propicio para que Estados Unidos anuncie iniciativas de política exterior respecto a América Latina. Desde el entierro del Area de Libre Comercio de las Américas en la cumbre de Mar del Plata en 2005, este foro ha perdido cualquier propósito colectivo. En su lugar, ha sido secuestrado por líderes populistas como Chávez, Morales y Daniel Ortega para despotricar contra el “imperialismo estadounidense” o el “intervencionismo yanqui” en América Latina. En esta ocasión, el pelotón bolivariano había anunciado que llevaría la “artillería” para atacar a Obama por el embargo hacia Cuba. Al levantar días antes de la cumbre las restricciones a los cubanos estadounidenses para viajar y enviar remesas a la isla, Obama desbarató la intención de los populistas de convertir a la cumbre en un festín antiestadounidense en torno al tema cubano.
Sin embargo, la administración Obama debería acompañar sus buenas jugadas de relaciones públicas con políticas acertadas hacia la región. Mientras evita enfrentamientos con aquellos líderes que quieren altercados con Estados Unidos, Obama debería comprometerse con los países que desean hacer negocios con Estados Unidos. El pasado fin de semana, Obama corroboró por cuenta propia que Estados Unidos no puede dar por sentado a sus amigos en la región. Esta es la razón por la que Obama debería promover la pronta aprobación de los dos tratados de libre comercio pendientes con Colombia y Panamá.
Obama también debería abogar por una reforma migratoria que permita a los extranjeros indocumentados legalizar su estatus en Estados Unidos, así como crear un programa que otorgue suficientes visas para trabajadores extranjeros temporales. Esto consolidaría la buena voluntad que hasta el momento ha recibido por parte de los latinoamericanos, especialmente en México y América Central.
Por último, Obama debería ser más atrevido en su acercamiento con Cuba. A la vez que continúa condenando las violaciones de derechos humanos y la falta de libertades económicas y políticas en la isla –y solicita que los demás países de la región hagan lo mismo– Obama debería levantar unilateralmente el embargo comercial y la prohibición de viajar a la isla. Esto dejaría al régimen de los Castro sin la conveniente excusa de culpar a Estados Unidos por el estado ruinoso de la economía cubana, y además pondría presión sobre aquellos que prefieren denunciar el embargo estadounidense en vez de la represión política que se vive en Cuba.
El viaje de Obama a Trinidad y Tobago debe ser aplaudido. Pero ahora el Presidente estadounidense necesita conjugar sus dotes diplomáticas con políticas efectivas que beneficien tanto a Estados Unidos como a América Latina.
Juan Carlos Hidalgo es coordinador de proyectos para América Latina en el Cato Institute (www.elcato.org)
- 23 de julio, 2015
- 4 de febrero, 2025
Artículo de blog relacionados
El Comercio, Lima CARACAS. – El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, llamó hoy...
5 de agosto, 2012Infolatam Lima - Los líderes de 21 países que integran el Foro de Cooperación...
20 de noviembre, 2008- 27 de agosto, 2016
Libre Mercado, Madrid No comprendo por qué regatear tanto esta solución. ¿A quién...
8 de octubre, 2011