Trescientos más doscientos
SALAMANCA.- ¿Quién podría ser el que lanzó el Plan Revolucionario de Lectura (PRL)? Exacto: el presidente-comandante socialista bolivariano Hugo Chávez. Lo hizo una vez que todas las bibliotecas públicas de su país completaron la “sección ideológica” con la consiguiente provisión de libros, todos ellos de distribución gratuita. Con esto corremos el peligro de que comiencen a llegar como regalo a los amigos que tiene Chávez en el continente.
Edgar Páez, de la Oficina Nacional del Plan Revolucionario de Lectura, al momento de reconocer con orgullo que se trata de un proyecto de ideologización, explicó que “Ha habido una declaración explícita del comandante-presidente en el propio acto de lanzamiento, cuando advirtió que se trata de un plan de formación, y todo plan de formación, y todo plan de lectura, es un proyecto de formación ideológica. Los niños están siendo formados con libros que aún llaman descubrimiento a la invasión del Imperio español u otros eufemismos”.
Estas declaraciones coincidieron con el lanzamiento que realizó el rey Juan Carlos I de los actos conmemorativos del segundo centenario de la independencia de los países americanos de la Corona de España. Al frente del proyecto se encuentra Felipe González, que fue presidente de gobierno y el primer socialista en llegar a ese cargo una vez terminada la dictadura con la muerte de Franco.
Las opiniones están divididas: unos piensan que España no debería ser la que convocara a estos festejos porque se expone a reacciones negativas por parte de algunos grupos. Otros, creen que el Rey ha hecho bien ya que, de no hacerlo, los países de Iberoamérica se le habrían tirado encima por no participar de este júbilo. En pocas palabras: palos porque bogas, palos porque no bogas.
Este periodo de recordaciones será motivo de tensiones, de protestas, de críticas, aunque también de renovación de vínculos de amistad. Felipe González, en su discurso de apertura en la Casa de América, dijo, palabra más, palabra menos, que más que celebraciones, lo que se debe hacer es elaborar planes de desarrollo en los que España pueda participar de manera activa.
Pero cuando las posiciones se ideologizan, cuando se fanatizan, el diálogo se vuelve muy difícil porque lo primero a que se renuncia es al uso objetivo del razonamiento. Como se ve más arriba, en Venezuela ya comenzarán a cambiar la palabra “descubrimiento” por la de “invasión”. Luego se caerá en todos los tópicos, los prejuicios y se repetirán aquellos movimientos que aparecieron cuando el quinto centenario de la llegada de Cristóbal Colón, bajo lemas de “el choque de culturas“, como respuesta a la de “el encuentro de dos culturas“; o bien: “quinientos años de resistencia”. ¿Resistiendo qué?
Pero no es solo el presidente-comandante Chávez el que rebautizará la Conquista con el nombre de Invasión. Evo Morales sostiene que España tiene una “deuda histórica” con Bolivia y que incluso tiene contabilizado el valor del oro y la plata que se llevaron los españoles. Creo que seguir atribuyendo nuestra pobreza a aquel saqueo de oro y plata por parte de los conquistadores (que no fueron solamente españoles, sino también holandeses, belgas, franceses) es como Castro cuando culpa del fracaso de su revolución al bloqueo que le impuso los Estados Unidos de Norteamérica. Si en quinientos años no hemos logrado salir a flote con nuestras economías, si no hemos logrado superar una economía rural basada en técnicas muy precarias y primitivas (en gran parte del continente se continúa arando la tierra con arado de hierro y bueyes), es porque algo ha fallado y ese algo no tiene nada que ver con el mestizaje ni con la conquista.
Se olvida la corrupción; se olvida los dictadores que tiranizaron a tantos pueblos, robaron al Estado y cerraron las puertas del progreso a la población; se olvida el interés que hubo y sigue habiendo de mantener a los pueblos sumidos en la ignorancia; se olvida la entrega de las riquezas del país a cambio de sobornos que superan lo imaginable. ¿No es esto lo que ha hecho Stroessner con la entrega de la riqueza producida por Itaipú y ahora le echamos la culpa al Brasil?
Esta actitud es un desperdicio de energía, de tiempo, de recursos que se podrían utilizar en actividades que resulten significativamente productivas. Se le podría preguntar al presidente-comandante si sus libros están escritos en caribe, en arawak, chibcha o tupí-guaraní. Me sospecho que no, que están escritos en castellano ya que solo el uno por cierto de la población de Venezuela habla una lengua indígena.
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