Ayúdate tú, que Dios te ayudará
Aquellos que prefieren que le regalen el pescado en vez de que le enseñen a capturarlo, están sujetos a cometer graves errores.
Sin dudas una de las faltas mas grave en que puede incurrir una fuerza política y/o militar, es fundamentar su desarrollo, estrategia y el logro de sus fines, en la potencial ayuda que pueda ofrecerle un aliado que no está integrado sustancialmente a su proyecto.
Siempre los factores que colaboran condicionan su respaldo a la satisfacción de los fundamentos claves de su política y a su concepción de lo que se conoce como razones de estado. Esta situación se hace mas compleja cuando la ayuda proviene de una nación que esta regida por leyes y la opinión pública, como es el caso de Estados Unidos. El Ejecutivo puede simpatizar con su “cliente” pero no puede faltar a las pautas por las que tiene que regirse.
Mientras los intereses de ambos coincidan, el usufructuario de la ayuda no confrontará problemas, pero en la medida que los intereses de las partes comiencen a confrontar se producirá un congelamiento que puede concluir en un choque frontal entre los antiguos asociados.
Un ejemplo de estas situaciones fue el inequívoco apoyo por parte del gobierno de Fidel Castro a las guerrillas del Frente Nacional Eritreo, Etiopía, para luego abandonarla y perseguirla cuando el extinto Menguistu Marián asumió el control del estado etiope.
Algo similar ocurrió con Somalia; el dictador Siad Barre, era cliente de Moscú y La Habana, pero cuando Etiopía se convirtió en pieza del juego soviético estos abandonaron a Somalia en su guerra con Etiopía, y se dio la paradoja que los soldados etíopes con armas made in USA, eran asesorados por especialistas de soviéticos y cubanos, mientras los somalíes combatían con armas fabricadas en la URSS.
La dependencia de una facción militante, sea oposición o gobierno, el estatus puede no ser un factor determinante, siempre será un fuerte lastre en sus proyecciones futuras. Mientras la facción no sea realmente autosuficiente no pasara de ser sucursal de una casa matriz que toma las decisiones fundamentales, por lo que la agrupación en cuestión solo será un brazo ejecutor.
La dependencia habrá de convertirla en un instrumento más en la política general de la “potencia” que le asiste, porque ningún estado hace dejación de sus intereses para favorecer las necesidades de un aliado por vitales que estas sean para él. Patéticos ejemplos fueron entre muchos: La relación de Estados Unidos de América con la República de Viet Nam del Sur y la desaparecida Unión Soviética con Afganistán.
A través de la historia son múltiples los casos oficiales u oficiosos de apoyo prestado por gobiernos extranjeros a las fuerzas de la oposición de un gobierno enemigo o adversario. El respaldo de Cuba, Venezuela y Costa Rica al Frente Sandinista para derrocar a Somoza; el de los nazi-fascistas a las fuerzas franquistas contra el gobierno republicano español; el respaldo chino-soviético a las fuerzas insurgentes de Laos, Camboya y Viet Nam del Sur a través de Viet Nam del Norte.
Estos casos demuestran que subvencionar la subversión puede ser efectivo siempre y cuando los intereses comunes de ambas partes no dejen de ser coincidentes; situación que al parecer tiene cierta relación con el nivel de autosuficiencia que logre el “beneficiario”.
Es evidente también que cuando la organización y preparación, dentro o fuera del país matriz, de un proyecto desestabilizador contra otro estado adversa las necesidades o conveniencias del “patrocinador” este romperá vínculos con sus asociados sin importar los perjuicios que la ruptura le acarree a su antiguo aliado: Fidel Castro abandonó las fuerzas de Ernesto Guevara en Bolivia y a las guerrillas que entrenó y avitualló en América Latina, en las décadas del 60 y 70.
La evolución de las condiciones internas y externas del “patrocinante” tienen influencia determinante no solo en la capacidad operativa de la facción o gobierno, según el caso, sino también en su sobrevivencia. La subordinación establece una dependencia que de no superarse puede traer el colapso de los proyectos del “ahijado”.
Recordemos que Estados Unidos abandonó a los cubanos que desembarcaron en Bahía de Cochinos en 1961, para derrocar la dictadura de Fidel Castro y los dejaron una vez mas en la estacada cuando la operación Mongoose, por solo mencionar dos casos. La denominada “Contra” nicaragüense siempre fue sujeto de los vaivenes de la política de Estados Unidos, lo que afectaba seriamente la capacidad combativa de los denominados “contras” de Nicaragua.
La experiencia histórica determina que toda fuerza política o militar, beligerante o no, debe procurar ser autosuficiente, o por lo menos poseer un mínimo de recursos propios que obliguen a los eventuales aliados a no retractarse de los compromisos contraídos, porque de producirse una ruptura ésta podría resultar en una crisis que afectaría los intereses del antiguo protector.
Los palestinos en Jordania, Líbano, Argelia y Egipto, en un momento determinado, cuando se creyeron con fuerzas suficientes, intentaron imponer condiciones a sus protectores y aunque fracasaron en el esfuerzo, sobrevivieron políticamente; lo que no ha ocurrido con otras organizaciones que fueron absolutamente dependiente de un benefactor.
Una facción que disputa con una dictadura demanda mucha solidaridad internacional, máxime si el régimen que confronta responde a un signo ideológico y no solo de cuarteles, pero la asistencia económica y material de un factor ajeno a la raíz del diferendo no debe generar dependencia.
La perspectiva de lucha debe ser auto sostenible. Basar las estrategias en factores extranjeros es hipotecar el presente sin garantizar la independencia y existencia del futuro.
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