Apocalipsis, por ahora, se escribe sin k

Enfoques – La Nación

Lo que no pudieron profetas, videntes, astrólogos, magos ni brujos está por conseguirlo Néstor, como sólo él es capaz.

Con la tenacidad, la seguridad y la energía que lo caracterizan, el ex presidente está cada día más cerca de ponerle fecha al Apocalipsis.

Como hace siempre, Kichner ha ido de a poco, haciendo gala de la efectista gambeta corta, que alimenta el factor sorpresa y el desconcierto general.

Así, el apo k alipsis estuvo puesto en la boca de un representante o adelantado suyo, al que rápidamente salió a desmentir, aunque la cuestión ya estaba instalada. Luego fue el mismo Néstor el que le puso firma al tenebroso vaticinio y lo reafirmó 24 horas después. Finalmente, se le dio al asunto la formalidad que sólo puede darle quien ejerce formalmente la Presidencia.

La secuencia recuerda que Emilio Pérsico habló de la posibilidad de que el matrimonio presidencial deje el Gobierno si las elecciones son desfavorables para el oficialismo. El piquetero pagó el precio de ser un vocero prematuro y soportó estoico la farsa de su descalificación. Más temprano que tarde las encuestas que llegan a los escritorios oficiales hicieron posible su reivindicación y, aunque nadie lo nombró, ya se sabe que su actuación será compensada en las listas kirchneristas.

Así, la carta (astral) que los Kirchner guardaban para una última emergencia apareció anticipadamente dos meses antes de las elecciones. Néstor y Cristina salieron a admitir que los pronósticos no vienen bien y que no hay tiempo que perder para captar electores o, al menos, evitar más fugas. Parafraseando al nada peronista Jorge Luis Borges, el matrimonio decidió que si no hay amor, que sea el espanto el que impida perder más votos.

Entonces, el apo k alipsis tuvo fecha: el 28 de junio si ese día el Gobierno no retiene la mayoría en el Congreso. "El 28 no sólo está en juego la posibilidad de seguir con este modelo y este proyecto, también está en juego la estabilidad y la calidad democrática", amenazó la Presidenta hace cuatro días.

La táctica del miedo no es nueva ni original en política, pero suele ser eficiente para paralizar a muchos de los que les gustaría huir. Aunque casi nunca logra acercar a los que ya se fueron.

La estratagema padece un defecto y no es sólo que ya esté demasiado gastada. El principal problema es que tiene demasiada competencia. Las verdaderas desgracias de la vida cotidiana y las amenazas de calamidades realmente mortales (como el dengue y la peste porcina) ocupan más espacio y preocupan mucho más a los ciudadanos que los fantasmas electorales.

Para quien se ha pasado los últimos seis años y medio disputando el dominio de la agenda pública es una verdadera desgracia que otros temas acaparen el rating justo cuando él más necesita que lo escuchen advirtiendo cómo evitar el fin de su mundo. Tal vez por eso las encuestas no profetizan que el 28 de junio sea la fecha del Apocalipsis, sin k.