De huesos, pensiones y soles que lloran
Nunca dan tregua. Y no me refiero a las tormentas financieras sino a las decisiones de algunos actuales funcionarios, así como también a las declaraciones de quienes presumiblemente lo serían en el futuro inmediato. Al menos a ello aspiran.
La explicación de esos comportamientos erráticos quizás radique en que por provenir de la política, o por haber bastardeado su formación económica con demasiada politiquería, tienen una débil conexión con la realidad. Nula en determinadas ocasiones.
Tener una débil conexión con la realidad podrá explicar, pero nunca justificar, evidentes torpezas comunicacionales: cualquier declaración, acción u omisión envía sutiles mensajes a la banca, a los inversionistas y a los organismos financieros internacionales.
Los poderosos de siempre…, dirán algunos con la lengua más rápida que las neuronas, patología frecuente entre quienes surgieron de la política (o bastardearon su formación económica con demasiada politiquería…).
Entre estos últimos son particularmente identificables algunos especímenes que a los libros de economía los leyeron al revés, a los de política no los conocen y actualmente andan detrás del primer hueso que les tiren (léase ministerio, autónoma…, o lo quevenga). ¿Su ideología? Socialismo súbito.
Suelen, asimismo, olvidar (¿o será que las ignoran?…) cosas tales como que detrás de un banco asustado hay miles de créditos no otorgados, que detrás de un inversionista espantado por la falta de seguridad jurídica hay miles de empleos que no se concretan, y que detrás de un organismo financiero internacional maltratado hay millones de dólares en proyectos sociales que no se desembolsan.
A las consecuencias, indefectiblemente, las pagan los débiles de siempre…, como el padre de familia que no recibirá el crédito para construir la casa o ampliar su negocio, el joven que no tendrá empleo, y la madre soltera que recibirá menos ayuda para criar a su hijo.
La semana pasada fue testigo de varios comportamientos erráticos: un funcionario recordó, extrañamente y a días de irse, algo en lo cual debería haber trabajado desde que asumió: instrumentar adecuadamente la necesaria obligatoriedad del seguro de responsabilidad civil para vehículos.
Lo que el funcionario no recordó, sin embargo, es que "la ley existente no es clara, sino claramente indefinida", tal como indicó el director de la Asociación Salvadoreña de Empresas de Seguros (ASES).
Conclusión: es obligatorio y perentorio contratar un seguro que las aseguradoras que operan en El Salvador no venden por carecer de información oficial para poder cotizarlo. ¿Con qué autoridad se puede luego exigir un sistema de transporte más profesional?
En materia de pensiones la improvisación surgió de un posible futuro funcionario cuyo socialismo no es súbito…, aunque también se muestra ansioso por recibir algún hueso. El tema fue más que inoportuno: la reforma del sistema de pensiones.
Sería una ingenuidad ignorar el grosero saqueo efectuado hace seis meses en Argentina por la presidente Cristina de Kirchner: los bancos e inversionistas del mundo lo tienen demasiado presente como para que alguien en El Salvador crea que hablando de reformas previsionales obtendrá aplausos en vez de sospechas. ¿Creerá que las filiales bancarias no se comunican?
Finalmente, y hablando de Argentina, en su reciente visita a Buenos Aires el presidente de Venezuela trató de terroristas a los periodistas que lo critican, ante la sonriente aprobación de la anfitriona, a quien le encanta mostrarse como víctima de las dictaduras.
Particular definición de terrorista: es todo aquél que no me aplaude. Sugestivamente coincidente con la de dictadores de derecha: Videla (Argentina) y Pinochet (Chile).
Mientras la CNN enfocaba al presidente de Venezuela durante su discurso, alguna misteriosa razón hizo que la bandera argentina quedara exactamente a sus espaldas, pudiéndose ver con nitidez el sol con rostro que la caracteriza.
A ese sol lo conozco como nadie: dibujé sus rayos siendo niño, lo saludaba todos los días en la escuela y juntos hasta festejamos dos mundiales. Pero esta vez lo vi llorar, y no por escuchar un tango. Fue por la sonrisa de la anfitriona.
Hasta la próxima.
El autor es ingeniero. Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
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- 16 de junio, 2012
- 8 de junio, 2012
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