Con una pequeña ayuda de mis amigos
El periódico inglés Financial Times acaba de abrir en su página web un debate que lleva por título: "¿Está funcionando la ayuda?", haciendo un oportuno cuestionamiento sobre el impacto que han tenido los programas de ayuda económica al mundo subdesarrollado, impulsados durante las últimas décadas por la mayoría de los países centrales.
El punto básico es el escaso efecto que dichos programas han tenido en la vida de las personas más necesitadas de los países receptores. Porque aun cuando los resultados no son nulos, en el mejor de los casos son desproporcionadamente magros en relación a los presupuestos utilizados.
La referencia principal del debate es África, aunque no por ello debiéramos dejar de prestarle atención en América Latina, otro arrabal marginal del planeta que siempre ha recibido abundante ayuda internacional. También con discutibles resultados en relación al dinero asignado.
En este punto es importante no confundir la ayuda internacional con la acción de las entidades multilaterales de crédito, como el Banco Inter-Americano de Desarrollo (BID) o el Banco Mundial (BM), que si bien han cometido importantes errores en el pasado, suelen manejarse con criterios técnicos y usualmente asignan facilidades crediticias, no donativos.
Con dichas entidades se puede incluso negociar la reasignación de partidas, cosa que propuso Fusades y que afortunadamente esta vez los legisladores parecen haber escuchado, cuando sugirió reorientar para financiamiento presupuestario de 2009 y 2010 préstamos del BID y del BM por US$ 650 millones, que estaban originalmente destinados a refinanciar eurobonos que vencen en 2011.
Distinto es el caso de la ayuda internacional propiamente dicha, que la mayoría de las veces responde a agendas internas de los países de origen, abre puertas a la corrupción, y suele convalidar sospechosos contubernios entre política, activismo social y negocios. Al Gore, inversionista en Generation Investment Management, pertenece simultáneamente a los tres mundos. Una verdad inconveniente.
Todo ello además del aspecto moral, al cual se refiere el presidente de Rwanda en un artículo titulado: "África tiene que encontrar su propio camino hacia la prosperidad", que sirve de banderazo inicial al citado debate del Financial Times.
En efecto, dicho artículo plantea una pregunta y una afirmación que no debieran perderse de vista: a) ¿Por qué alguien en Rwanda cree que tiene derecho a que los contribuyentes de otros países deban aportar dinero para su bienestar y desarrollo?, b) Nadie le debe nada a la gente de Rwanda.
Un discurso muy diferente al de algunos políticos latinoamericanos, que han llegado al ridículo de responsabilizar a la conquista española de las miserias materiales del presente. Siempre tienen a mano algún culpable, aun cuando haya muerto hace 500 años.
En la misma línea del presidente de Rwanda se encuentra Dambisa Moyo, una economista de Zambia educada en Harvard y Oxford, que contribuye al citado debate digital desde su libro "Ayuda muerta", resumiendo acertadamente el círculo vicioso en que ha devenido la ayuda internacional: "Mientras las naciones pobres sigan enfocadas en recibir ayuda sus líderes no comenzarán a trabajar para mejorar sus economías". Simplemente, no les conviene.
Su negocio es distribuir dádivas entre gente necesitada, que los ven como benefactores y les retribuye en las urnas. También es negocio, por cierto, administrar las ingentes sumas de dinero por las cuales ni siquiera pagan el costo político de recaudar. Un camino de servidumbre.
El tema se torna pretendidamente ideológico y las ayudas se aceptan o rechazan según el donante. No es válido llorar con un solo ojo, y en ese sentido también son cuestionables los US$ 461 millones de los fondos del milenio. Que además servirán para conectar la nada con ningún lugar.
Mientras tanto, el estratégico puerto de La Unión fumando espera, como el tango…, sin grúas ni una autopista completa que lo conecte con San Salvador.
Aceptar donativos es resignarse al "camino de servidumbre", título del libro con que Friedrich Hayek alertó al mundo en 1944. Una verdad que sería conveniente entender.
Hasta la próxima.
El autor es iIngeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 25 de noviembre, 2013
- 16 de junio, 2012
- 8 de junio, 2012
Artículo de blog relacionados
El 16 de abril es el 106 día del año del calendario gregoriano. Quedan 259 días para...
16 de abril, 2011Diario de América Hay en la naturaleza un orden espontáneo, es decir, una...
10 de agosto, 2013Por Roberto Villacreses León IEEP Al contrario de lo que muchos pudieran creer,...
7 de octubre, 2008Por Jaime Bayly El Nuevo Herald Joaquín escribe novelas y crónicas. En ellas...
2 de julio, 2007