No era tan potencia
El País, Montevideo
La crisis del socialismo real -alguna vez capitaneado por la fenecida Unión Soviética- alguien ha dicho con sensatez, que en buena medida respondió al hecho de que nadie se levanta a las cuatro de la mañana para ordeñar una vaca que es del Estado. Es que las propiedades del Estado frecuentemente, marchan libradas a la buena de Dios, sin que nadie se sienta demasiado responsable personalmente por su suerte.
El recuerdo de este fracasado proyecto totalitario de terribles consecuencias para millones de personas, mirado con la frialdad que da el pasaje del tiempo, aunque históricamente no sea demasiado, deja al descubierto que en los tiempos del mundo bipolar, en el que se hablaba de la existencia de dos potencias enfrentadas, en realidad la cosa no era tan así.
Un punto medular insoslayable al tratar el tema radica en que la vieja URSS tenía una moneda de intercambio, el rublo. Que a diferencia del dólar norteamericano no era recibida como medio de pago en el mundo, ni servía como instrumento que mantuviese su valor como refugio de los ahorristas.
Como consecuencia, la Rusia soviética debía exportar oro y petróleo al mercado internacional para conseguir dólares.
También exportaba armas, aunque en general iban destinadas a estados ideológica y políticamente asociados que no eran pagadores muy puntuales y que no pagaban con divisa norteamericana
En la carrera espacial y armamentista con los Estados Unidos, mientras que éste se beneficiaba de sus avances científicos y tecnológicos y destinaba solo una pequeña parte de su riqueza (PBI) a estos menesteres, la Unión Soviética llegó a destinar el 25% de su producción anual con este desti-no, desinteresándose de otros rubros de mayor provecho humano, económico, nacional y social.
A lo anterior, hoy se sabe que merced a una estrategia bien hilvanada, los Estados Unidos hicieron caer el barril de crudo, en acuerdo con Arabia Saudita y alentaron con Sudáfrica, una caída también del oro, promoviendo en ambos casos un incremento de la oferta internacional, con lo que la fuente de divisas soviética se vino a pique, desmantelando a su viciada economía y sentando las bases para todo lo que vino después con el abatimiento final del oso rojo.
A lo anterior, se sumaron una cuantas iniciativas más entre las que revista la Guerra de las Galaxias promovida por Ronald Reagan, basada en la supremacía tecnológica norteamericana, que obligó a los rusos a concentrar más aun sus recursos en el sector de armamentos.
El proyecto que alimentó la realidad soviética fue un rotundo fracaso, y le ha sucedido una Rusia imprevisible, en la que campean temibles mafias, protagonistas de abundante filmes de acción, sin que tantos años de oscurantismo hayan dejado logros relevantes para el bienestar humano.
El socialismo chavista del siglo XXI, no parece muy alejado de ejemplos como el citado.
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