Para huir del desempleo, residentes urbanos de Japón labran la tierra
Masutomi, Japón – En febrero, Kenji Oshima perdió su trabajo en una fábrica de cinturones de seguridad. Por eso, se apuntó a un programa de capacitación laboral muy competitivo en un área que pensó que tenía más futuro: la agricultura.
Vestido con su viejo uniforme de fábrica, Oshima pasó hace poco una semana en una remota aldea a tres horas de Tokio. En su tarea de cavar una zanja de irrigación alrededor de un arrozal, estuvo contemplando qué herramienta sería más efectiva, un azadón o una pala.
"Es una vida dura" comparada con el trabajo de contador, concede Oshima, de 35 años. "Pero quiero convertirme en un agricultor y usar mis propias manos para hacer de todo, desde sembrar semillas hasta enviar cajas con la cosecha". Espera poder arrendar pronto un terreno cercano para empezar su nueva vida profesional a tiempo completo.
A medida que la crisis financiera global hunde a Japón en su peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial y cientos de miles de empleos son recortados en fábricas y oficinas, la agricultura surge como una prometedora nueva carrera. "La agricultura salvará a Japón", decía un titular reciente de un semanario de negocios. Farmer's Kitchen, un popular restaurante nuevo de Tokio, tiene sus paredes cubiertas con afiches de agricultores musculosos que abastecen al lugar de vegetales orgánicos.
Considerando la agricultura como una de las pocas industrias que podría generar empleos en la actualidad, el gobierno ha destinado US$10 millones para enviar a 900 personas a programas de capacitación laboral en agricultura, forestación y pesca. La tasa de desempleo de Japón fue de 4,4% en febrero, frente al 3,9% del mismo mes del año pasado. Aun así, sigue siendo menor que la de Estados Unidos y Europa. Algunos economistas proyectan que el porcentaje ascienda a un nivel récord de casi 8% dentro de los próximos dos años.
El gobierno espera que los nuevos jóvenes desempleados ayuden a resucitar la decreciente población agrícola de Japón, donde dos de cada tres agricultores tienen como mínimo 65 años. De la población total del país, sólo 6% trabaja en la agricultura, la mayoría en jornadas de medio tiempo, frente a aproximadamente 20% hace unos 30 años.
"Si no pueden reclutar a trabajadores jóvenes durante los próximos años, la agricultura en Japón va a desaparecer", señaló Kazumasa Iwata, un economista del gobierno y ex vicegobernador del Banco de Japón.
Tras superar a unos 110 solicitantes y escribir apasionados ensayos sobre su interés por la agricultura, Oshima y otros ocho candidatos, incluyendo un ingeniero de software y un ex profesor, obtuvieron un lugar en el programa de 10 días financiado por el Estado. Pero la vida en el campo no es ningún tipo de vacaciones. Los nueve aprendices de Masutomi, una aldea montañosa de 650 habitantes, fueron hospedados en una posada abandonada con un sólo baño sin ducha ni inodoro con cadena. Sin espejos, un miembro del equipo pasó apuros para ponerse los lentes de contacto. En la cocina, se sentaban alrededor del único calentador para combatir las temperaturas bajo cero.
"Durante mi primer día, fui a dormir sintiendo frío y me desperté sintiendo frío", recuerda Mami Hinataze, una ex mesera de 23 años que hasta hace poco trabajaba en una cafetería en Tokio. Luego, aprendió a usar seis capas de cobijas para mantenerse abrigada por la noche.
El trabajo agotador incluía la construcción de un invernadero y el transporte de excrementos de gallina de una granja avícola para usarlos como fertilizante.
"Mentalmente es agotador cubrirse de tierra", admite Hironari Ota, un joven de 25 años que solía trabajar en una tienda en línea. Hijo del dueño de una casa de empeños, Ota recalcó que aún no estaba seguro de si quería ser un agricultor de jornada completa, pero que le gusta la idea de tener un trabajo que no requiere manejar dinero.
Pese a la popularidad de los programas de capacitación y de las pasantías de un año del gobierno, muchos jóvenes terminan volviendo a las ciudades porque no logran adaptarse a la vida en el campo. El año pasado, Fukiko Oshiro, una agricultora de la prefectura de Okayama, contrató a nueve trabajadores de ciudades como Osaka para que trabajaran en su vivero y sembrados de frutas. Oshiro ya ha perdido a tres de ellos.
"Esta gente joven piensa que tiene derecho a venir e imponerse sobre nosotros", se quejó Oshiro. "No tienen ni idea del tiempo que invertimos en enseñarles".
Oshiro cuenta que desde principios del año ha recibido un aluvión de currículos de personas afectadas por la recesión, incluyendo varios operarios que fueron despedidos de una planta cercana de Mitsubishi‐ Motors Corp. Pese a que Oshiro necesita a más trabajadores para expandir su granja, admite que no tiene demasiadas expectativas para estos solicitantes.
"Al menos la gente que venía antes estaba interesada en la agricultura", dice la granjera de 29 años. "Los de ahora vienen porque no tienen otra opción".
- 23 de enero, 2009
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