El silencio de la enciclopedia
Alguien llamó a la puerta. Mi papá fue abrir y en la casa entró un señor con portafolios cargados de libros. De sus valijas salieron muchos tomos que se quedaron en nuestros libreros.
Era 1982. Mi familia se sumaba al "conocimiento" de las enciclopedias -en cómodas mensualidades- y yo iniciaba una etapa de mi vida en la que mis tareas dependían en gran medida de la "Enciclopedia de la Juventud".
Veintisiete años después, sin embargo, esos tomos acumulan polvo en algún estante abandonado.
Los libros de consulta cedieron paso a los CD multimedia. Éstos se rindieron ante los DVD, los que ahora sucumben ante el avance de internet.
En estos días ni los formatos digitales se salvan. Marco Tulio -asiduo lector de este blog- llamó la atención sobre la decisión de Microsoft de dejar de producir la enciclopedia digital "Encarta".
"La categoría de las enciclopedias tradicionales y el material de consulta han cambiado. Hoy en día la gente busca y consume información de forma considerablemente diferente a como lo hacía en años anteriores", dijo la empresa de Bill Gates en un comunicado.
Este año Encarta cierra el telón tanto de su versión en DVD como de su sitio en internet.
La cancelación de este servicio es particularmente notoria. Esta enciclopedia digital parecía en la década de los noventa el reemplazo natural de los tomos de papel. Durante años se mantuvo en los primeros lugares de venta, pero la caja registradora recibía cada vez menos dividendos.
¿Qué pasó entonces? Internet. Las generaciones de estos días no buscan información en los libros, sino en la red. ¿Una duda sobre un término? La resuelve un buscador. ¿Una referencia a un acontecimiento? Abundan los wikis. ¿Un análisis sobre un tema? Sólo hay que escoger un sitio educacional, entre las múltiples opciones que existen en línea.
La información en internet es gratis, rápida y permite trabajar en equipo. Lo veo en mis hijos todos los días, la computadora sustituye en esta nueva generación a las consultas en papel.
Encarta no es la única víctima. En suelo estadounidense, en 2003 por ejemplo, las ventas de enciclopedias generaron cerca de US$300 millones. En 1989 la cifra era superior a los US$800 millones.
Este panorama obligó a muchos jugadores de la industria a cambiar su modelo de negocio. La enciclopedia Britannica -la más antigua, publicada en 1768- dejó de vender en 1996 sus productos a domicilio.
Con el inicio de este siglo giró la mirada hacia internet, que en la actualidad representa más del 60% de sus ganancias.
Esta enciclopedia se ha intentado reinventar en varias ocasiones. Entre sus cambios se cuentan la venta de suscripciones en línea; la posibilidad de que los usuarios modifiquen sus referencias -distinguiéndolas de las de sus editores-; y la incursión en telefonía celular, respondiendo preguntas a través de mensajes de texto.
Pero es temprano aún para saber si esta estrategia funcionará.
Mientras tanto las enciclopedias tradicionales reciben cada vez menos visitas. Se están acostumbrando al olvido de los rincones y al silencio de las bibliotecas.
Los señores que antes las vendían ya no llaman a la puerta.
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